El diario plural del Zulia

Un mercado de gastronomía

Las calles de Medellín huelen a comida. Tradicionalmente, la gastronomía antioqueña está dominada por un plato: la bandeja paisa. Los fríjoles rojos, el arroz, la carne molida, el plátano maduro, el chorizo, los chicharrones de puerco, el aguacate y la arepa conviven en un solo plato coronado por una ñema de huevo.

También la llaman bandeja montañera, y ese nombre sirve para entender mejor la combinación de sus ingredientes, dado que comer “pesado” y frito, mantiene caliente la temperatura corporal de los habitantes de esta ciudad y todo el Eje Cafetero. El aroma de este plato típico es característico y difícilmente pasa inadvertido; en cualquier lugar del área metropolitana la ofrecen.

Sin embargo, no es lo único que uno puede comer en la ciudad. Como otro de los tantos desarrollos que ha tenido Medellín, el gastronómico es uno tan importante que todas las calles, de verdad, huelen a comida.

Los contenedores de Envigado se han convertido en la mejor excusa para visitar Medellín. Originalmente se llama Contenedores Food Place este centro gastronómico de comida mexicana, argentina y saludable donde las modalidades van desde hamburgueserías, pasando por ensaladeras, heladerías y dulcerías.

El diseño de este sitio es atractivo y curioso; de él viene su nombre, dado que los restaurantes están dispuestos dentro de una pila de contenedores de plástico superpuestos unos sobre otros y de diferente manera. De noche resaltan por sus luces de colores y por estar normalmente repletos de gente. Pero este no es el único centro de este tipo en la zona.

 

Variedad culinaria

En octubre de 2016 abrió sus puertas el Mercado del Río, el único mercado gastronómico de Colombia, e igual a muchos de las principales ciudades del mundo: el San Miguel en Madrid, Roma en México, Chelsea Market en Nueva York y BoroughtMarket en Londres.

Es como estar en una estación de tren modificada. Hay stands de cocinas abiertas de pequeños formatos y también restaurantes de gran formato para cada especialidad culinaria: comida nacional, peruana, mexicana, española, italiana, árabe, venezolana… y pare usted de contar, porque son 46 puestos de platos cortos, de piqueo o tapas, como lo prefiera llamar. Así, los comensales pueden probar de varios restaurantes en una visita.

Al Mercado delRío también se le adhiere otro gancho: sus precios son accesibles, y así lo procuran tanto para la comida como para las bebidas, entre las que el vino tiene un trato especial, puesto que lo impulsores de este proyecto buscan fomentar la ingesta de vino en las comidas, por lo cual, en su enoteca lo ofrecen a los mismos precios de los supermercados.

Si llega al Mercado del Río un domingo por la tarde, por ejemplo, puede estarse horas caminando entre los puestos; conversando con los chefs; conociendo extranjeros; picando aquí y allá; comiendo; haciendo varias sobremesas con vino y buena compañía; comer postre y finalmente marcharse porque ya no hay nada más que pueda comer.

Un pueblito de 1977

El pueblito paisa está enclavado en la cima del cerro Nutibara; esa elevación en la zona urbana de la ciudad se extiende en 33 hectáreas de extensión y ochenta metros de altura sobre el nivel de la ciudad. El pueblito es un testigo de cómo eran los pueblos típicos de la región antes de la modernización de la civilización. Fue construido en 1977. Tiene un teatro, una plaza de esculturas, un museo, distintos restaurantes de comida típica donde reina la bandeja paisa, dulcería tradicional, una iglesia y un clima agradable para dejar pasar una tarde.

 

 


 

El  presente reportaje pertenece a la tercera edición de la revista turística Destinos, publicada el 11 de diciembre de 2016.

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