El diario plural del Zulia

“No me iré hasta ver en la cárcel a quienes nos tiranizan”

Asegura que comparar a Cuba con el régimen de Chávez o de Maduro, es un despropósito. Sueña con reconquistar la libertada

Conversar con Soledad Bravo es mucho más que rememorar la historia de una intérprete española. Es transitar por la memoria de quien siendo niña tuvo que exiliarse a Venezuela en el año 1950, junto con sus padres republicanos.

Su espíritu romántico y justiciero invita a descubrir el bagaje de sueños e ideales revolucionarios con ideas izquierdistas que popularizaron su canto en pro de la justicia social. Siendo además la primera artista venezolana en visitar Cuba, asegura con propiedad que “comparar la Cuba revolucionaria con el régimen de Chávez o de Nicolás Maduro, es un despropósito”.

Sin tapujos, confiesa a Versión Final que nunca respaldó este Gobierno que, desde el comienzo, fue una “autocracia militar”. Con nostalgia, lamenta que Venezuela viva en condiciones semejantes a aquellas que la obligaron a desterrarse de la tierra que la vio nacer. Sin embargo, se resiste a abandonar su país, sin antes conquistar la libertad y salvar a Venezuela.

—¿Cómo resume 50 años de trayectoria artística?
—Creo haber dado lo mejor de mí. Como diría la inolvidable Violeta Parra: “Cantando la diferencia que hay de lo cierto a lo falso”.

En sus últimas canciones vemos una Soledad más soñadora y romántica, ¿a qué se debe?

—Cuando comencé a cantar en el programa Buenos Días, de Sofía Ímber y Carlos Rangel, hace más de medio siglo, me hice popular cantando Palabras de amor, de Joan Manuel Serrat. Una hermosa canción de amor que traduje del catalán al español. El romanticismo siempre ha estado presente en mi canto. Desde mi infancia, mi adolescencia y mi juventud.

Su familia llegó a Venezuela para evitar la difícil situación de España. Ahora, ¿ha pensado irse de Venezuela?
—Mi padre pasó cinco años de su vida, condenado a muerte bajo la tiranía de Francisco Franco. Cuando fue puesto en libertad, no quiso criarnos bajo una tiranía tan oscurantista, como la que entonces gobernaba en España. Es trágico que hoy Venezuela viva en condiciones semejantes a aquellas que nos obligaran a desterrarnos. Todos sus nietos, salvo mi hija, tuvieron que irse del país. De sus tres hijos, solo yo sobrevivo. Y no me iré de Venezuela hasta ver en la cárcel a quienes nos tiranizan.

¿De dónde nace su fascinación por cantarle a la crisis?
—De fascinación, nada. Como a todo el mundo, las crisis me aterran. Lo que me fascina es cantarle a la libertad, a la justicia, a la verdad. A las crisis, jamás.

¿Cómo pasó de izquierda y revolucionaria a ser una vocera pública en contra del Gobierno actual?
—Siempre luché contra las dictaduras. Apoyé con mi canto el regreso de las democracias, como lo hice con Chile, con Argentina, con Uruguay y con Brasil. Por lo demás, el caos y la miseria no tienen tinte político. He estado en contra de este régimen desde el golpe de Estado del 4 de febrero. Supe que si triunfaba el “por ahora” caeríamos en este abismo. No me equivoqué.

¿Qué tanto influyó su esposo en su cambio de ideología?
—Coincidimos en casi todo desde el momento en que nos conocimos, hace 40 años. Yo he in uido tanto en él como él ha influido en mí. Como debe ser.

¿Es cierto que en Caracas le han cerrado algunos espacios?
—Precisemos: Los espacios que me cerraron son los que controla el régimen, como el Teresa Carreño. Posiblemente, cuando reconquistemos nuestra libertad, volveré a pisar ese bello escenario.

¿Cuáles son los recuerdos que atesora con Alí Primera?
—No tuvimos el privilegio de cantar juntos, salvo en encuentros amistosos. Tuvimos, en cambio, una bella amistad. Él tenía una hermosa cualidad: te hacía sentirte única. Nos respetamos el uno al otro, como debe ser.

Cada cual en su espacio, con sus ideas y sus sentimientos. Jamás olvidaré el día en que se apareció por mi apartamento de Colinasde Bello Monte con una sillita coriana para mi hija, Anasol. Así era él: generoso, cariñoso, carismático. Inolvidable.

¿Si Alí viviera apoyaría al actual Gobierno?
—Sería un irrespeto de mi parte suponerle preferencias políticas.

¿Cuáles son los temas que nunca pudo dejar de cantar?
—Las tonadas de ordeño, Pajarillo verde, el Polo margariteño, Palabras de amor, La canción del elegido. Me han acompañado a lo largo de toda mi carrera. Han sido parte de mi identidad artística. Las he cantado siempre y en los distintos países del mundo a cuyos escenarios he llevado mi canto.

—En 1973 visitó Cuba, ¿qué similitud tiene con la actual Venezuela?
Fui la primera artista venezolana invitada a visitar Cuba oficialmente, por quien presidía la Casa de las Américas, Haydée Santamaría. Fui con inmensas expectativas, pues ya admiraba a Silvio, a Pablo y a todos los miembros de la nueva trova, que estaban revolucionando la manera de componer en América Latina. Pero ya por entonces, los impulsos libertarios y revolucionarios estaban desapareciendo y nosotros impactados por el sesgo totalitario que comenzaba a imponerse en una revolución a la que habíamos admirado. Mario Vargas Llosa, como Jorge Edwards, Carlos Fuentes, Octavio Paz y otros grandes artistas e intelectuales latinoamericanos y europeos que vivieran mi misma experiencia de haberla respaldado para terminar en el desencanto, lo han contado con lujo de detalles. Pero de allí a comparar la Cuba revolucionaria con el régimen de Chávez o de Maduro, es un despropósito. Esto, seamos francos, jamás fue una revolución. Desde un comienzo fue una autocracia militar. Nunca la respaldé.

¿Sus próximos proyectos?
—Sobrevivir y apostar a la reconquista de la libertad. Nací bajo el signo oscuro y temible de una dictadura. No quisiera cerrar mi ciclo vital y morirme bajo otra dictadura. Espero con ansiedad el sol resplandeciente de un nuevo amanecer. Es el proyecto al que mi familia y amigos apuestan. Salvar a Venezuela.

 

 

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