El diario plural del Zulia

Continúan profanaciones de tumbas en el Zulia

Marina de Mendoza lleva 10 años visitando la tumba de José, su esposo. Camina desde la entrada del cementerio Corazón de Jesús recordando el momento de su muerte. “Lo mataron para robarlo”, dice aún con rabia. Sus ojos se llenan de lágrimas para disipar el dolor. El paisaje no es el más agradable en el lugar. Años de detrimento lo acompañan. Por donde Marina camina ve urnas fuera de su tumba. Ella reza a diario para que no saquen los restos de José. Cree que sufrió lo suficiente en vida para ser despojado de su paz en la muerte.

Al parecer no solo la delincuencia se ha encargado de borrar la ubicación de los cuerpos, también los gobiernos. Olvidadizos y sin presupuestos. Los gobiernos a los que Marina les echa la culpa.

No han sacado el cuerpo de mi esposo pero sí acabaron con las protecciones que lo cubrían. Quitaron todo el hierro y lo otro se lo llevó el óxido”, expresa.

La razón no es desconocida. Los trabajadores del camposanto prefieren no identificarse aunque saben lo que sucede. “Podéis caminar por todo esto pa’ que veáis que en cada lugar hay un hueco. Eso es viejo. Siempre profanan tumbas”. .

Las personas llegan a visitar a sus deudos con temor. En bolsas recogen los huesos restantes de la profanación y los meten de nuevo a la tumba. Los familiares lloran de rabia cuando ven que han acabado con los restos de su muerto. Esta situación no es antigua. Día tras día hay un ultraje irrespetuoso en las tumbas del Corazón de Jesús.

Marina, con la misma esperanza de todos los miércoles, lleva sus  ores en la mano. Se arrodilla y con sus manos limpia las hojas y el sucio que cayeron durante la semana en el cemento pulido. Se tarda menos de 15 minutos haciendo lo que se ha convertido en ritual. Reza dos “Padres Nuestros” y se va. Todavía lo hace con sus ojos anegados. Recuerda: “Hoy fueran 30 años y un día de casados”.

En “El Cuadrado”

Así como en el Corazón de Jesús, el Cementerio El Cuadrado también es visitado por los antisociales, diariamente. El hierro y el mármol son las piezas más apetecibles para los delincuentes. Venden las piezas por parte. Lo evidencian sus visitas reiteradas.

El presidente del Cuadrado, Benito Villegas, ha denunciado la situación en diversas oportunidades. La última vez se robaron la placa de bronce que colocó este año la Universidad del Zulia a Jesús Enrique Lossada.

Villegas guarda en una carpeta amarilla cada carta enviada a los entes gubernamentales: Maracaibo 13 de febrero de 2012, dirigida al gobernador Pablo Pérez; 24 de febrero de 2015, enviada al gobernador Arias Cárdenas. Tocó las puertas de los despachos de la historiadora Ligia Berbesí, presidenta del Acervo Histórico. En ninguna de esas peticiones hubo respuesta.

Él está desde el 2011 a cargo de “El Cuadrado” y le parece triste que no haya sentido de pertenencia por el patrimonio cultural. Que las autoridades actúen con desinterés y no valoren el verdadero sentido de un pueblo, su historia y el reposar de sus ilustres.

Ahí también hay urnas fuera de sus  depósitos. Hay palomas muertas, ramas quemadas y velones. Hay brujería.

“Esto no lo aguanta nadie, se robaron dos portones, todos los cables de electricidad, el hierro de los panteones. Nadie se conduele”, expresó José Antonio Ferrer, ecónomo del antiguo cementerio donde reposan los restos de Humberto Fernández Morán, hijo ilustre de la tierra de Urdaneta, quien inventó el bisturí de diamante que lo llevó a ser reconocido en el mundo entero.

Los marabinos han optado por no acudir a las tradicionales visitas de los domingo. Los atracos, el desmantelamiento en dos de los más importantes cementerios del municipio, las urnas a la intemperie y el dolor por todo lo anterior los han llevado a llorarlos fuera de ahí. Lo hacen en silencio. Desde sus casas. Desde el recuerdo.

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