El diario plural del Zulia

Encuentro hertziano

Tinta Libre comparte en este conversartorio las experiencias y las vivencias de quienes expresan todo su talento y profesionalismo a través de una sola pasión: la radio.

Por los pasillos de esta edificación han pasado una cantidad incalculable de estrellas; huele a antaño y el ambiente, con luces tenues, parece el lugar indicado para quien se decide a disfrutar de un espectáculo. Allí, en el edificio Radiolandia, están las 170 butacas de la Fonoplatea de los Éxitos. Las historias de las visitas de grandes de la música como Alfredo Sadel o Arthur Rubistein, aquel polaco de origen judío que hacía magia con el piano, se reviven en cada palabra expresada por Alejandro Higuera, presidente de la emisora Sabor 106.

El ingeniero Higuera, al recibir al equipo de Tinta Libre, relata que heredó de su padre el oficio de admirar estos espacios donde mora la historia viva de la radio venezolana; aquí, reconocidos locutores comenzaron a forjar su legado. Ahora, este escenario del recinto sirve como el lugar idóneo para charlar junto con esos duchos de los micrófonos sobre su carrera en la radio, las anécdotas, la actualidad en la radio en Venezuela y su futuro a corto plazo.

Los primeros destellos

Transcurren los minutos, los saludos van y vienen y los recuerdos se avivan; algunos coinciden en su día a día entre sí, otros no tanto. Todos están ansiosos de que cada uno cuente cómo fueron sus comienzos. Mientras se ponen de acuerdo, finalmente deciden darle la palabra Carla Rodríguez, locutora y comunicadora social, quien es la más joven.

—Cuando era pequeña, siempre me gustó participar en los actos culturales; mi papá es periodista y quizás por ahí tenía esa referencia. Yo comencé como productora, llevando café y trabajando detrás de los micrófonos. Cuando estaba el señor Leopoldo Rincón (locutor y director de Sabor 106) en Unión Radio, tuve mi primera oportunidad para tener un programa en horario primetime y luego él mismo me despidió—, comenta Carla mientras se ríe.

En esa intervención, Rincón insiste en hacer énfasis en la formación del talento radial que pasa por varias fases dentro de este enorme universo:

—Yo hablo desde mi experiencia; yo me he puesto todas las «cachuchas» en la radio. Carla es sin dudas un caso a mostrar: ella se formó dentro de la radio, es parte de ese grupo joven, titánico, guerrero y capaz de realizar un producto llamativo, que pudiera aprovecharse a través de distintas plataformas.

Actualmente, estas distintas plataformas funcionan como una ventana entre radioescuchas. Cuando se trata de combinar estos importantes conceptos, lo esencial debe ser que aporte un toque distinto a la forma en la que se hace radio y Luis Enrique Torres, locutor y conductor radial, así lo explica:

—Cuando yo hacía el programa de ‘Alegría Gaitera’, no hacía lo mismo que León Magno Montiel o que Ramón Soto Urdaneta; yo intentaba presentar la gaita a otro público, en este caso a los chamos. Incluso, fue la primera página web del Zulia en transmitir gaita. La de León se consagró más, pero esta fue la primera de la región. La plataforma que utilizábamos era algo impresionante: una persona podía grabar un mensaje desde cualquier parte del mundo y solo con un clic yo lo sacaba al aire. Un 24 de diciembre del año 2003 hice la prueba y todas las personas que estaban fuera del país enviaban sus deseos a los familiares que estaban aquí en Venezuela. Aquello fue una cosa impresionante.

Leopoldo Rincón decide agregar un punto a la intervención de Torres:

—Ahí es donde efectivamente se da el cambio; el locutor es quien siente el palpitar de la gente y a partir de allí puede reestructurar sus programas, adaptarse a lo que hay y proyectarse sobre nuevas demandas. La radio de ayer no es la misma que la radio de ahorita. Siempre hay que ingeniárselas.

La charla sigue tomando su color y otra de las voces femeninas explica su impensada llegada a la radio:
—Yo de verdad no sabía que iba a estar frente a un micrófono o como periodista, yo iba a ser médica veterinaria. Fue la opción por la que entré a la escuela de Comunicación Social; poco a poco, me fui enamorando de la carrera. Al terminar mis estudios, logré ser corresponsal de RCTV en el Zulia, pero el año 97 conocí a Danilo Bautista, quien trabajaba en el Circuito Éxitos junto a José Bonacía, y comencé con un programa los sábados—, expresa Laura Salazar, locutora de Unión Radio.

Al terminar Salazar, todos afinan el oído. Ramón Soto Urdaneta, una voz referencial de la cultura zuliana, se decide a hablar.

—Cuando tenía barba y pelo largo—, bromea Torres entre las risas de los presentes.

—Entre los hitos de pionerismo que existen aquí en el Zulia, también debemos agregar a la radio. Todo apunta a que la primera estación, al menos comercial, en el país nació aquí: Radiodifusora Maracaibo. Mi pasión por los micrófonos viene de familia; yo soy el quinto locutor de una familia de nueve. La primera vez que pisamos una emisora fue Catatumbo Internacional a los 9 años—, comenta Soto durante su intervención.

Calidad, profesionalismo y estética

La radio tiene como uno de sus objetivos principales comunicar y comunicar bien. Pero no solo ellos son quienes están encargados de todo este producto. Desde los técnicos hasta los productores son parte importante de esta profesión. El uso del lenguaje desempeña un rol fundamental; sin embargo, los locutores coinciden en que debería evitarse esa «colonización» de otros idiomas dentro de la radio venezolana.

—Esta profesión está llena de gente muy buena, pero creo que hay que hacer una especie de «Constituyente Hertziana», para mejorar la calidad, el sentir y la razón de la radio. Si bien fue un paso importante la democratización del espectro radioeléctrico, creo que también es muy importante pasarlo por el tamiz de la calidad—, atiza Soto Urdaneta.

—Y quizás esa democratización tergiversada también ha influido en la calidad de la radio—, le contesta Luis Enrique Torres.

Durante su discusión, muchos se cuestionan los criterios de las emisoras y los locutores en la emisión de los programas. La ética profesional en las nuevas generaciones, independientemente de la temática de cada uno de los espacios, marca la tendencia de la conversación.

—Lejos de ser un error, es parte de los cambios que se han dado, de la tolerancia excesiva, como dice Ramón; el lenguaje es un instrumento que nosotros como locutores debemos cuidar. Si nosotros no lo cuidamos, ¿quién lo va a hacer?—, se pregunta Leopoldo Rincón.

Cada época es diferente a otra. Es imposible comparar la radio seria y sobria de antaño con la rebelde y con un estilo más fresco de la actualidad.

—Yo vi una oportunidad en la radio comercial y eso fue lo que económicamente me mantuvo; no obstante, antes era imposible hacer una publicidad diciendo: «Vamos pa que fulanito». No, señor. Creo que anteriormente había unos estándares de calidad más recios—, opina Luis Enrique Torres.

La radio debe ser un espacio para la verdad; al fin y al cabo, todo se reduce a una cosa: el servicio público que ha sido desde sus inicios.

—Yo creo que la mejor forma que tenemos los periodistas de colaborar en estos momentos es informando a las personas y dándole espacios a quien lo necesite, cree Carla Rodríguez.

Vivencias dentro y fuera de cabina

Conforme los locutores van brindando sus distintos puntos de vista, algunos cuentan los hechos históricos que vivieron en carne propia desde la cabina, como el paro petrolero del año 2002 o el accidente del avión de Machiques en el año 2005.

—Yo asumí las riendas de Metrópolis en el 2003. Esa misma semana, a la emisora le pusieron una bomba en un maletín de cuero. El operador estaba arriba en los controles, cuando debía haber desalojado el edificio. Pudimos transmitir en vivo todo el hecho, porque era algo increíble. Aquello parecía una escena de un grupo SWAT. La bomba no logró activarse porque se hacía vía telefónica y falló—, explica Luis Enrique Torres.

Laura Salazar hace un corte y comenta sus experiencias periodísticas.

—En el desastre del avión de Machiques, yo fui una de las primeras en llegar y transmitir en vivo lo que estaba sucediendo. Creo que lo importante no es solo estar en cabina; hay cuestiones que son muy diferentes cuando las transmites en cabina o si las transmites directamente desde el lugar.

Aquí se plantea otro interesante punto. Un locutor, más allá de tomar los micrófonos como su herramienta principal, no debería encasillarse ahí. Como profesionales de la comunicación y la información, también es importante ser parte de esos hechos.

¿Hacia dónde se dirige la radio?

Las nuevas tecnologías de la información parecen arrasar con todo. Si el medio no se adapta, la ola de la nueva era lo cubre y es capaz de ahogarlo. Todo está en un cambio constante; la evolución es tan necesaria como inevitable. En este punto, los locutores difieren.

—Todos hemos vivido una época muy linda de la radio, pero debemos evolucionar. No podemos hacer como el agua estancada y pudrirnos. Debemos adaptarnos a las nuevas formas de hacer radio; creo que, de aquí a algunos años, va a desaparecer. Hay que apuntar a la era digital. Actualmente, las personas prefieren estar pendientes del teléfono móvil que de un programa de radio—, expresa Salazar.

—No coincido, pero ahí también entra la responsabilidad de los medios de comunicación y las emisoras—, le contesta Rincón a Salazar.

Según Ramón Soto Urdaneta, tanto los directores de las emisoras como los periodistas deben «afinar» y reestructurar sus políticas. La radio se prostituyó al permitir a cualquier individuo ser parte de ella.

Sin duda alguna, la profesión ha abierto el campo a una cantidad importante de personas que hace algún tiempo veía imposibilitada la oportunidad de salir al aire. El principio de vender sigue estando por encima del principio de crear contenido de calidad para los radioescuchas; el gran reto de la radio en Venezuela es incorporar valores que día a día se degradan. El desafío está en cómo hacerlo para que entretenga, eduque y trascienda.

 

Fonoplatea de los Éxitos: un espacio singular
Llamada así por José Higuera Miranda, este auditorio srivió como el escenario de artistas de gran renombre nacional e internacional durante la llamada «Época Dorada de la Radio». Por allí han pasado celebridades como Pedro Vargas, Leo Marini y hasta el propio Ricardo Aguirre, así como también otras estellas del país y el Caribe.

 

 


 

Leopoldo Rincón, locutor y director de Sabor 106 FM.

Ramón Soto Urdaneta, locutor y animador radial.

Carla Rodríguez, locutorade la emisora La Mega.

Laura Salazar, periodista y locutra del Circuito Éxitos.

Luis Enrique Torres, locutor y publicista.

 


El  presente reportaje pertenece a la vigesimocuarta edición de la revista cultural Tinta Libre, publicada el 7 de julio de 2017.

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