El diario plural del Zulia

El alma altruista se regocija en servir al otro

En Etnia Guajira, una comunidad golpeada por la desnutrición, una religiosa hace posible la entrega de comida para los niños

La sonrisa que emerge del corazón pone en manifiesto cuando una persona cumple con su vocación. Jeannette Makenga, miembro de la congregación Misioneras de Cristo Jesús, trabaja por los pequeños del sector Etnia Guajira, en la parroquia Venancio Pulgar, donde el índice de desnutrición supera el 45 %, según sondeos de los dirigentes comunales.

Su llegada a la zona respondió al censo que la pastoral social de la Arquidiócesis de Maracaibo realizó en 1994. El estudio determinó que en el lugar existía un elevado nivel de malnutrición que urgía atender.

“Ante ese grado de desnutrición había que hacer algo. Por eso llegué aquí un 15 de octubre de 1995. El año anterior muchos niños murieron de meningitis, había una epidemia”, recuerda quien no viste hábitos.

Para cumplir con su misión, Makenga no dudó en aceptar viajar desde España, donde se encuentra la sede de su grupo religioso, hasta la capital zuliana. A partir de ese momento han transcurrido 22 años de dedicación a los infantes zulianos de Etnia Guajira.

Capacidad universal

La religiosa nacida en El Congo (África) se ordenó a sus 24 años de edad. Hoy tiene 51 años y asegura que su vida cobra sentido al auxiliar a los demás.

El altruismo es una habilidad que toda persona puede desarrollar y que es parte de la inteligencia emocional. Quien favorece al otro se aleja de sus problemas y, de esa forma, al darse cuenta de que hay situaciones más complejas que las suyas, se puede ayudar a sí mismo”, señala Helymar Márquez, psicóloga con ocho años de ejercicio.

La especialista explica que la ayuda al otro puede otorgarse a pesar de no contar con recursos económicos o materiales. “Con solo escuchar o entregar un abrazo se puede hacer mucho”, agrega.

Según la profesional que también se dedica a impartir talleres motivacionales, concentrarse en el servicio a otras personas permite visualizar los conflictos ajenos y tomar una perspectiva distinta de los propios.

 “A veces los problemas parecen ser de una dimensión mayor de la que verdaderamente tienen. Quienes acuden a fundaciones, y se relacionan con quienes atraviesan etapas difíciles, luego ven todo distinto”, argumenta.

Trabajo que rinde frutos

Junto a los líderes comunitarios, Betulia Iguarán, su fallecido esposo Maximiliano Montiel el presbítero Tom O’brien y los sacerdotes misioneros del Sagrado Corazón, Makenga logró que en noviembre de 1995 se fundara el Centro de Promoción Integral del Niño (Cepin), situado en la calle 107 de Etnia Guajira.

La institución funciona de lunes a viernes, desde las 7:30 de la mañana hasta las 12:00 del mediodía. Allí, 300 infantes de Etnia Guajira y de otros siete sectores aledaños, como Sobre la Misma Tierra, reciben tareas dirigidas, clases de catequesis, además de desayunos y almuerzos por parte del Programa de Alimentación Escolar.

— Jamaya piá, Ana— dice Jeannette en wayuunaiki, el idioma ancestral de los Wayuu, que ha aprendido para acercarse a quienes la rodean. Con esa frase le pregunta a una vecina cómo se encuentra.

— Bien, bien— le contesta Ana Hernández. En su casa de solo una pieza viven seis adultos y tres de sus nietos. Para poder alimentarse, la matriarca sembró yuca, auyama, plátano y topocho. El proyecto que ejecuta el huerto familiar fue impulsado por la religiosa originaria de El Congo.

— Gracias a Jeannette ahora hay más esperanza— expresa Ana.

Para Helymar Márquez, ser altruista sana a la persona que ofrece su aporte desinteresado. “El individuo se siente útil y con un propósito. Es cuestión de accionar, de decidirse a actuar”, afirma.

45 % es el nivel de desnutrición en niños de Etnia Guajira, según vecinos de la zona

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