El diario plural del Zulia

Enjaulados y sin derechos

DIAGNÓSTICO // Falta de recintos carcelarios en Zulia acentúa crisis en calabozos policiales. Unos 1.222 reos sobreviven hacinados en celdas policiales. Jefes tratan de sortear una responsabilidad que no es suya.

“Aquí las visitas son los sábados, a partir de las 8:00 de la mañana, si a las 9:00 en punto no están aquí no van a ver al detenido. Los tenedores y cuchillos tienen que ser de plástico. Nada filoso ni objetos punzo penetrantes. Con eso pueden joderse ellos mismos”.

Un detective de la Brigada de Captura del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), subdelegación Maracaibo, habla del hervidero de visitantes de presos la madrugada de cada sábado.

Ante el cierre de Sabaneta y El Marite, los calabozos de los comandos policiales fungen como centros de arrestos permanentes. La sobrepoblación de reos convierte al Cicpc en la principal alcabala de criminales.

En el Eje de Homicidios hay 55 antisociales de alta peligrosidad. La capacidad de cada calabozo de 5x7 es para 10 personas. Son como jaulas.

Según los detectives, la celda posee dos baños y comodidades como aire acondicionado. El monitoreo es constante, pero las requisas desvían la atención natural de los agentes. Existen unos 1.222 privados de libertad viviendo en condiciones inhumanas en este tipo de calabozos.

Yindri Esteven es de contextura gruesa, pequeña y con pelo corto. Es hermana de un reo. Ella detalla las penurias que se viven en el Cicpc. “Mi hermano ha visitado cuatro delegaciones, lo trasladan y lo trasladan, ya no tengo cómo pagar un abogado y los gastos que esta situación genera”.

José está detenido por complicidad en un homicidio registrado hace 8 años. Desde hace 15 días Yindri no ve a su hermano. Hace una semana una protesta dio paso a la suspensión de visitas. El hallazgo de un celular en la celda aumentó los controles. El fin de semana en víspera del Día de Los Enamorados se habló de una golpiza colectiva a los internos, mujeres y hombres, tras la localización de teléfonos, dinero y armas.

La mujer cuestiona además que la escabiosis afecta a los privados de libertad por las deficiencias en el aseo personal. No se permiten baños a diario. Allí son estrictos. Las visitas a los cuatro calabozos duran 10 minutos. En ese tiempo entregan alimentos preparados, utensilios de comer, jabones, desodorantes, toallas, pasta dental, agua potable y cartas. Muchas cartas.

Allegados de los 181 privados de libertad, entre subdelegación y Eje de Homicidios, conocen la rutina, insiste el sabueso policial de tez blanca, alto y apuesto que viste camisa manga larga celeste y corbata azul marino. Una cámara de seguridad de alta definición dentro de la celda detalla y registra cada uno de los pasos de los investigadores de la policía científica que están a cargo de la guardia y custodia de 126 reclusos en la subdelegación.

Los privados de libertad están divididos en tres celdas de unos cinco metros de largo por siete de ancho. Los reos se han tomado la tarea de improvisar, con su propia ropa y desde el techo, hamacas y chinchorros. En el piso tiran las colchonetas y cartones y se acomodan como pueden.

En la sede de Maracaibo del Cicpc, de los 126 reclusos, 22 son mujeres y están aisladas de los 104 hombres que se dividen en dos celdas con barrotes de acero en forma cuadriculada. Franklin Hinojosa, jefe de la subdelegación, asumió hace pocos días el mando del departamento; su objetivo es claro, mantener la paz. Garantizó el respetó de los derechos. “Las leyes se cumplen. Tienen un trato digno y como seres humanos respetaremos sus derechos. Estoy consciente del poco espacio, pero no hay cupos para trasladar lo que nos pone en una posición compleja”.

En los comandos policiales de los organismos municipales el escenario es más complejo. El espacio suele ser menor y la insalubridad se dispara. El hacinamiento en las cárceles venezolanas impacta a 25 mil reclusos, según el Observatorio Venezolano de Prisiones. En agosto pasado estimó que más de 33 mil detenidos esperan juicio con un hacinamiento que supera el 660%.

Tristeza, desidia y fugas

El secretario de Seguridad y Orden Público, Biagio Parisi, asegura que en los diferentes comandos del Cuerpo de Policía Bolivariana del Estado Zulia (Cpbez), se encuentran alrededor de 500 detenidos, lo que para el defensor de los derechos humanos en la Guajira, José David González, es una cifra que connota tristeza y desidia.

“El hacinamiento en los centros policiales evidencia la violación de derechos humanos a hombres y mujeres privados de libertad. Hay que agilizar las obras para trasladar a los reos, ya que existen casos donde los señalados no tienen siquiera la apertura de su juicio. Detenidos esperan desde hace dos años un juicio digno”.

En septiembre pasado siete reclusos escaparon de una celda de tres metros cuadrados donde estaban hacinados 12 reos en la comandancia del Cpbez, en Carrasquero, municipio Mara. Las fugas demuestran que los espacios carecen de garantías para el cuido de delincuentes. Antes, el 13 de abril, se escaparon 10 reclusos de los calabozos de Polisur, a través de un boquete que hicieron en uno de los baños. El 11 de julio, huyeron otros cuatro detenidos, esta vez, de las celdas la Policía Municipal de Francisco Javier Pulgar.

La primera semana de enero de este año, el defensor de los derechos humanos inspeccionó la sede de la Policía Municipal de la Guajira, donde actualmente albergan a unos 17 detenidos. González, junto con una comisión especial, observó la precariedad en la que conviven los reos.

El especialista manifiesta que algunos padecen problemas de salud, sin embargo, la directora de Poliguajira, la abogada María Gallardo, afirma que hace lo que está en sus manos para que los detenidos a su cargo tengan un trato digno pese a las condiciones en que se encuentran en cuanto al esc espacio.

Llevan meses compartiendo el mismo baño. La estrechez los acorrala y asumen una conducta hostil. “No contamos con un patio donde puedan recrearse. Yo les llevo juegos de ludo, cartas y libros para que puedan distraerse y cultivarse. Me piden variedad en las lecturas. Siento una profunda tristeza por no poder hacer más por ellos, su condición es deprimente”, re rió la abogada, quien agregó que emplea cuatro oficiales para las horas de visita donde en un estrecho pasillo de la comandancia se realizan los encuentros los días miércoles.

 

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