El diario plural del Zulia

Editorial: El reto de 2024

Nos llega una nueva y capital oportunidad. Es única y, además, definitoria para configurar el país de los próximos años.

Y es precisamente en este año que apenas comienza.

Pero las oportunidades se aprovechan si se está preparado para percibirlas como tal. Si no hay fe, pensamiento crítico ni creativo, es difícil precisarla. La vida está llena de eso, así como la historia reciente de nuestro país.

Así pues, si creemos que en 2024 está la oportunidad, debemos tener la confianza de que el país podrá cambiar.

Estamos obligados a ensamblar las luchas y las respuestas a los atropellos en contra de la sociedad civil con las mejores mentes y líderes honestos de la política que hacen oposición al modelo de Miraflores, con las universidades, los estudiantes, los gremios, los empresarios, las familias para templar un nuevo tejido que este año pueda enfrentar lo que viene.

Y ese temple debe lograrse con la aceptación y reconocimiento de los errores de todos, pero más importante aún, con la intención de resarcir con acciones concretas que se planifiquen desde el marco ético-moral.

Venezuela, en medio de tanta destrucción, ha reducido sus caminos solo a dos: el del bucle autodestructivo del modelo cubano, o el del resurgimiento desde la ética, la justicia, la dignidad, la ciencia y la fe para refundar el país.

Insistimos en la ética como pilar porque su poder transformador ha demostrado que puede trascender a generaciones y establecer sociedades justas, alejadas de vicios, sociedades que fortalecen naciones y generan cambios en el mundo.

La Europa de la postguerra (1948-1951) con el Plan Marshall (13 mil millones de dólares) demostró mucho. Reino Unido, Francia y Alemania Occidental supieron utilizar esos fondos, no solo con cabeza, sino también con una transparencia impulsada por la misma tradición fiscalizadora y crítica de sociedades que se interesaban por las generaciones venideras. Después de todo, para estas naciones y otras a las que les fueron asignados recursos, este acuerdo resultaba una oportunidad única de recuperación, de resurgimiento y una herramienta para construir el camino para ocupar en muy pocos años la vanguardia de las naciones del primer mundo. Supieron reconocer la oportunidad y trabajaron en ella desde la ética y la ciencia.

Venezuela no ha sufrido guerras, pero ha sido destruida y llevada hasta los cimientos incluso de las familias, al empobrecimiento, al atraso y al éxodo dramático orquestado por un régimen que configuró el Estado Fallido de hoy, y también ha sido vapuleada por una oposición corrupta como el extinto interinato que tuvo acceso a ingentes recursos de la nación de los que no se tiene soportes oficiales de cuánto y cómo se invirtieron. Fueron millones de dólares extraviados en manos de irresponsables que aún siguen en la palestra pública.

No obstante, debemos reconocer la oportunidad que tenemos en frente, que es la unificación de todas las fuerzas de la sociedad que anhelan la recuperación, la justicia y el final del bucle destructivo. El año apenas comienza.

Carlos Alaimo
Presidente-Editor

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