El diario plural del Zulia

La desidia se cocina en el Hospital General del Sur

¿Cómo llega un médico a atender una emergencia en cualquier piso del Hospital General del Sur? Las escaleras se congestionan entre familiares y especialistas, porque solo funciona un ascensor.

Hay que hacer cola, los enfermos son prioridad. Una voz masculina le grita a la puerta de la máquina: “Planta baja”. Mientras, el calor se combina con el mal olor de cañería que se filtra en pleno pasillo principal del recinto hospitalario. Llegó el ascensor.

“En el hospital nada funciona y los pacientes se mueren de hambre”, murmuran. Las puertas no existen en el único aparato elevador que traslada personal y pacientes. Además de basura y comida.

“Primero el personal”, exclama el hombre de estatura baja que cuenta a las personas y selecciona al azar tres más. Vamos subiendo. La máquina se impulsa con ayuda humana y las paredes están marcadas con los pisos. Tiembla, se desliza solo, como si en algún momento se fuera al abismo.

Son las 12:00 del mediodía. Los primeros pisos ya recibieron comida, son del área de Pediatría. Los niños con diversas patologías recibieron su comida: arroz, ensalada cocida y carne.

“No es la alimentación que deben recibir. Antes había tanta comida que podíamos cocinarle a ellos su dieta, sus frutas, sus alimentos, pero ahora comen como si estuvieran grandes”, comentó una de las cocineras, que por seguridad prefirió no identificarse.

Los pasillos están solos. Las madres se asoman a los ventanales con desesperanza. ¿Señora, ya su bebé recibió el almuerzo?, “no chama, pero para lo que dan”, expresó una de las madres de Pediatría.

¿Primero los gatos?

Cerca de la morgue está la cocina donde preparan las comidas de todos los pacientes. Los hornos delatan sus años y su uso. Aún sirven, no solo para calentar sino para refugiar a los 88 gatos que habitan a los alrededores del hospital.

“La candela avisa si hay alguno dentro, o si está muerto”, contó Laura (nombre ficticio de una de las empleadas de la cocina, para proteger su identidad). Laura no se quitó la comida de la boca, porque ni para ella consiguió alimentos. El sol la quemó en la lucha por una bolsa de comida, vendida en el mismo hospital, pero no la logró.

Le tocará seguir comiendo plátano, pues hace dos meses no consigue arroz. La comida no es comida en ese lugar. Desde un paciente hospitalizado por un accidente, hasta un diabético, u operado de los riñones, todos comen lo mismo.

“Hay momentos donde el paciente solo tiene un bollito con mantequilla, o un vaso de cereal. Aquí, hasta los bebés comen carne”, dijo sin titubear.

No se explica cómo trabajan. Desde ahí parece nacer el fuerte olor de aguas negras. En una alacena guardan lo poco que les llega.

“Desde que han salido en las noticias bajaron comida, pero con fotos: bajan un melón y le sacan foto, hacen un batido y le sacan foto, pura propaganda”, gritó otra cocinera. Muchas veces no tienen agua, “es que ni para el personal hay agua. Las cavas no sirven, los jugos se dan calientes y en las vajillas donde se sirve la comida reposan los gatos, eso es puro pupú”. ¿La Sanidad podría cerrar este lugar? Los vapores nunca los lavan, por falta de personal.

Alimentación desbalanceada

Un paciente renal no puede comer yuca y el tubérculo es parte esencial del menú, que se sirve desde las 9:00 de la mañana y no se come más hasta pasadas las 3:00 de la tarde, a esa hora la comida puede ser almuerzo y cena.

“Cuando hay, el paciente come bollito, arroz, carne, pero cuando no, solo le damos cereal”. Un carrito con dos pisos lleva la comida. En una taza sin tapa va la ensalada de zanahorias, en otra algo espeso, como sopa. “Hoy tenemos gloria, mañana no sabemos”, expresó Laura. Nos invitó al segundo piso, pero es escalofriante subirse al ascensor.

Se está trabajando

El secretario de salud, Richard Hill, desconoció el problema con los alimentos en el recinto hospitalario, pues a “los pacientes se les está llevando alimentación a través del Mercal. Eso es un convenio que está firmado desde hace mucho tiempo. Además, hay un convenio de las empresas que distribuyen las frutas y hortalizas”.

Para Hill la alimentación de los pacientes depende de las indicaciones que dé el médico y la nutricionista que evalúa. Por ello consideró también que en los platos no siempre deben verse carnes y alimentos de gran tamaño, las proteínas pueden darse en otros alimentos que no sea el animal, explicó.

El Secretario de Salud aseguró que recorrerá las instalaciones y tomará cartas en el asunto para mejorar la calidad de los pacientes.

“Venimos trabajando en todas las fallas, pero no es fácil, es un hospital muy grande. Sin embargo, hemos recuperado algunas áreas y continuaremos trabajando”.

 

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