El diario plural del Zulia

Editorial// Una LUZ en sombras, por Carlos Alaimo

Después de las nubes el sol, la vida, la luz del conocimiento. Pero LUZ, aunque lleva inherente esta intención como premisa primigenia, hoy ya no brilla con la misma fuerza con la que lo hizo desde 1946, por ejemplo, fecha de su reapertura, dada por una junta revolucionaria de gobierno –constituida por militares y civiles- a través del decreto 334, en medio de innumerables presiones y en un contexto político atípico.

Yo tengo sembrado “mi ombligo” en La Universidad del Zulia. La conozco desde sus entrañas. Percibo palmo a palmo sus andares, sus conflictos. Sé de su historia, la que se cuenta y la que no. Conocí y conozco sus diatribas intestinas, las que siempre han sido sus fortalezas, pero también sus actuales carencias.

Sé lo que representa la educación para la superación del ser humano, de una sociedad, de una nación. Pero, ¿Cuántos años tiene paralizado el proyecto del Aula Magna?, ¿Cuál es actualmente su ranking académico? ¿Ha habido avances en su transformación curricular? ¿Se han generado nuevas y pertinentes “carreras”? ¿Por qué no se habla de la masiva deserción estudiantil y docente? Creo que muchos se hacen estas preguntas, pero no hay autoridades que den una respuesta.

LUZ debe innovarse, entrar al primer mundo, debe romper esquemas. Es un tema de visión y modelo de gestión. LUZ, fundada en 1891, tan imponente y emblemática como es, lo necesita. Si hay algo que libera al hombre es la educación y el trabajo; los valores libertarios se refuerzan con el conocimiento, con el desarrollo de la ética, el humanismo, la construcción de ciudadanía.

Estos son tiempos de cambios, no hay duda. Pero no se trata de cambiar una persona por otra, un decano por otro, ni a un presidente por otro, es más profundo que eso. Se trata de transformar desde la raíz, desde los cimientos y esto va más allá de la gura de una persona. Debemos que evaluar lo que tenemos y ver hacia dónde queremos ir, por ello, la preparación integral, desde el propio espíritu, es muy importante.

Si queremos previsualizar a la sociedad que tendremos dentro de 20 años, tenemos que ver a las universidades en el presente, esa es una reflexión que los docentes, empleados y universitarios deben hacer. Ello parte, entre otras cosas, por no seguir politizando la universidad; a las casas de educación superior hay que darle los niveles académicos idóneos, porque las universidades son más el futuro más que el presente.

Los líderes universitarios de los años 60 y 70 en LUZ fueron ejemplo. Le dieron mucho a la universidad siendo estudiantes, y en su forma de organizarse gremialmente, y a los 10 años, una vez graduados, empezaron a ocupar posiciones importantes en la vida nacional. Situación que no se reflejó en las generaciones posteriores (de la década del 90 hasta la actualidad).

Debemos buscar la profundidad de las convicciones, que sea esa misma pasión con la que se luchaba dentro del recinto universitario la que mueva y promueva los cambios. Y es que dejamos de formar, de inyectar nuevas ideas. Por eso tenemos una sociedad corrompida. En esto, todos tenemos responsabilidades, unos más que otros, porque hasta por negligencia también se peca.

Tenemos que ocuparnos de lo académico. Insisto en que debemos buscar respuestas a cuestiones que mantienen a LUZ en una especie de limbo: ¿Cómo podemos tener buenos académicos si aquí hasta se acabó la gura del becario docente? ¿Cuando los mejores egresados comenzarán formar a parte nuevamente del plantel de renovación de autoridades? ¿Es justo que un docente gane 20 o 25 dólares, son ¿Eso no es atentar contra la dignidad de un docente? Son temas para discutir sin dilaciones.

Hagamos “que vuelva la LUZ” como un día lo motorizó Jesús Enrique Lossada, poeta, cuentista, profesor universitario e intelectual venezolano, cuyo protagonismo fue clave para que el sueño de la reapertura se hiciera realidad.

Y es que claro queda: Después de las nubes el sol, pero también la urgencia del cambio, el compromiso por transformar a nuestra alma mater en UNA NUEVA LUZ. Insisto, todavía tengo sembrado mi ombligo en nuestra universidad. Y de aquí no salgo.

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