El diario plural del Zulia

Editorial Versión Final | La política es seria y no "pan y circo"

La nación vive la más dura y triste escena que se conoce desde el nacimiento de la República. Los indicadores están a la vista de todos cada día.

La sociedad constata el diagnóstico palpando una realidad que se torna insoportable. Del mejor país de Latinoamérica pasamos a la cola del hemisferio en democracia, derechos humanos, crecimiento económico, dignidad. La inmoral corrupción se instauró como marco referencial del régimen y permeó a todos.

El tema de Venezuela es serio y no puede tratarse con ligereza o fórmulas caducas y oxidadas. La responsabilidad recae en la política y sus actores que, en los últimos 25 años, desviaron el rumbo cometiendo error tras error en sus procederes, pero la sociedad civil, empresarios y los ciudadanos no fueron capaces de asignar el verdadero valor a la política.

La política no es un show o un carnaval donde reina el “pan y circo”; y algo nos dice que queremos convertirla precisamente en eso. Ahora nos orientamos más por encuestas o por el que más “dinero pone en la mesa” para ganar unas elecciones. Todos, con excepciones, nos hemos equivocado y, esta es una triste realidad. Por ello afirmamos que la política es el todo configurador del país, el andamiaje civil para dignificar la vida, nuestras familias, nuestra sociedad y por ende a nuestra Nación.

Es la hora de ver la política en su justa y real dimensión. El oficio de la política es serio, no un patio de juegos. Chávez quiso inventar el “socialismo del siglo XXI” y ese nefasto ensayo nos dejó varados en la destrucción. ¿Acaso seguiremos apostando a los que no han podido desmontar el modelo cubano “encarnado” en Miraflores? o ¿vamos a creer en mesías de manos de hierro para rescatar la democracia y darle gobernabilidad al manejo del Estado? El futuro gobierno que Venezuela necesita es de transición.

El país merece un modelo de gestión de gobierno al mejor ejemplo del “Pacto de Punto Fijo”, hoy vigente dada la dinámica que se vive, donde podamos elegir a un Presidente que represente una reforma de Estado, para introducir cambios importantes tales como reducción del periodo electoral, la no reelección indefinida, el sistema de bicameralidad para regresar al modelo parlamentario con cámara de diputados y senadores, e incluso una doble vuelta electoral que servirá limitar el juego de aspirantes a caudillos y democratizar más al Estado.

Por ello debemos evaluar propuestas, estudiar a los candidatos en sus conocimientos del manejo del Estado, sus antecedentes en las actuaciones públicas, el origen de sus bienes personales y de la campaña; solo así se valorará un voto efectivo que se traduzca en un cambios reales.

Siempre me he referido al voto como si fuera un cheque: ¿Le daría usted un cheque en blanco a alguien? Así es el voto! No se le puede dar a cualquiera. Es la hora de un gran acuerdo nacional incluyente, un plan de Nación sin odios, que pueda ser construido por múltiples factores políticos y sociales y liderado por un político que tenga primero este perfil de abrir puentes para una visión compartida y dirección colegiada.

Será un Presidente de transición aquel que no aspire a gobernar pensando en su partido o una reelección, sino que abra la puerta al pluralismo ideológico, alternabilidad política y sembrar las bases de la modernización del Estado.

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