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Relegitimarse puede remozar a la oposición, pero no garantiza su reacomodo

La politóloga Maryhen Jiménez expresa que lo deseable es que, al mismo tiempo, se dé una renovación y que los partidos reajusten su relación bilateral o multilateral con sus pares. Para el investigador Luis Salamanca, en medio de tanta fragmentación, no es fácil atiborrar de tareas a la oposición.

Varios partidos de la oposición, tras las elecciones regionales de 2021, ofertaron procesos de relegitimación interna. En el último mes, las organizaciones del G4 (Primero Justicia, Voluntad Popular, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo) han anunciado al país algunas acciones que apuntan hacia la revisión interna.

En este contexto, dentro de Avanzada Progresista (AP), también llegó el escrutinio y reformulación doméstica, aspectos que no están exentos de cuestionamientos.

Como quiera que sea, la relegitimación de los partidos de la oposición abre una ventana para una agenda de objetivos prioritarios, que van con retardo a la luz de la lucha para 2024.

En ese contexto, es posible que puedan oxigenarse, pero esto no necesariamente implican reajustar o recomponer el mosaico —«el chiripero»— en el que está inmersa la oposición venezolana.

Dentro del ámbito opositor se mueven una diversidad de actores con un objetivo aparentemente común, pero con diferencias en los mecanismos o en la ruta a seguir para alcanzar la meta política. De esos grupos, en el que varios de los partidos han sufrido el impacto del desmembramiento vía maniobras del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), se deriva lo que el gobernante Nicolás Maduro insiste en llamar «oposiciones».

"El 99% de las oposiciones de Venezuela van a inscribir a sus candidatos. Estoy feliz, porque lo logramos, los sacamos del golpismo. Los derrotamos y los traemos de manera magnánima al escenario político y electoral", dijo Maduro, en 2021, unos meses antes de las elecciones regionales.

"Yo esperaría que la renovación fuese en simultáneo con la reorganización de la oposición. El 2024 está a la vuelta de la esquina, si estamos partiendo de que el grupo opositor desea ganar tiene que agilizar y emprender una división del trabajo, en el seno de cada partido se tiene que acomodar la casa en términos de programa y de liderazgo y, a su vez, esos partidos deben recomponer su relación bilateral o multilateral con los otros partidos opositores", puntualiza Maryhen Jiménez, doctora en Ciencias Políticas de la Universidad de Oxford.

 

Puntualiza que se trata de tareas pendientes y acumuladas porque el trabajo opositor no se hizo  en su momento.

Un aspecto sobre el que Jiménez llama la atención son las diferencias dentro del seno de la oposición las cuales, señala, obedecen a distintos incentivos. Expresa que un cambio de régimen político es una transición de autoritarismo a democracia.

"Es decir, hay grupos que se dicen opositores, o vamos a decirlo más técnico: no oficialista, y no necesariamente están interesados, ni en la búsqueda de un cambio de las reglas políticas. Entonces, de esos actores hay poco que esperar en términos de estrategias de cambio político", indica Maryhen Jiménez.

Asimismo, la investigadora de la Universidad de Oxford afirma que hay otros actores opositores que son más maximalistas, y creen es en el colapso, vía intervención. Sobre este grupo, señala que no necesariamente está invirtiendo en una estrategia realista, viable, en el corto plazo.

Sin embargo, Maryhen Jiménez refiere que esos grupos sí están invirtiendo mucho en la formación ideológica, en la formación de sus bases y, sobre todo, en el trabajo internacional para, quizás, capitalizar en ese campo que era de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), ahora el G4, el gobierno interino o la Plataforma Unitaria.

"Quedan esos actores de la oposición que están interesados en un cambio político, pero, a su vez, tienen diferentes incentivos. Unos porque están en la estructura del gobierno interino y eso genera también una serie de incentivos para mantener el statu quo, visto que no funcionó el colapso del gobierno de Maduro", subraya.

El mosaico de la oposición

El politólogo e investigador Luis Salamanca señala que en el mundo opositor venezolano ha habido una continua tendencia a la fragmentación, a la confrontación interna, a los choques. En ese contexto, destaca que persisten las rencillas internas por distintas razones, nunca ideológicas.

«La relegitimación es una manera de decir vamos a parar esa tendencia nefasta’, vamos a tratar de ver cómo trabajamos, cómo juntamos esos pedazos que van quedando por ahí, ver cómo se pueden reconstituir para iniciar la construcción de una estrategia de cara al año 2024, esboza Salamanca.

 

Enfatiza que la oposición debe estar alerta ante «las sorpresas de carácter militaroide a las que nos tiene acostumbrado el régimen». Añade que la última de estas sorpresas revolucionarias fue el bloqueo al camino del referendo revocatorio de este año.

Salamanca sostiene que, en principio, la relegitimación de los partidos de oposición puede ser una oportunidad para recomponer a la oposición.

Sin embargo, pide no olvidar que buena parte de la situación de las organizaciones opositoras se debe a la injerencia del gobierno, del régimen, en la vida interna de esos partidos para dividirlos primero, para ilegalizarlas después y quitarles los símbolos y las tarjetas y dárselas a facciones minoritarias y bastante afines al gobierno.

«El chiripero existe desde siempre, es una sopa de letras, un gigantesco archipiélago, allí hay que tomar en cuenta que hay sectores más fuertes que otros y con más tradición. Por eso es que los del G4, aunque la gente lo critique, son los partidos de mayor impacto y representación en la comunidad, o eran, hasta 2015», subraya Luis Salamanca.

En aras del debate planteado para este análisis de TalCual, el politólogo indica que en la situación actual de los partidos opositores, en medio de tanta fragmentación, tanta injerencia despedazadora por parte del gobierno, no es fácil pedirles que no solamente se relegitimen y que renueven las autoridades.

"Esto último es una de las cosas más difíciles porque los partidos son organizaciones que tienden a la estabilidad del liderazgo inicial. De hecho, según el estudio de Robert Michels, los dirigentes de los partidos tienden a convertirse en una oligarquía interna de la organización. Son dirigentes que tienen tiempo dedicándose al control de los partidos", advierte.

Salamanca añade que, en el caso actual de los partidos opositores, la situación es dramática porque son grupos picados en varios pedazos.

Por ejemplo, ataja, Henry Ramos Allup tiene sociológicamente al partido Acción Democrática (AD), pero no lo tiene legalmente.

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