El diario plural del Zulia

EDITORIAL: La cultura de la muerte

El terrorismo vuelve a golpear. Hoy el mundo se resiente con las imágenes de los ataques, secuestros y asesinatos coordinados por Hamas contra civiles y militares de Israel.

La eterna guerra se vuelve a encender y el ser humano vuelve a repetirse, como la historia.

Es el retorno al horror que no logramos superar por políticas, religiones, fanatismos, nacionalismos enfermos. Momentos en los que el odio supera cualquier capacidad racional de civilizaciones enteras. Así como se vivió la ascensión de un Hitler a escalas inimaginables, o de Idi Amin ensangrentando a Uganda, o de un Putin asomando su tentación de desatar la autodestrucción nuclear de todo el planeta en su guerra por ocupar Ucrania para cumplir su deseo patológico de reunificar la extinta y fracasada Unión Soviética.

Cuando los canales diplomáticos fallan viene la sangre, y la sangre solo llama a más sangre. El conflicto palestino-israelí ha atravesado por innumerables fases de guerras, ceses,  procesos de paz frágiles, pactos y hoy recrudece nuevamente la muerte.

Ni los isarelíes ni los palestinos han podido evitar que, en medio de aquella perturbadora forma de vivir, surja el terrorismo como un demonio que daña a ambos pueblos. 

Hamas, apoyado por el régimen de Irán, es barbárico, es el horror que se ha llevado por delante centenares de vidas israelíes, ha secuestrado a mujeres y también a niños en esta escalada contra Israel, e Israel, donde toda la seguridad de defensa falló, se ha llevado igualmente decenas de vidas de civiles palestinos en un contraataque que no será nunca selectivo. Es la guerra.

Así pues, quien gana de momento no es Israel ni Palestina, es Hamas, Hezbollah e Irán, que por cierto, según los últimos reportes de The Wall Street Journal planificaron por meses el ataque para el que Teherán dió la “luz verde”.

Y de paso han tensado un acuerdo histórico que se viene fraguando desde Washington en donde Arabia Saudí reconocería a Israel, se convertirían en aliados, recibirían apoyo de Estados Unidos en temas armamentísticos y a la construcción de su programa nuclear civil, a cambio de que los israelíes detuvieran la política de crear asentamientos judíos en Cisjordania, y reenfocaran el tema del pueblo palestino.

La alianza ha llevado el terror no solo al pueblo hebreo, sino que ha sacudido al mundo. Ha logrado su objetivo de sorprender con sangre y violaciones, se ha hecho viral, coparon titulares, y seguramente celebrarán el día del asalto como una fecha histórica para su organización.

Por más bombardeos y operaciones que despliegue Israel al mando de Netanyahu y la élite militar, no se podrán quitar de encima la responsabilidad de haberle fallado a su pueblo.

¿Pero qué hará la autoridad palestina? ¿Solo pedir el cese de los ataques israelíes? 

Nos hemos extraviado. Los núcleos de poder se han extraviado en su búsqueda de perpetuar intereses en vez de explorar las vías efectivas de lograr una paz duradera, pero no una paz amparada en la amenaza nuclear o la aniquilación del otro, sino una paz fortalecida desde los pueblos que nos una como civilización a trabajar en conjunto como una empresa que busca perpetuar la vida, la protección del planeta, erradicar el hambre y la pobreza. Una civilización que dé la espalda a la cultura de la muerte y siembre definitivamente la cultura de la vida para las generaciones que vengan.

Carlos Alaimo

Presidente-Editor

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