El diario plural del Zulia

Casco Central de Maracaibo, la joya arquitectónica que permanece en el olvido

Para los historiadores el Casco Patrimonial de la capital zuliana es el doliente del paso de distintos gobernantes que solo le dan “una pinturita” y que en algunos casos no ha estado acorde al ambiente que representa la zona

Al salir de una encrucijada, una calle con piso de piedras escondida entre edificios coloniales, se puede observar la réplica de un vagón del Tranvía; al mirar sobre el funicular el paisajismo es distinto. A la izquierda se aprecia una estructura revestida completamente de azul y blanco de balcones y ventanales grandes, en su frente, otra edificación del antaño que luce entre el beige y el rosa.

Se trata del Hotel Victoria (1940) y la casa McGregor (1892), dos referencias arquitectónicas que junto al Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez (Camlb), dan la bienvenida a la plaza Baralt, en el Casco Central de Maracaibo.

Esta escena arquitectónica permite imaginar como en sus pies se estacionaba el tranvía de vapor que recorría la ciudad desde el 5 de octubre de 1884 y que desapareció abruptamente en 1935, dando paso a los automóviles.

Como un grupo de hermanos, otras construcciones y pasajes acompañan en el tiempo a estos tres, al Victoria, McGregor y el Lía. El edificio Beco, la Botica Nueva, el Tito Abbo, y Las Mercedes, son algunos de ellos que cierran con el Convento de San Francisco de Asís.

Detrás de ellos la historia zuliana sigue con el Teatro Baralt, la Catedral, la plaza Bolívar, la Casa de la Capitulación, el Palacio de los Cóndores y el recuerdo de un Saladillo destruido.

Así es el Casco Central de la capital zuliana, un veterano de los espacios patrimoniales de Venezuela que se mantiene entre el sonido del “dos por uno” de los comerciantes, el ruido que ocasiona una partida espontánea  de dominó, unas casas de la Calle Carabobo, bellas por fuera pero precarias por dentro y el lamento de historiadores, cronistas y de los propios pobladores, quienes ven como estas edificaciones se pierden en el abandono.

Aunque el Casco Central fue núcleo fundamental de Maracaibo, hoy permanece en el olvido. Las nuevas generaciones desconocen su historia.

Ángel Lombardi Lombardi, exrector de la Universidad del Zulia (1992-1996) y de la Universidad Católica Cecilio Acosta (1998-2017), recuerda como el eje fundacional de “La tierra del sol amada” residía en el Malecón, la avenida Libertador, la placita Colón y el Puerto, denominado Punta Feria, en aquel entonces por estar situado en la vértice para ingresar a la bahía de Maracaibo.

“La plaza Baralt no es una plaza, es una calle que viene del Malecón y se abre. Si revisan sus calles adyacentes, es el único sitio del Centro donde las calles no son cuadriculas o manzanas. Son como unas manos porque eran las calles portuarias, el mercado”, refiere el historiador.

Esta apreciación también viene a la mente del médico cirujano Édixon Jesús Ochoa Barrientos, vicepresidente de la Academia de Historia del Zulia, quien define al Casco Histórico como “un conglomerado de espacios urbanos y confluencia de diferentes sectores organizados parroquialmente”.

Una extensión maracaibera que abarca la plaza Bolívar y sus alrededores, Santa Bárbara, la parroquia Chiquinquirá, donde se asienta El Saladillo, y el sector El Portuario, 140 hectáreas aproximadas de superficie. “Luego se expande a sectores periféricos como El Empedrado, Veritas, Belloso y Santa Rosalía”, dijo el conocedor.

“Además de ser el punto de origen de Maracaibo, para el Zulia tiene el significado de ser primordialmente el asiento de su semiosfera, entendiéndola como ese espacio que está configurado por el patrimonio tangible e intangible, como costumbres, tradiciones, entre otros”, añade Ochoa.

Pérdida de la semiosfera zuliana

El profesor universitario, que también es músico, poeta, cuentista y folclorista, considera que la destrucción del patrimonio del centro de Maracaibo implicó un quebrantamiento y una pérdida amplia de su semiosfera.

“La destrucción comienza en 1950 de manera sistemática. Primero se derrumban unos hitos históricos, no grandes manzanas, sino que se comienzan a tumbar referentes estructurales que revestían un valor histórico. Todo el claustro del Convento de San Francisco, actualmente un centro comercial. El palacio municipal y el murallón de El Milagro. Se descontextualizó el entorno del Casco Central”, comenta el historiador.

Ochoa también enfatiza que la destrucción se hizo en una época donde no había una plena conciencia de los bienes históricos, aunque ya existía una ley patrimonial de 1945, que era reguardada por la Junta Conservadora del Patrimonio Artístico e Histórico de la Nación.

“En los años sesenta la destrucción sistemática prosiguió paso a paso. Fue a cuentas gotas. Vino la demolición de varias manzanas de lo que hoy es el parque Urdaneta. Pero la destrucción que trajo mayores consecuencias lesivas fue la que aconteció entre 1970 y 73 cuando fue destruido la casi totalidad de El Saladillo. Es el asiento del Zulia”, cuenta el historiador.

“En los últimos 20 años lo que han es destruido”

Por su parte, Lombardi, desde su cálida y completa biblioteca, que no solo resguarda libros, sino piezas de diferentes culturas, objetos y momentos familiares, detalla que uno de los referentes más antiguos es la capillita de Cristo de Aranza y el templo Santa Ana, donde está sepultado el último gobernador y capitán general de Maracaibo, Fernando Miyares Pérez y Bernal. El sitio religioso resguarda cuadros del siglo XVIII.

El reconocido y querido exrector, miembro de la Academia de Historia del Zulia, también menciona al templo el San Felipe Neri, una estructura religiosa  que fue declarada monumento histórico nacional en Gaceta Oficial decreto Nº 26 320 del 2 de agosto de 1960. También tiene el rango de monumento histórico del Zulia, desde 2004. Aunque posee estos  relevantes reconocimientos, hoy permanece en ruinas entre desechos, el olor a orine, como casa de maleantes.

“En los últimos 20 años lo que han hecho es destruir. ¿Qué se ha hecho trascendente en Maracaibo en tema urbanístico? La última remodelación de algo importante fue el Teatro Baralt y antes, el Lía Bermúdez, en los años ochenta y noventa. Dos estructuras que se recuperaron de forma óptima”, sentencia el académico.

Además, conmemora como entre los años 70 y 90 hubo otras obras emblemáticas en Maracaibo como el Sambil, Panorama y Banco Mara, que considera están “tiradas al piso”.

Para ambos historiadores el Casco Central es el doliente del paso de distintos gobernantes que solo le dan “una pinturita” y que en algunos casos no ha estado acorde al ambiente histórico que representa la zona.

Declaraciones que hacen en referencia a la restauración realizada en 2019 por la Alcaldía de Maracaibo, unas acciones aprobadas por Willy Casanova con una inversión que ascendía a los 600 mil dólares.

En esa oportunidad, Daniel Boza, director de Gestión Urbana de Maracaibo, explicó a Versión Final que la intervención integral del Casco Central incluía la recuperación de fachadas de la Basílica, rehabilitación de las fuentes en el Monumento a la Virgen y Plaza Bolívar, el ornamento de la Calle Derecha y la avenida Páez, iluminación de última tecnología en plazas, reasfaltado, nuevas caminerías, drenajes, arborización, limpieza, la construcción de la Plaza Alí Primera, entre otros.

Entre este año y el actual 2022, también se han hecho distintas renovaciones a la Calle Carabobo, tanto Casanova como el actual alcalde, Rafael Ramírez, han intervenido la zona.

“Una cosa es el color de la arquitectura doméstica, otra es el arreglo de pintura que se hizo en la Calle Ciencias, algunas de ellas impresentables e incongruentes. Fue absurdo, un trabajo de  pintura que no respetó las características ambientales e idiosincrasia del zuliano. La diferencia es abismal. La comparación de las fachadas de los comercios con las casas de la Calle Carabobo es grotesca”, repudia Ochoa.

Añade que este tipo de “malas restauraciones” ocurren por no tener orientación de expertos, antropólogos, sociólogos, historiadores y otros, "que son quienes pueden aportar las ideas necesarias para la rehabilitación de tan importante espacio”, dice.

Ochoa subraya que estas acciones también son desarrolladas fuera de la ley establecida en 1993, que refiere que ninguna edificación histórica patrimonial podrá ser demolida o modificada sin autorización de la junta nacional.

Tal como estipula el Capítulo V en su Artículo 32º: “Los trabajos de reconstrucción, reparación y conservación y las construcciones nuevas a realizarse en una población, sitio o Centro histórico de los que trata este Capítulo, requerirán la autorización previa del Instituto del Patrimonio Cultural”.

La ley añade que los efectos de la autorización a que se refiere esta disposición, los interesados deberán acompañar la correspondiente solicitud de los planos y especificaciones del proyecto de la obra que se piense efectuar. “Si en la ejecución de la obra autorizada no se llenaren las condiciones señaladas, el Instituto del Patrimonio Cultural tendrá facultad para exigir que se modifique la misma o se restituya al estado anterior”, puntualiza.

“No se ha restablecido el sistema de patrimonios regionales y municipales, así como la junta que la rige. Este tipo de entes existían y estuvieron activos pero durante las últimas gestiones, que fueron nefastas en materia patrimonial, se desactivaron”, precisa el catedrático.

Edificaciones y trama urbana están en riesgo

Bajo este panorama, Ochoa concluye que tras el proceso de desmelenamiento y destrucción “las edificaciones y la trama urbana, organización de elementos espaciales y nodales que se entrelazan entre sí en el Caco Central, están en riesgo y hay que tomar acciones”.

“Aquí los espacios son mudos. No cuentan su historia porque son tan cementrocenticos (Cemento), tan de concreto, que no hay lugar para poder entender la raíz territorial que implica el espacio. Obviamente son elementos que se van perdiendo. Por ejemplo, el boulevard de Santa Lucía era adecuado a la  tipografía del terreno. Si observas ahora está rellenado y quedó más alto que las casas y en su tiempo estaba al ras del piso de las viviendas. Ese lugar perdió su valor porque una vez que te sentabas desde la casita veías todo desde una misma perspectiva”, suma el psicólogo social César Pérez Jiménez.

El doctor en Ciencias Humanas recalca que en Maracaibo no hay un criterio estético sobre lo tecnológico. “Es decir, la utilidad que las personas le puedan dar a la zona que se está transformando o utilizando”.

“Cuando se saneó e higienizó el centro y se sacó el comercio informal de la plaza Baralt el espacio cambio de una manera drástica. Ya no había esos colores, bulla y los olores que podían existir. Se tienen que generar espacios de convivencia de socialización donde se puedan ir recreando prácticas sociales  y culturales que vayan determinando nuevas órdenes y formas de hacer la ciudad. Esto debe ser determinado por factores psicosociales, la gente es quien hace que el espacio tenga éxito o no”, sugiere el profesional.

La liberación de una parte comercial, la inclusión de acciones habitacionales y el uso artístico, turístico y cultural son otras de las propuestas que se pueden desarrollar con urgencia, según Ochoa.

“El Caco Central ya ha tenido suficiente con ser impulsado a escala comercial y ser tomado para este interés cuando precisamente una de las vías para lograr la conservación es liberarlo de su uso comercial”, define el vicepresidente de la Academia de Historia del Zulia.

De zona patrimonial a ideas habitacionales e impulso de turismo

De acuerdo con Ochoa, se requiere un auténtico plan, unas acciones serias que tomen todos los valores ambientales, históricos, humanos que han caracterizado a la zona.

“El Casco Central tiene que ser nuevamente el depositario de la semiosfera zuliana. Demanda un esfuerzo de instituciones culturales, científicas, entes gubernamentales y el respaldo de organismos internacionales que existen y se encargan de este tipo de desarrollo”, refiere.

El catedrático no deja de mencionar los diferentes decretos que se han hecho sobre la entidad. El Centro Histórico de Maracaibo fue declarado como Zona de Valor Histórico mediante Gaceta Oficial Nº 34.537 de fecha 15 de octubre de 1990 y previamente nombrado en 1986 como Patrimonio Nacional.

En 2013, fue proclamado como Zona de Interés Turístico Nacional, según el decreto presidencial Nº 373 de la Gaceta Oficial Nº 40.246 y el 13 de septiembre de 2018 se firmó el decreto 0035 que declara como Zona de Protección Especial de Patrimonio Histórico y Cultural el Casco Central de la ciudad.

Para Ochoa los últimos dos decretos fueron importantes pero “se quedaron solo en palabras. No hubo una intervención significativa. Para que rehabiliten y den cumplimiento a esa proclamación se necesita un plan integral que permita la recuperación del todo el casco. Se han hecho trabajos a retazos, trabajos de pintura y de muy mala calidad”, puntualiza.

Esta idea de la recuperación del Casco Central es más clara en el pensar de Lombardi. “Sería excelente como una zona turístico recreativa para la ciudad y los turistas”, dice el hombre de origen italiano.

“Seria sabroso ir un domingo en la noche a la plaza Bolívar y escuchar una retreta mientras se pasea con la familia, o cenar por allá. Hasta una 'calle del hambre' podría funcionar si es turísticamente montada”, recrea.

Lombardi aduce que se necesita un proyecto a parte y sin caer en el nominalismo. “Nombro y existe”, un sarcasmo que hizo en referencia a los últimos decretos.

“Si tu no vinculas al sector económico y privado no va a funcionar. Hay que hacer alianzas ¿Están dispuestos a abrir tres café y cuatro restaurantes en la plaza Baralt? Yo les doy la iluminación, la seguridad y el estacionamiento”, sugiere a los gobernantes, al tiempo que recomienda dar iluminación y seguridad.

Según Lombardi, después de dar apertura a estos cuatro cafés y tres restaurantes, se animarán otros empresarios.

“Es convertir una zona histórica que se va a mantener por la parte recreativa y de día el comercio popular.  En ese proceso de recuperación se podría incluir visitas a la capilla Santa Ana, El  Museo Arquidiocesano Obispo Lasso, la Catedral, el Convento y otros. Un circuito de trencitos para niños y de tranvía para los adultos. Un complejo que sería un centro recreativo que se podría alimentar así mismo”, propone.

Ochoa también plantea esta idea y suma el establecimiento de posadas y sedes de instituciones culturales, instituciones literarias, artísticas y científicas que impulsen la expresión zuliana.

Además considera que se necesitan actividades académicas de promoción de la zulianidad. Entre ellas, los paradores turísticos, talleres sobre soles de Maracaibo, coloquios en español zuliano, entre otros.

La idea de estos tres pensadores radica en que al darle la valoración al Casco Histórico se retoma su vínculo con las nuevas generaciones. Lazos que se facilitarían por las características turística, cultural y la inversión privada.

¿A quién no le gustaría tomar un café con una gaita de fondo, mirando edificios coloniales plenamente restaurados y entre la tertulia de unos buenos conocedores de la zona?

Como si se tratara de una Emily en Paris que valora y aprecia la arquitectura y la cultura europea. Una admiración que no se escapa de nuestro propio Casco Central que posee joyas únicas, no solo por su figura material, sino por su historia y transcendencia. Esta zona implora ser verdaderamente rescatada y apreciada.

Visualiza el Casco Central de Maracaibo en una serie de fotografías

Lea también
Comentarios
Cargando...