El diario plural del Zulia

El aprendiz del Maczul

Heli Sandro Molero habita el Maczul desde 1997, un año antes de inaugurarse. El museógrafo resalta que el compromiso con el arte mantiene en pie la institución

Pinta, restaura obras y lleva su registro, pone y quita luces, adecúa las salas y las decora, monta las obras, documenta la memoria visual, administra la colección del museo: hace de museógrafo. Eso es él, museógrafo del Museo de Arte Contemporáneo de Maracaibo (Maczul).

«Aquí aprendí hacer de todo», expresa con tono firme, y sonriente, Helí Sandro Molero, quien llegó al Maczul en 1997, un año antes de que la gran estructura de concreto de 10 mil metros cuadrados, metal y verdor abriera sus puertas a Maracaibo y a Occidente.

La colección de obras del Banco de Maracaibo fue la primera que recibió la institución como salvaguarda del arte y fue la primera que documentó Molero, quien es el empleado, de los 33 en total, que se ha mantenido en la institución sin importar gestión y a pesar de las coyunturas económicas. «Hace dos años renuncié. Solo pude estar dos días fuera del Museo. Me sinceré conmigo mismo. Ofrecí disculpas a quien debí ofrecérselas y me puse a la orden. Y aquí estoy».

No aguantó más estar alejado de su espacio: un cuadrado, cubierto por paredes y puerta transparentes donde cada uno de sus instrumentos de trabajo está en su santo lugar. Atriles, lavamanos, pinturas, telas, tragaluces, marcos de madera… rodean su oficina, ubicada al lado del depósito de obras tras bastidores. «Este es mi lugar, mi burbuja. Me gusta, disfruto estar aquí». Ahí trabaja con tranquilidad. Se concentra. Hay silencio.

 

—¿Qué te mantiene aquí?

—Adoro mi trabajo, aunque suene trillado. Si no me gustara lo que hago, no estuviese aquí. Lo personal, en mí, nunca ha influido en lo profesional. El trabajo que hago me da vida y me da ánimo para levantarme todos los días y estar aquí puntual y hacer lo que me corresponde y lo que no (Risas); pero todo con la mirada puesta en que el trabajo debe hacerse, porque si no, quien queda mal es la institución.

Ser «todero» es una virtud de todos los trabajadores del Museo. Molero la destaca: «Aquí hay un solo jardinero para toda esta inmensidad que es el Maczul. Aunque no da abasto para mantener todo de punta en blanco, él se preocupa y está pendiente de que las áreas verdes estén lo mejor posible. Igual los compañeros encargados de las salas, la gente de prensa, la presidenta (Lourdes Peñaranda), todos trabajamos para que haya actividad constante en el Museo».

Él agradece el aprendizaje constante y cree que el Maczul vive su mejor momento. «Esta es una gestión muy buena, porque ha hecho ver y sentir el Museo como un museo, le ha definido un estilo y eso se debe a que lo lleva una artista y tiene una visión distinta: que la gente visite el Museo, que el Museo sea parte de la dinámica de la ciudad. Las 10 salas, entre las que se cuentan la el Patio central –donde próximamente funcionará un café-, la Tienda, el auditorio y el Centro de Información y Documentación de Arte Contemporáneo, todas están abiertas al público: con exposiciones o con actividades para receptores de todas las edades.

Molero hace una retrospectiva, en medio de la conversación, mirando el espacio en un ángulo de 180 grados y de arriba abajo. «El Museo me ha dado tanto sin que yo se lo pida».

—¿Y qué le darías al Maczul por su 18 aniversario?

—En lo material, un aire acondicionado potente que cubra todas las áreas, también le haría mantenimiento a las áreas verdes que son hermosas. Y en lo humano… que seamos más unidos, porque sé que compromiso con el Museo tenemos todos los que aquí estamos.

El Museo de Arte Contemporáneo de Maracaibo (Maczul) lo construyó la empresa privada en un terreno cedido por la Universidad del Zulia (LUZ). Lo inauguraron en 1998. Desde 2014, cuando asumió la presidencia la arquitecto y artista plástico Lourdes Peñaranda cumple su condición de Museo de Arte Contemporáneo, pues el público tiene contacto directo con expositores regionales, nacionales e internacionales.

 

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La presente entrevista pertenece a la novena edición de la revista cultural Tinta Libre, publicada el 28 de octubre de 2016.

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