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Universitarios en el exterior piden auxilio

“Si me fui de mi país fue porque quería superarme y expandir mis conocimientos, también quería irme a la cama tranquilo sin pensar en la inseguridad. Después de terminar mi carrera necesitaba ir más allá”, relató Diego Galué, un marabino residente en Siena, una pequeña ciudad italiana.

Diego emigró en el año 2013, unos meses antes de que el Decreto Presidencial número 903 resolviera la suspensión del envío de remesas a través del Centro Nacional de Comercio Exterior (Cencoex), actualmente Simadi.

Lleno de aspiraciones, inició un Máster en Ingeniería y Telecomunicaciones en la Universidad de Siena, que hoy pende de un hilo. “Me inscribí, pero no tengo como pagar la matrícula y debo siete meses de renta en el apartamento donde vivo”, contó Diego.

Actualmente Galué se las ve difícil, pues las leyes europeas permiten un mínimo de horas laborales para los estudiantes, unas 50 semanales por 350 euros, su cientes para comida y transporte.

Desde el decreto 903 la situación dió un giro de 360° para Diego y otros 25 mil estudiantes en el exterior. Están regados por el mundo esperando un milagro que les permita tener un estatus migratorio, culminar sus estudios y llevar un ritmo de vida normal.

Para Carlos Moreno, coordinador mundial de Estudiantes Venezolanos en el Exterior (EVE), es como si el flagelo de la crisis económica que azota con fuerza a los venezolanos, alcanzara a quienes con la aspiración de cumplir sus sueños profesionales emigraron a otros países.

“Nuestros estudiantes no la están pasando bien, muchos perdieron sus becas y los estudios que venían realizando. Están endeudados y han tenido que acudir a refugios en busca de asilo, pues no tienen como pagar una renta”, explicó.

Las cifras que según un censo realizado por el EVE, arroja un total de ocho mil estudiantes en Estados Unidos, seis mil en España, cinco mil en Canadá. El resto está dividido en otros países como Panamá y Argentina.

A espera de un milagro

La organización EVE solicitó el pasado 28 de julio a la Asamblea Nacional de Venezuela, declarar una “Emergencia Migratoria” para los estudiantes que están varados en el exterior. Esto funcionaría como instrumento legal para que se ejecuten medidas de apoyo en los distintos países, como el que está en disposición de establecer el Estado de Utah, a través de la mediación del senador Orrin Hatch, para que los estudiantes venezolanos indocumentados o con visa estudiantil paguen matrícula de ciudadanos, las cuales son más económicas.

"Ni siquiera queremos que el Gobierno devuelva nuestras remesas, solo pedimos que se declare Emergencia Migratoria, porque hay disposición por parte de las autoridades en el extranjero de tendernos la mano y promulgar leyes que nos permitan resolver nuestros problemas legales y económicos”, aseguró Carlos Moreno.

Desde la Comisión Permanente de Política Exterior, Soberanía e Integración de la Asamblea Nacional, se delegó una Subcomisión especial que investiga las irregularidades con las divisas en Venezuela.

La situación de los estudiantes en el extranjero sería expuesta en la plenaria del pasado martes 9 de agosto, tras la presentación de un informe contentivo de todos los casos, pero la discusión no se realizó.

Estos jóvenes que decidieron dejar su país en busca de oportunidades de estudio son en su mayoría brillantes, con carreras sobresalientes, como es el caso de Leonardo Hernández, Comunicador Social egresado de la Universidad Católica Cecilio Acosta, quién emigró a España en el 2014, y no tuvo oportunidad de recibir ni siquiera el primer pago de remesas.

"Desde entonces me ha tocado quemar mis cartuchos, el dinero que me traje con la venta de algunos bienes en Venezuela me ayudó a sobrevivir, pero la deuda que mantengo con La Universidad Rovira i Virgili, Cataluña no permite que me entreguen mi título como Magister en Patrimonio Artístico y Cooperación Cultural”, admitió Fernández.

Volver no es opción

“Muchos se preguntarán por qué no regresamos. Para nosotros signi - ca abandonar nuestras aspiraciones. También atravesamos una especie de autoexilio, pues la política de nuestro propio país nos señala como raspacupos y apatridas”, sentenció el periodista.

 

 

 

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