El diario plural del Zulia

Carta a los valientes médicos venezolanos

Hoy es día del médico en Venezuela. Recordamos como un faro de sabiduría a José María Vargas y miramos con respeto y admiración al universo de profesionales que han llenado de gloria a la medicina en el país y que se han formado en nuestras universidades centenarias.

Son muchos, miles de doctores y doctoras los que han innovado y transformado la profesión.

Y también son muchos los que ahora hacen gala de su maestría en tierras lejanas, en países hermanos que han sabido reclutar ese talento venezolano obligado a migrar ante la destrucción del sistema de salud nacional.

Son médicos que cautivan a pacientes de cualquier latitud, que se muestran cercanos y brindan su inteligencia en históricas intervenciones, laureadas investigaciones y otros muchos ya dan cátedra en importantes universidades.

Es la historia de los países que no cuidan a sus mentes.

Pero así como también hay luces fuera, también están las sombras de un gremio que ha tenido que sobrevivir y adaptarse a las peores condiciones de vida profesional en un país cuyo gobierno ha sido capaz de perseguirlos por informar, por denunciar. Y les ha destruido hasta las cenizas su estatus.

Y claro que hay hitos perversos que se han moldeado entorno al capital por encima del juramento hipocrático, por el respeto y la salvaguarda de la vida, presos de un sistema que alimenta la práctica de la medicina pesetera a sangre y fuego.

Esos son los que se separaron la luz de un José Gregorio Hernández, y aquellos que los venezolanos ven más como impagables que como un médico capaz de salvarle aunque se hayan formado en nuestras prestigiosas escuelas de medicina en el occidente, centro y oriente del país.

A esas élites inalcanzables hacemos un llamado hoy para que vuelvan al modelo humanista de la medicina social, la que da el mayor reconocimiento de un pueblo que los necesita y al que jamás llegarán por la vía mercantilista.

Esto es en absoluto un ataque al modelo privado tan necesario y vital para el país, pero sí al modelo de medicina que solo mira por el éxito netamente financiero.

El Estado Venezolano debe diseñar política para garantizar salud para todos, accesible, gratuitos, oportunos y de calidad, cuya columna vertebral sea el sector público, coadyuvado por el sector privado.

Venezuela, antes de este cuarto de siglo, iba en esta dirección, pero la brújula se perdió. El reto en el futuro es recuperar la senda. Debemos de enfilar esfuerzos para estar en las condiciones de los países del primer mundo.

Llamamos hoy, desde esta casa editorial, a celebrar los éxitos de nuestros médicos en el mundo entero, aunque nos duela, a apoyar el gremio golpeado y destruido por un gobierno represor y reencauzar a la medicina aparta de la luz del humanismo.

Carlos Alaimo
Presidente-editor

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