El diario plural del Zulia

Una «cuerda» para las anécdotas

Tres exponentes de la gaita zuliana atendieron a la invitación de Tinta Libre para reunirse a conversar sobre ese género musical. En la tertulia, Víctor Hugo Márquez, Ricardo Portillo y Wolfang Romero extienden la concepción de la gaita como pieza de la cultura regional hasta designarla como la cronista real de todos los tiempos.

«Qué bueno fue cantar así / porque todo el barrio era feliz
En aquel solar de Petra / no lo olvido aunque quisiera
Allí formaba la fiesta la cuerda saladillera»

 

«La gaita es un documento histórico», dice y canta de entrada Víctor Hugo Márquez. Nació en los patios de El Saladillo y El Empredrao, donde los repentistas temían más a no expresar su sentir que a equivocarse con sus rimas y versos, cuando se dedicaban a cantar describiendo cotidianidades.

—No me acuerdo de quién era esa gaita, pero recrea lo que antes era el folclor. Antes se reunía la gente como estamos nosotros aquí (en círculo). No había personalidades tan importantes, pero si allí hubiera llegado Ricardo Portillo hubieran creído que era Dios— asegura Márquez.

Con él, Portillo y Wolfang Romero encarnan un anecdotario sobre la gaita popular entre las cintas tricolores del artista urbano Flix en un caluroso Museo de Arte Contemporáneo del Zulia (Maczul).

―Ricardo es un improvisador natural, y él, con su desparpajo natural, está frente a una cámara de televisión y empieza a improvisar… Ese desparpajo de él es el niño que mantiene en su forma de ser.

―Gracias a Dios― responde, al cielo, Portillo.

Márquez, con su voz floreada y sus manos hechas al cuatro, repara en que el uniformar y ponerle nombre a los gaiteros les hizo perder su niño y dejar de ver la gaita como un juego para convertirla en un trabajo.

—El romanticismo solo nos quedó a los compositores. Es como si la era romántica hubiera pasado—lamenta Romero.

—Y todo el mundo recordándola con nostalgia como si fuera una abuela muerta y enterrada— interrumpe Márquez, mientras hace reír a los asistentes.

Las cuerdas gaiteras

—Ya te vais con la cuerdita esa. Ve si vais dejando la cuerdita esa porque te vais a perder en el aguardiente— recrea el compositor la oralidad de las madres y abuelas de los tiempos en los que los conjuntos de gaita eran ‘cuerdas’.

—Mi padrino Rafael Rincón me contaba que el “Mahón” agarraba un furro y se iba los primeros días de diciembre pa’ Santa Lucía y regresaba el 2 de enero a su casa. Ese era el ciclo parrandero y el ciclo devocional, porque la gaita y la fe van de la mano.

 

«Así era la gaita, la de mis abuelos /
la que floreció en un solar familiar
La que recorría las calles del pueblo /
y la disfrutaban sin pagar un real
Era alegre, popular / cadenciosa, sencillita
Una gaita tan bonita jamás se volverá a escuchar»

 

Es 25 de diciembre en Machiques y en el seno de una familia numerosa el Niño Jesús trajo cuatros, furros y tamboras. Los hermanos toman sus presentes y se juntan con los vecinos. Brincan al cajón de una vieja camioneta para recorrer el pueblo haciendo sonar sus instrumentos mientras de las ventanas y puertas de las casas les gritan:«¡Vengan pa’ acá, que aquí tengo un sancocho!». Es la historia que relata Romero de su pueblo natal.

—Es que éramos empíricos y espontáneos. Yo llegué a matar gatos… — suelta Ricardo Portillo.

—¡Pa’l cuero!— aclara Romero.

—Pa’ mí los gatos no tenían siete vidas, que Dios me lo perdone —se persigna ahora Portillo.

Edixon Yánez Flores llega al Maczul esta mañana por un asunto ajeno a esta convocatoria de Tinta Libre y termina entonando sus danzas junto con Márquez, Portillo y Romero. En lo que los tertulianos se componen tras risas y lamentos por los gatos… Yánez hace su aporte:

 

«Yo llevo aquí en mi mente aquel Maracaibo viejo /
de gárgolas y ventanales, de caña brava y madera pura
Y veo las criaturas corriendo en el pedregal /
la gaita tradicional como expresión de cultura»

 

—Ese es un testimonio historiográfico—asegura Márquez luego de oírlo.

—Es que la gaita es la copia más fiel y exacta que tienen los pueblos— sostiene Romero.

—Cada quien elige su modo de hacer crónicas, pero aquí la cronista es la gaita— puntualiza Márquez.
—Así es, porque si usted quiere saber cómo fue que se cayó el puente sobre el Lago, busca una gaita— complementa Portillo.

Canto popular

A Portillo no le gustaba la gaita. Le parecía rústica al lado de la música que realmente disfrutaba escuchar: bossa nova y las baladas anglosajonas. En un amanecer gaitero, oyó cantar a Ricardo Aguirre, El «Monumental». —No le puse atención a la música ni a la armonía. Yo lo escuchaba a él porque era un fuera de serie. Él me contagió y me metió en toda esta cuestión.

Para poner en contexto a los presentes,explica que eso le ocurrió en la misma época en la que vio cómo regalaban los plátanos maduros provenientes del Sur del Lago en el malecón.

—Esa era la época del boga— complementa Márquez y empieza a narrar—. A las tres de la tarde se paraban unas viejitas con unas marusas vacías en el malecón…

—Unas marusas son unas bolsas— explica Romero.

—¿Cómo vais a explicar vos lo que son unas marusas aquí en el Zulia?— le reprocha Márquez a Romero con la risa de los presentes como fondo.

Retoma la historia y ejemplifica una boga: las personas hacían una cadena humana y de la bodega de la piragua tomaban cinco plátanos —y había que tener las manos grandes porque los plátanos eran «trimollejúos»— y los iban pasando mientras decían: «¡Sacando uno!», y el de la borda respondía:

«¡Recibiendo uno, a la tabla uno, al montón uno!». Así, cada quién decía dónde estaba el montón y qué número llevaba.

 

La gaita del año

—Ese premio le ha hecho mucho daño al género. Aquí estamos dos en contra de la gaita del año— exclama Romero señalando a Portillo y a él mismo. Sin embargo, la ocasión sirve para rememorar los momentos de epifanía tras los cuales nacieron las composiciones premiadas:

Portillo reposaba en su casa escudriñando una revista hípica. A la vez veía una película española en la televisión. En un momento oyó al protagonista decirle a una mujer: «Eres como el vino, que no envejece». Echó a un lado los caballos y cambió el vino por la gaita, y resultó una composición atípica de 14 sílabas en cuatro estrofas en Gaita buena no envejece.

 

«La gai-ta cuan-do es bue-nanun-ca en-ve-je-ce
Que-da en el co-ra-zón del pue-blo a-fe-rra-da
Y a me-di-da que pa-sa el tiem-poflo-re-ce
Sur-can-do los ca-mi-nos y en-cru-ci-ja-das»

 

El paso natural del tiempo exige estar actualizados. Romero y Portillo se autocalifican como «compositores vanguardistas», que rompen esquemas desde la prosa, mientras que Márquez hace notar su purismo en el género:

—La gaita de hoy debe ser metacognitiva, y eso quiere decir que un Wolfang Romero o un Ricardo Portillo, que son personajes venerados y respetados, también manejen los orígenes de la gaita. Siempre el folclore es nuevo, porque los pueblos van inventando— insiste Márquez.

—Las caimaneras, la Cátedra libre, Fundagraez y Fundanerb son reacciones para que nos reempoderemos de la creatividad colectiva y rescatar el repentismo, la espontaneidad y no dejar tan solas a la gaita de tambora y la gaita perijanera en su función folclórica. No importa que las iniciativas no sean importantes, lo que importa es que sean felices, porque el objetivo de la vida es ser feliz.

El mediodía brota de las sienes sudorosas de los conversantes. Como otra de las tantas urgencias culturales, esta sala del Maczul no tiene aire acondicionado, así que Portillo declama:

 

«Yo les voy a ser sensato / ya ni el agua ni el limón
Ni la horchata ni el guarapo / me quitan este calor
Todo el tiempo estoy sudando /
en verdad no hallo qué hacer
Me la paso preguntando cuándo coño va a llover»

 

Así se da por terminado el tiempo para conversar sobre «la reina del folclor» en el encuentro al que originalmente había nueve convocados, pero al que finalmente asistieron los exponentes justos para que Márquez arrancara a improvisar y Romero con Portillo le siguieran cantando y palmeando…

 

«Conversatorio sobre la gaita en el Maczul /
no ha estado full, pero sí ha estado meritorio
Vino Ricardo Portillo y también Wolfang Romero /
dos hombres muy caballeros, elegantes y sencillos.
Conversatorio sobre la gaita en el Maczul /
no ha estado full, pero sí ha estado meritorio.
Ya yo tengo que marchar, dejo a Romero y Portillo /
pues me revienta en el bolsillo el bendito celular.
Conversatorio sobre la gaita en el Maczul /
no ha estado full, pero sí ha estado meritorio».

 

Víctor Hugo Márquez
Cuatrista, compositor, cantante, escritor, poeta, repentista y decimista.Autor e historiador de la gaita. Purista y cultor de la gaita perijanera y de tambora. Creador y director de la Cátedra libre de la Gaita en la Universidad del Zulia.

Ricardo Portillo
Cantante, compositor y músico. Voz y autor de temas insignes de la gaita zuliana. Amparito, El Negrito, Venite pa’ Maracaibo, Mi Ranchito y Madre es madre son algunas de sus composiciones más afamadas.

Wolfang Romero
Compositor y tamborero. VHG, Maragaita, Koquimba, Cardenales del Éxito han sido algunos de los conjuntos con los que ha gaiteado desde 1988. El Pájaro espino, Pergamino, La gaita de las hormigas son éxitos del género provenientes de su pluma.

 

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La presente crónica pertenece a la decimosegunda edición de la revista cultural Tinta Libre, publicada el 9 de diciembre de 2016.

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