El diario plural del Zulia

Pasión por LUZ, por Carlos Alaimo

A 70 años de la reapertura de LUZ, después de un largo periodo de oscuridad para la región y el país decretado en 1904 con su cierre y gracias a las efectivas gestiones del maestro Jesús Enrique Losada y muchos otros zulianos gentiles, nuestra Alma Mater abrió de nuevo sus puertas para que el conocimiento y el progreso se irradiase en toda la geografía regional, como resultado del decreto número 334 del 15 de junio de la Junta Revolucionaria de Gobierno presidido por Rómulo Betancourt.

Consistentes y prolíficos han sido sus aportes al impulso del desarrollo científico, económico e institucional para superar el estado de miseria, enfermedad y atraso heredado de las diferentes dictaduras militares y de los caudillos que gobernaron hasta la muerte de Juan Vicente Gómez.

Desde el año de la reapertura desfilaron al frente del Rectorado de LUZ, bajo el glorioso lema Post Nubila Phoebus, un grupo de destacados venezolanos que ayudaron a poner en alto el buen nombre de nuestra máxima casa de estudio y a exaltar su rol fundamental: ser formadora de los recursos humanos necesarios para conquistar el desarrollo en libertad y en democracia.

La universidad se transformó en una institución científica-educativa, fundamentada en los más sentidos principios de ética, justicia, libertad y autonomía, cuyo propósito es la creación, transmisión y aplicación del conocimiento como valor social, que genere competencias para la creatividad e innovación, para promover y organizar mediante la educación permanente el desarrollo pleno de las potencialidades humanas y ciudadanas, así como el análisis crítico que promueva alternativas plurales al desarrollo regional y nacional.

Pero esa misma universidad, muy bien calificada en el pasado y referencia para muchas otras privadas y públicas del país y de América Latina, hubo un momento en que empezó a decaer y no solo a decaer, sino también a sumergirse en una profunda crisis que amenaza sus cimientos.

Estamos conscientes de que el peso fundamental del progresivo deterioro de nuestra Alma Mater descansa en el Gobierno nacional. Pero son muchas y de distinta índole las irregularidades internas, que han hecho su aparición progresivamente para desdibujar la misión fundamental y sagrada de La Universidad del Zulia. Hay una ligada a la carencia de una estructura de incentivos; otra está referida a la actualización de los contenidos en consonancia a los avances de la sociedad del conocimiento; la tercera está referida al ingreso y selección rigurosa de las vocaciones estudiantiles aptas para la formación y la excelencia; y también es necesaria la revisión y sincerización del rol que juega cada uno de los sectores que componen la comunidad universitaria.

Es hora de revisar el concepto de autonomía y de convocar una profunda reflexión sobre la responsabilidad que tenemos en el progresivo deterioro de la vida universitaria, que ha hecho emigrar lo más selecto de nuestros investigadores, docentes, y profesionales.

Es el momento apropiado para que aquellos que fuimos formados en LUZ –y a la que tanto debemos– volvamos los ojos hacia ella con la pasión de los buenos hijos que quieren reconstruir lo que el tiempo y las malas gestiones gubernamentales y rectorales han corroído. Soplan vientos de cambio. Aprovechemos estos tiempos difíciles para que, a la hora de la reedi cación del país con pasión venezolanista y maracaibera, ayudemos a levantar la universidad de la esperanza y de los nuevos ciudadanos.

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