El diario plural del Zulia

Editorial: El derecho a la verdad

Versión Final mantiene una línea clara y valiente contra la corrupción.

Cuando el exgobernador socialista del Zulia Omar Prieto sembraba el terror en medios de comunicación y empresas con amenazas de expropiación, nosotros, en la búsqueda de la verdad y en defensa del derecho básico de los ciudadanos a estar bien informados, fuimos los únicos en Venezuela que denunciamos sus prácticas políticas.

También actuamos con responsabilidad periodística para hacer contraloría de la gestión del exgobernador Arias Cárdenas, también del partido de Gobierno.

Pagamos un costo alto por ello.  

Se instauró contra Versión Final una especie de persecución política y policial.

Hubo disparos en persecuciones contra directivos del medio, lanzamiento de granadas a la sede del periódico en Maracaibo, entre otras acciones violentas e injustas que recibimos desde el poder.

En coherencia con nuestros principios y valores, también fuimos los primeros en denunciar las arbitrariedades y manejos irregulares de recursos del gobierno interino de Guaidó y el G4 que hasta gestionaron enormes fondos de ayuda humanitaria.

Siempre estuvimos, desde el periodismo, ahondando en datos y las denuncias que emergían contra ese interinato desde la propia Colombia.

En Versión Final honramos el llamado papal de Juan Pablo II a no tener miedo.

Hemos enfrentado desde el periodismo de investigación, incisivo y contrastado a políticos que no honran la verdad y la ética y que, además, con sus actuaciones insultan la inteligencia de los ciudadanos.

Podríamos escribir un libro más que un editorial.

Hoy, manteniendo esta conducta vertical por respeto al ciudadano, quien tiene derecho a conocer la verdad y estar bien informado en un Estado que utiliza su poder para estar al margen de las leyes de la República, reafirmamos nuestro compromiso con desnudar al poder corrupto y corruptor.

Este es el rol de los medios que conlleva directamente a grandes riesgos  a quienes hacen periodismo en Venezuela.

Hoy, las imágenes de Tarek El Aissami, el todopoderoso exministro de Petróleo y alto funcionario del Gobierno de Nicolás Maduro, no se hubieran registrado al mundo si el periodismo no se ejerciera con valentía y defendiera su derecho a informar.

Ahora vuelven a repetirse hechos de una magnitud similar.

Pero esta vez las alarmas de corrupción se encienden alrededor de Nicolás Maduro Guerra “Nicolasito”, el propio hijo del Presidente.

Su entorno más cercano está siendo “tocado” por las propias instituciones del Estado que ellos controlan, pero al mismo tiempo se teje una potente red de desinformación para distraer y también se acelera la política del miedo.

La conspiración de un grupo que controla la administración de justicia y el poder moral, hoy al igual que Tareck El Aissami, está recibiendo su propia medicina.

Personeros “bolichicos” presos, otros huyendo, pero hay un silencio en todo esto. ¿Por qué?

¿Acaso la Fiscalía y otras instituciones no tirará del hilo de ese grupo que ha rodeado, viajado, compartido fiestas, cenas en lujosos restaurantes y demás momentos con el  propio hijo del Presidente?

En un país que hoy está vinculado a los organismos internacionales de derechos humanos, no se pueden aceptar escenarios de esta naturaleza.

Se conoce de la existencia de sectores honestos y valientes en la administración pública, no hay duda de eso,  y es hora de que sientan que deben actuar con valentía y prontitud para lograr un cambio en el país que beneficiará a una sociedad casi destruída por el cáncer del poder corrupto. Venezuela merece más que vivir entre la podredumbre.

Los venezolanos merecemos más, pero el modelo de Miraflores se resiste pese al arrollador crecimiento del descontento nacional e internacional que los debilita.

El Gobierno se sabe amenazado y calcula que el 28 de julio, día de las presidenciales, pueden darse las condiciones para su final.  

El periodismo sabrá manejarse protegiendo a sus fuentes internas de las propias instituciones y que cooperan en esa búsqueda de la verdad. Son venezolanos profesionales, que arriesgan su libertad y hasta la vida sirviendo de puentes y aportando información clave como la que hoy se trata en los medios con las pesquisas en contra de grupos de poder muy vinculados a la familia presidencial.

La corrupción es un problema de Estado, más que de gobierno, y por ende es un problema que debe ser atendido por todos y entre todos.

Este diario envía esta reflexión al país para que en el mañana nos podamos reencontrar como hermanos.

 

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