El diario plural del Zulia

Los tres actos de La Dramática de Maracaibo

La Sociedad Dramática de Maracaibo fue la agrupación pionera en la profesionalización de ese oficio en la región. Una política cultural trascendente, su ascensión al ‘Olimpo’ y la materialización de una sede propia representan la mejor función de esta escuela.

Julio de 1985. Hace calor en Delfos, Grecia; es verano y el mar que se abre más allá de las montañas está en primer plano para los espectadores del Edipo Rey Caribeño que la Sociedad Dramática de Maracaibo declama con voseo, como lo ha ideado su director, el maestro Enrique León.

Yocasta se ha suicidado sobre las ruinas de este escenario del siglo IV, pero Nelly Olivier, quien la interpreta, ahora se desmaya al salir de la escena abrumada, digna y con una corona de laureles que le han puesto, como a Alexis Blanco —Edipo—, por semejante puesta en escena.

«No se les puede meter paja a los griegos con Edipo, y esa noche pasó algo ahí», desentraña Blanco, protagonista de esa jornada y de la trama que venía armando «La Dramática» en el mundo. Y en Maracaibo. Un año atrás recogían el peso de un galardón Ollantay por la ejecución de Traje de Etiqueta, del dramaturgo César Chirinos, mientras de este lado del Lago, en su sede, los corredores recogían la energía de los múltiples pasos dados antes de la actuación final.

«Una ciudad sin teatro es como Maracaibo»

«Poetizar la ciudad» ya era algo más que un lema de la Sociedad Dramática, y este proyecto, una política cultural. León había pasado de internarse en la Biblioteca Pública (hoy María Calcaño) para leer El Zulia Ilustrado y rescatar el nombre de la Sociedad Dramática de Aficionados del siglo XIX, a dirigir el levantamiento de una sede propia de producción cultural en plena década de los noventa, cuando esto no sucedía.

Y dirigía a Blanco, a Cheo García, a Gerardo Piñeiro, a Doris Chávez y a Hermmankis Parra —y hasta a 40 seres más— como actores, mientras que este último también producía, maquillaba, y enseñaba en La Caja del Cachicamo —taller de expresión infantil. «Para ser actor, tenéis que generar la plata», explica Hermmankis. «La Dramática» tuvo un concepto claro de la estética teatral y la puesta en escena. No escatimaba en la factura, por lo que el vestuario y la utilería necesitaban esas múltiples gestiones.

Esa misma estética también comprendía la selección de los textos. Shakespeare, Molière y Sófocles eran autores universales que representaban con la meta de «maracuchizar» el lenguaje. Delfos, Guanajuato, Cádiz y 15 islas del Caribe fueron espectadoras de la nasalidad y el ‘vos’ en el extranjero; un «maracucho-leninismo poético», alardea Alexis Blanco —una empresa artística tiene que ver con la tierra en la que se desarrolla; la ciudad debe hablar con todos sus plusvalores estéticos.

Hermmankis Parra, entre 1981 y el 2000, tenía una necesidad particular de expresión. Esta escuela lo atrapó con esa forma de narrar Maracaibo. «Me consoló», escabulle, con la cátedra permanente de formación, en la que la exigencia se impuso con frecuencia en las críticas de El Diario de Caracas y El Nacional.

Star system propio

Julio de 1977. Hay una velada en La Casa de Morales. —La Dramática hizo un esfuerzo magnífico. Hubo teatro y gaita de furro de Santa Lucía, con la presencia de la colombiana Staruska Ladrón Guevara, Aura Morán, Orlando Antique y el doctor Germán Cardozo Galué—, narra, apresurando el recuerdo, el profesor Enrique Romero.

Homero Montes hace un monólogo vestido de traje y llevando corbata. Mira hacia a los pasillos de La Casa de la Capitulación y con su viril voz conversa con una vecina que no se ve, pero que él hace creer que está ahí. «Fue el mejor actor de la región», sincera Alexis Blanco.

Periodo activo

La Sociedad Dramática inició su andar artístico en 1977 y en el 2002, con la puesta en escena de la obra Antígona, lo cesó.

 

Junto con Blanco, Olivier y otros tantos actores, Montes representó Edipo Rey en un festival de teatro en Caracas y el embajador de Grecia en Venezuela, experto en teatro antiguo, quedó «fascinado» con el montaje, cuenta, reivindicada, Olivier. Por su recomendación, el Centro de Cultura Europeo invitó a la Sociedad Dramática de Maracaibo a Delfos, al IV Encuentro Internacional de Drama Griego Antiguo.

La hojarasca

José Ignacio Cabrujas y Enrique León estudiaron juntos con Juana Sujo. Su nexo fue más ‘profundo’ que la dirección de León sobre este texto del dramaturgo. En 1995, el autor de El pez que fuma murió de un infarto en Porlamar y León no salió entero de esa noticia. «Se apagó la llama de la Sociedad Dramática», siente Blanco.

—En cualquier institución de carácter social, benéfico, cultural… los fundadores y su equipo viven momentos de desaliento; es el público el que auxilia, en primer lugar, a la institución que atraviesa un mal momento—, reflexiona, 15 años después, Enrique Romero, tras el fenecer de esta escuela. —Si todos hubiésemos estado más presentes en La Dramática, hubiese tenido más fuerza para resistir todos los embates que tienen las iniciativas culturales—, sentencia.

Ya en el 2000, Hermmankis había saciado aquella necesidad particular de expresión; por eso, otras carencias le hicieron emprender un camino distinto al de su escuela, luego de haber hecho gestión y producción hasta con los embates que dejó un incendio en la planta física.

La Sociedad Dramática de Maracaibo mutó su esencia. El escritor Norberto José Olivar asegura que no hace falta haber leído Doña Bárbara de Rómulo Gallegos para llevar en el pensar-actuar a Santos Luzardo, Lorenzo Barquero y a la misma «devoradora de hombres». De ese modo, la visión profesional del teatro emprendida por Enrique León y, más allá, su manera de «contar la ciudad» se instalaron en los distintos escenarios del teatro regional y nacional.

Era «el teatro del mundo» de una ciudad con referentes como los del desierto con lago y puerto que expone conductas particulares y que el maestro representó teniendo como soportes la sociología, la antropología y la psicología, tal y como lo expresa su alumna y pareja durante años significativos, Nelly Olivier; la Yocasta muerta de miedo ante Delfos.

«Los peces son los restos de un naufragio»

La universalidad, el lenguaje y la expresión se dieron cita en el templo del dios Apolo de Delfos, a cielo abierto en una reflexión absoluta del teatro. Grandes personajes estuvieron presentes, eran expertos en Edipo Rey, y la Sociedad Dramática de Maracaibo fue coronada con laureles, como cuando hace 2500 años un artista triunfaba en ese mismo escenario.

«Falsa es la canción cuando no se tiene un cómplice». Enrique León.

La gaita onomatopéyica
El maestro Enrique León le pidió a Neguito Borjas una gaita sin letra y solo música para la obra Farsas.

 


El  presente reportaje pertenece a la vigesimotercera edición de la revista cultural Tinta Libre, publicada el 23 de junio de 2017.

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