El diario plural del Zulia

La técnica emancipada del artista contemporáneo

La expresión nos remite a un intercambio de palabras... Como ocurrió en este conversatorio, en el que Tinta Libre fue el anfitrión de un encuentro entre artistas plásticos.

El contraste de una luz blanca sobre una atmósfera opaca proviene de unos pequeños bombillos muy brillantes que iluminan selectivamente las distintas obras que permanecen estáticas, pero que sugieren movimiento, sobre las paredes de la sala 2 del Centro de arte de Maracaibo Lía Bermúdez, el cual es el escenario idóneo para comenzar la siguiente plática.

Entre saludos tímidos y otros más eufóricos arrancan las conversaciones. Los participantes son distintos, naturalmente. Unos más jóvenes que otros, algunos usan prendas casuales, otros visten con más formalidad, aunque estos aspectos son de lo menos que se habla mientras se estrechan las manos.
Sus características externas son minúsculas ante el talento que no esconden.

Todos los presentes son artistas plásticos de Maracaibo y juntos celebran su fecha con una reunión que tiene como propósito exponer sus planteamientos creativos e intelectuales y, así, conversar —como sinónimo de concilio y diálogo— sobre su pasión, la cual los (nos) acercan más a su humanidad y convierten al artista en un innegable ente social, crítico y buscador empedernido de interrogantes.

Arte libre

Artistas y periodistas ya están sentados frente a un gran cuadro de acrílico sobre tela llamado Perfumando Dioses, perteneciente a la serie El Señor de los Aviones de Elvis Rosendo, el debate se inició con la voz de María José Túa, periodista del departamento de Innovación y Proyectos Editoriales de Versión Final, quien quiso comenzar con un tema crucial para el artista: el proceso creativo.

—Creo que unas de las preguntas que muchos nos hacemos cuando estamos comenzando el proceso creativo es ¿qué hacer?, ¿cómo darle forma a todo eso que uno lleva dentro? —se interroga Pedro Medina, dibujante y pintor— En ese proceso dejé de mirar tan hacia fuera y comencé a pensar en qué quiero hacer, por qué lo quiero hacer y todas esas preguntas fueron más cercanas. En mi caso, yo vivo muy cerca del lago y ahí se conectaron muchas cosas, pude, a través del kayak, recorrer gran parte de la costa de Maracaibo y fui testigo de fenómenos que tenían que ver con la ciudad: los edificios, los tipos de casas, los manglares cuando no había ninguna manifestación del ser humano… y me empecé a dar cuenta que estaba mirando un poco hacia a mí mismo también, es decir, no solamente a la ciudad como algo externo, sino como partícipe de lo que está ocurriendo.

—Yo pienso que el contexto influye en mí. Es un reflejo de mi trabajo y yo soy su reflejo. Parte de lo que está en mi obra está de acuerdo con lo que vivo diariamente, lo que es mi realidad. Yo ahorita, como investigación personal, estoy trabajando desde un modo de protesta, desde lo cotidiano. Lo que es mi realidad—, respalda la idea anterior Rony Reyes, estudiante de arquitectura y docente de la Academia Central de las Artes de Maracaibo, ACAM.

—En estos días alguien comentaba «hacer arte es el oficio más humano de todos», lo pienso y lo vuelvo a pensar y entiendo que tiene dos aproximaciones humanas. Una en cuanto a representación, reflejo o resultado de la interacción con la vida diaria y otra que es desde ese propio proceso interno—, agrega Ana María «Guary» Otero, fotógrafa, docente de la FEDA y colaboradora de Tinta Libre.

—Hay un punto importante y es la inspiración, que se logra a través del trabajo. Pienso que la manera de conseguir algo interesante es trabajando, haciéndolo. Y sí hay un método, una sistematización, pero particular—, resalta Luis Gómez, artista visual, arquitecto, director de Cultura de la Universidad del Zulia y docente.

La técnica como aliada

El hilo de la conversación toma un nuevo camino y está relacionado con los medios del artista para expresarse, pues parte de la inspiración nace de los conocimientos y los materiales, que moldean la obra final de los creadores.

—Del Diseño Gráfico me he dedicado más a la ilustración porque aprecio mucho el arte y, precisamente, este es un arte aplicado para transmitir mensajes, compartir cuentos, historias... Siempre me he dedicado mucho a tratar de descubrir la línea que divide lo que es la ilustración, qué es parte del diseño y lo que es el arte, pues el diseño es manipulable, en cambio el arte no, el arte es más personal, algo completamente íntimo, sin filtros—, abre con esta premisa, que despierta el interés casi unánime de los invitados, la diseñadora gráfica, ilustradora y dibujante Peggy Díaz, quien ya ha colaborado en una ocasión con Tinta Libre.

—Son muchos años en esto y se sigue intentado hacer cosas y seguimos haciéndonos preguntas… Y a partir de las técnicas que uno conozca, el trabajo puede ser mucho más certero en el proyecto que yo decida que voy hacer. Es valioso involucrar varios aspectos, que parecieran que fueran ajenos al arte, y precisamente dan más libertad, pues esta contemporaneidad nos exige estar sumando—, agrega Luis Gómez.

—Yo soy muy ecléctico, por ejemplo, comencé haciendo el libro del artista usando collage, me fui al dibujo y a la expresividad de las líneas y de hecho estudié en la ACAM, donde obtuve mucho conocimiento académico muy valioso y ahorita estoy haciendo una investigación con animación y programación, un juego, porque quiero que la obra se mueva y tenga interacción, y hay gente que me pregunta: «Si tú estás pintando y tienes una investigación académica, ¿para qué te vas a algo tan distinto como la programación o animación?». ¿Deberá ser así?—, deja abierta la pregunta Gabriel Rosendo, pintor y dibujante.

Luis Gómez responde:

—Yo pienso que al abrir esas cajas, esos procesos son válidos. Pienso que comentarios así son un cliché. De entrada, yo no creo en las barreras entre disciplinas, yo siento que el artista debe utilizar todo lo que tiene como posibilidad expresiva. La contemporaneidad no se trata de decir, por ejemplo, «yo soy dibujante académico», eso ya quedó en el pasado; pienso que hay que ir por la integralidad de arte, ser un artista integral. Abrir nuevos mundos.

—Par mí la técnica es un vehículo para llevar una idea. Yo no me limito y tampoco escucho nada, porque para mí el arte es mucho más personal y lo disfruto. Y cuando estoy en el taller solo disfruto lo que estoy haciendo. He hecho de todo, ahora estoy haciendo poesía, ¡es una locura! Pero así es el proceso—, adiciona, entusiasmada, Elizabeth Chirinos, ceramista y fotógrafa.

—Pienso que la cerámica es un material para expresarme y no precisamente una sección del arte a la cual hay que colocarle un altar. Claro, para mí la cerámica es la herramienta que me da para todo, y con ella puedes hacer lo que quieras, pero personalmente se convirtió en una búsqueda de lo interior. Yo veía la vasija y para mí era importante que aparte de que sucedieran cosas afuera, también sucedieran cosas adentro. Es como una representación simbólica de lo que sucede dentro y fuera del cuerpo. Entonces me preguntaron: «¿por fin qué haces tú?» Y luego pensé: «¿por qué un artista plástico se tiene que casar con una imagen, con un código?» Por lo tanto, ya lo que estás diciendo no tiene que ver con un planteamiento, una idea, sino con una imagen… y no puede ser. Para mí mi trabajo el que lo casa es el contenido—, reflexiona Mónica Nava, escultora dedicada a usar la cerámica como su material base desde hace 30 años.

—En mi caso, el contexto y el proceso de llegar a una obra, e indagar sobre ella, surge por un desconocimiento de mi propia cultura wayuu. Cuando me hacían preguntas acerca de mi cultura quedaba mudo, muchas veces. Entonces me dije: ¿Cómo tú siendo parte de una cultura no sabes responder una pregunta de lo que eres? Luego, llegó una parte de pesimismo y de eso surgió mi tesis: el arte pesimista… Yo vivo con mi abuela desde hace tiempo, ella se para en la mañana a hacer su café y luego se pone a tejer chinchorros; yo en esa etapa de indagación le pregunté: ¿Abuela, por qué tú haces chinchorros? Y ella me dijo: «para generar ingresos». Pero ¿por qué lo haces? y ella dijo: «Porque tus paisanos lo necesitan». Eso es algo bello, eso es algo íntimo, esa es su habitación, ese es su lugar de descanso y para donde sea que vayan, van a llevar su chinchorro y entonces yo me pregunté: ¿Y yo dónde duermo? A partir de allí comencé a tejer el alambre, los elementos están allí: a nuestro alrededor—, sintetiza George Lavarca, dibujante, quien no escatima en materiales para lograr hacer dibujos tridimensionales.

La universalidad del artista

La identidad y los estereotipos muchas veces suelen cruzarse; ambos están relacionados porque tienden a «definir». A partir de ahora, la conversación acaba en manifiestos sobre estos términos, que se inician con una anécdota de Luis Gómez:

—Cuando sales a la calle te das cuenta de la desinformación tan importante que hay al respecto, en la que el artista tiene parte de la responsabilidad de que no conozcan nuestro proceso. Mis hijas, cuando eran pequeñas, y yo llegaba a la casa muerto del cansancio me decían: «Haz silencio que mami está durmiendo… porque estuvo de guardia y está cansada» (ella es médico) y yo decía: «Pero yo también estoy cansado» y ellas me respondían: «No, papi, pero tú eres pintador», como si pintar fuese un «no trabajo»… Y eso nadie lo dijo en la casa: que es más importante ser médico que «pintador», ellas lo captaron—, rememora Luis Gómez.

—Considero que al artista le pasa eso porque vivimos en una sociedad que está acostumbrada a la seguridad. Desde el colegio los niños aprenden que las cosas seguras son las que valen, tanto en lo monetario como en lo moral, además. Entonces, el artista o el libre, que no tiene que decir que sea seguro, no tiene un lugar en la sociedad al igual que el ingeniero. Pero pienso que se trata de convicción—, manifiesta Pedro Medina.

—Yo creo que muchas veces es más fácil ver la función pragmática de un doctor o un ingeniero que el del artista. Por eso, muchas personas se preguntan ¿cuál es la función del artista?, ¿qué hace el artista? Y, desde mi punto de vista, la función del artista es generar sensibilidad en la sociedad y eso tiene que ver con la educación, comunicación y expresión, pues esta última es una necesidad del ser humano—, comparte el punto anterior Gabriel Rosendo.

—Queremos darles preguntas a las personas. Que nos preguntemos a nosotros mismos: ¿Cómo somos?, ¿de qué manera estamos siendo nosotros en el mundo, en esta Venezuela?, ¿cómo nos desplazamos en esta casa llamada país?, ¿de qué manera nos relacionamos y cómo convivimos?, ¿en qué hemos dejado de creer y en qué creemos para llegar hasta aquí? En repensarnos, en replantearnos desde adentro. De dónde vinimos y adonde vamos en este país—, así cierra el conversatorio Mónica Nava: con preguntas, una de las razones para que esa inspiración, que se busca a través del trabajo, persista en el espíritu del artista.

 


El  presente reportaje pertenece a la vigésima edición de la revista cultural Tinta Libre, publicada el 10 de mayo de 2017.

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