El diario plural del Zulia

Xenofobia como política de Estado: "Perú sería perfecto, de no ser por los venezolanos”

Las agresiones registradas en la previa y tras el partido entre la Vinotinto y la selección incaica muestra el infierno que viven nuestros connacionales en una nación en la que desde la Presidencia se culpa de forma exclusiva de la inseguridad a la migración criolla.

El partido del martes entre la Vinotinto y la selección de Perú desnudó ante el mundo el odio y rechazo contra los nacidos al norte de Suramérica más allá del empate a un gol por bando. En la previa, el encuentro clasificatorio para el Mundial de 2026, presentó antecedentes que muestran que la xenofobia no es un hecho aislado que se da en algunas regiones y ciudades, y se trata de una política de Estado.

El primero ocurrió en un programa de televisión peruano en el que se emitieron comentarios peyorativos y denigrantes contra la mujer venezolana y el mismo día del partido las autoridades migratorias peruanas anunciaron puntos de control en el acceso al estadio mientras que la Federación Peruana de Fútbol delimitaba dos sectores para la fanaticada vinotinto, condicionando su entrada en la “zona visitante” a quienes vestían esta camiseta.

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Luego, en el ambiente postpartido, cuando los jugadores criollos se acercaron a las gradas para regalar a los fanáticos de la Vinotinto sus camisetas, varios jugadores de la selección fueron agredidos por funcionarios de la Policía Nacional Peruana, incluso el defensa criollo Nahuel Ferraresi fue golpeado por la policía en su mano derecha.

Pero la gota que derramó el vaso ocurrió este miércoles, cuando las autoridades peruanas, que trataron de deslindarse de la responsabilidad, retrasaron por varias horas el regreso de la selección de fútbol venezolana al país al negarse a suministrar combustible al avión que trasladaba a los jugadores, acción denunciada por el Ministerio de la Juventud y Deporte y por el Canciller de Venezuela, Yvan Gil.

El chivo expiatorio perfecto

Ernetinas Mogollones, periodista de investigación, analiza lo ocurrido: “Cuando se está en un país donde unos pocos no te quieren, es normal, no pasa nada. Cuando los que no te quieren son numerosos, ya pasa a ser incómodo. Cuando el que no te quiere es El estado, ya no es normal, ni incómodo, es peligroso”, advierte.

La comunicadora reconoce que desconoce la realidad socio-economía y política de Perú, pero hay algo que tiene claro:

Tienen el chivo expiatorio perfecto: los venezolanos. ¿Hay desempleo? Eso es culpa de los venezolanos ¿Violencia? Los venezolanos ¿Prostitución? Los venezolanos. ¿Sube el precio de la vivienda? ¿Colapsan los servicios sanitarios? ¿La educación? ¡Todo es culpa de los venezolanos! “Perú sería un país perfecto, de no ser por los venezolanos”.

Mogollones asegura que tras lo ocurrido la justificación es la bandera ondeada por nativos de este país para ocultar las miserias del odio retrogrado contra los criollos.

¿Las declaraciones denigrando de la mujer venezolana? Oh, es que se sacaron las cosas de contexto. ¿La redada policial antes del partido? Eso es normal, ser hace todo el tiempo. ¿La agresión a los jugadores? Se lo buscaron, no respetaron las órdenes de la policía. ¿La negativa a permitir el despegue del avión? Eso es que no querían pagar la gasolina. En resumen, todo lo ocurrido fue normal y merecido. De ahí, al apartheid y la persecución sistemática, no hay nada. A extremar precauciones”, recomienda.

El objetivo es evitar atacar el fuego con gasolina. En redes sociales, venezolanos indignados con el trato y las acciones, advierten de lo que podría ocurrir cuando la selección peruana visite Venezuela en el partido de vuelta de las eliminatorias.

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Máster class de falsa superioridad moral

El impacto de la migración criolla en la actividad criminal de Perú suele ser la principal herida para los venezolanos de bien, inmensa mayoría, que residen en este país. Pero no se puede esperar menos. El pasado 26 de abril, Dina Boluarte, presidenta del Perú, culpó a los venezolanos de la inseguridad. Lo hizo frente a la prensa sin mirarse un segundo al ombligo y con expresiones que quedaron grabadas.

Ustedes mismos son los que transmiten todos los días (…) que quienes cometen a diario asaltos, robos y demás actos delincuenciales son extranjeros, por eso es que tenemos que reformular la ley de extranjería, ver este tema de la migración (…) Han entrado 800.000 venezolanos, otros tantos haitianos, y son los que están lamentablemente cometiendo estos actos”, expresó Boluarte en una rueda de prensa, sin hacer distinciones.

La comunidad china en el Perú sabe mucho de lo que es ser víctima de la xenofobia.

En un artículo de Oscar García para El Comercio, retrata la época en que el trabajo sobraba en el país y los asiáticos llegaron desde Cantón, Macao y Hong Kong, en penosos viajes en barco de cuatros meses, para ocuparse de las labores agrícolas que ya no podían hacer los afroperuanos, recientemente liberados de la esclavitud.

“En 1849, miles comenzaron a llegar con contratos de trabajo y unos sueldos de hambre que, aun así, no fueron respetados. En cambio, se los hizo trabajar en condiciones de semi esclavitud, hasta que la comunidad fue creciendo y con ella los primeros brotes de xenofobia. Quince años después del arribo de los primeros barcos con ‘culíes’ al Callao, los diarios limeños se ocupaban ya del ‘problema chino’, como un asunto de urgencia para la ciudad, algo que merecía la atención completa de las autoridades.

El problema para la población era, explica García, que los foráneos habían dejado los campos y se habían instalado en las urbes.

La Prensa y El Comercio daban cuenta del crecimiento de la comunidad china en Lima, a veces con un tono apocalíptico que hoy nos sonaría muy conocido. (…). Para muchos limeños, el recién llegado era visto como alguien que venía a quitarles el trabajo, a aprovecharse de sus servicios; era sospechoso de portar enfermedades como la malaria y de llevar una vida disipada, atrapados en el consumo de opio. Y un dato extra interesante: los primeros chinos llegados al Perú eran exclusivamente varones, lo que alimentó leyendas y otro tipo de recelos entre los locales, que cuidaban a sus mujeres de ser vistas más de la cuenta”.

¿Mientras más odio, más aplausos?

A Luis Carlos Díaz, comunicador con formación de Derechos Humanos, la “xenofobia como discurso y práctica oficial” en Perú, resulta preocupante. “Buscan aumentar la violencia. Es populista y puede constituir crímenes de Estado".

Lo que están haciendo algunos medios, cuerpos de seguridad y voceros políticos peruanos contra los venezolanos no ocurre por ignorancia. Ellos saben lo que hacen y serán responsables de cada evento en adelante”, asegura.

Díaz sostiene que el uso político de la migración multiplica los daños para todos. Asegura que clave que tanto la Organización de Estados Americanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos e instituciones con verdadero interés y musculo, trabajen los temas migratorios, alerten y exijan a Perú que respete los derechos de los más vulnerables.

Lo más indignante, en lo reciente, sucedido con la migración venezolana, ocurrió a principios de octubre de este año cuando el líder del movimiento etnocacerista Antauro Humala, hermano del expresidente Ollanta Humala, quien llegó al poder con el respaldo de Hugo Chávez, sugirió en acto público enviar a los migrantes y refugiados venezolanos en Perú a un campo de concentración.

¿Qué hacemos con el millón y medio de venezolanos [que hay en el país]? Estos presidentes dicen que los van a deportar de 20 en 20 o 10 en 10. [...] Siria es un pueblo que ha tenido guerra y hay millones que están refugiados. [...] Igualito que acá. Y Bashar al-Ássad [presidente sirio] los ha concentrado en un campo de refugiados para que los administre la ONU”, expresó en un discurso en el que hizo apología del odio sin recibir señalamientos u acusaciones públicas por ello.

 

 

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Bolívar, ¿históricamente odiado en Perú?

En redes sociales, tras el partido, corre como pólvora un video en el que se muestra al desaparecido expresidente Alán García, refiriéndose al rechazo histórico de la figura de El Libertador Simón Bolívar en esa nación y como, José de San Martin, era mucho más admirado y apreciado. En su discurso, García aseguraba que los peruanos no querían independizarse de la colonia de España y que la guerra a muerte decretada por el militar caraqueño causó inquina en las élites de ese país.

“Acuérdense de algo, para la independencia de Colombia-Venezuela, murieron 150 mil personas en 10 años. Para la independencia del Perú murieron 5000 personas. ¿Por qué fue tan encarnizado allá y tan fácil aquí? San Martín comprendió que la situación no era favorable a él ni a la independencia y le dijo a Bolivar: ‘Ven tú que yo me voy. El 22 de septiembre de 1822 se fue. En eso fue grande San Martín. Sabía que hay que liberar a América y estos limeños no están muy de acuerdo con esto y no voy a empezar a fusilar gente. San Martín en eso era un hombre bueno de espíritu. En cambio, Bolívar declaraba la guerra a muerte. Todo el que no está con la independencia debe ser fusilado…”, decía.

 

 

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