El diario plural del Zulia

Convicciones que derriban barreras

Quizás los únicos límites que se ponen las personas estén en sus mentes, pero a veces hace falta algo más. Algo más que dinero, algo más que ideas; ese algo más puede ser la disposición y las ganas de alcanzar un objetivo.

El poder de los sentidos.

I

Oír, oler, tocar. Sonidos, aromas, texturas. ¿Quién dijo que el arte es posible consumirlo de una sola forma? Los niños se preparan para su taller de pintura; mientras tanto, los facilitadores se encargan de arreglar todo. Los pequeños están ansiosos. Hay un detalle: los chicos viven en situación de discapacidad, son ciegos. ¿Cómo es posible que una persona con discapacidad visual pueda pintar un cuadro? Sí, es más que posible. El tema de la discapacidad y la creatividad van de la mano; la exploración y el desarrollo de sus sentidos en relación con sus habilidades suele ser mayor que las de cualquier individuo. Los encargados del taller reúnen a sus alumnos y les piden que pinten algo; ante su imposibilidad de ver lo que hacen, comienzan a florecer sus aptitudes. Olfatean marcadores especiales para asociar colores; tocan y sienten las texturas del lienzo en el que plasmarán sus ideas. No es sencillo para ellos, así como tampoco lo es para quienes imparten esta asignatura. Poco a poco crean su obras, sin siquiera mirar una tarea tan asociada al sentido visual.

II

Se siente el ritmo. El bajo de la música retumba y él va de lado a lado en el tabloncillo. El movimiento en espiral de sus manos crea una coreografía única. Deynis Luque es el único sordomudo en Venezuela dedicado al universo del baile y eso no ha sido impedimento para demostrar sus aptitudes artísticas a través de la danza. Sin tener la capacidad de escuchar, Luque es actualmente profesor del Departamento de Danza de la Universidad del Zulia (Danzaluz) y un reconocido coreógrafo de la región.

Dicen que una sociedad moderna es aquella que respeta cualquier expresión de sus ciudadanos. No solo desde su forma de actuar ante diferentes escenarios, sino también desde el lenguaje. Cuando se habla de «democratizar la cultura», se entiende como esa acción de llevarla a donde no llega; de incluir a los sectores que están más rezagados; de hacer que cada una de las personas tenga la oportunidad no solo de expresar sus ideas y talento, sino de que se sientan parte del común.

¿Nuestros ciudadanos pertenecen a esas sociedades que fomentan el respeto hacia sus pares y que crean una conciencia incluyente? Si desde el hogar, colegios, universidades y ambientes laborales no se inculca un pensamiento que potencie la participación de las personas con discapacidad, el camino hacia la aceptación y normalización de sus actividades en cualquier área se convierte en una utopía.

Para Dinah Bromberg, excoordinadora de Equiparación LUZ, la accesibilidad «no es solo una rampa para entrar» en un recinto cultural. «En Maracaibo, las edificaciones en las que las distintas expresiones artísticas se llevan a cabo no están condicionadas para las personas con discapacidad; ni en el aforo ni en el escenario», comenta.

Cambiar paradigmas, ese es el objetivo. En pleno siglo XXI existen ciudadanos que miran de reojo o categorizan como «pobrecitas» a las personas con cualquier discapacidad. Priorizar su situación de discapacidad por encima de sus valor intelectual o talento retrata perfectamente cómo piensa la gran mayoría. Más que crear estereotipos, la colectividad debería generar herramientas que faciliten un entorno más amigable para ellos.

«En el mundo hacen muchos esfuerzos por la inclusión; hay que empoderar a las escuelas y colegios. Que desde cada actividad que se realice en las instituciones haya disposición para construir mejores seres humanos. En Europa, los espectáculos de ópera están diseñados sonoramente para quienes están parcialmente sordos; lo mismo sucede con los museos, que poseen citas guiadas para ciegos, a quienes se les permite tocar algunas de las obras más espectaculares», aclara Bromberg.

Formar, concienciar y estimular. No importa la disciplina. Ya sea en el teatro, en el cine, en las artes plásticas, en la danza o en la música. Cada una de ellas posee mecanismos completamente adaptados a las exigencias para el efectivo desenvolvimiento de las personas con discapacidad.

Equiparación en las universidades

Para comprender de forma sencilla ciertas cuestiones solo hace falta vivirlas, y esto es lo que intenta lograr la profesora Dalia Sánchez, quien dicta la cátedra de Producción Audiovisual y Accesibilidad en la Facultad de Arquitectura y Diseño de LUZ. «Más o menos lo que intentamos es mostrarles a los alumnos cómo perciben las personas con discapacidad visual y auditivamente el arte cinematográfico; se trata de que ellos experimenten esas sensaciones y tomen conciencia», alega Sánchez. La equiparación no solo va desde el pensamiento y las acciones, sino también desde la forma de expresarnos: con sus programas de extensiones, la universidad imparte talleres de periodismo inclusivo, en los que se muestra la forma correcta de redactar y hacer referencia a las personas con discapacidad en los medios de comunicación.

Si se quiere avanzar, los cambios deben realizarse desde los ámbitos más simples hasta los más referenciales. Si bien es cierto que el país está a años luz de otras naciones en comparación con sus políticas de inclusión y equiparación en distintos aspectos, aún se puede seguir trabajando para lograr los objetivos. Esto no solo se trata de la gente ni del dinero, se trata también de convicciones. Hace falta que las autoridades, desde quienes se encargan de promover cultura hasta los medios de comunicación, junto con los lugares donde hacen vida las distintas expresiones artísticas, puedan cubrir las necesidades y superar con creces las expectativas de las personas que exigen condiciones óptimas para disfrutar y desempeñar sin ningún impedimento su pasión por el arte.

Iniciativas como 'Ponte en mi lugar', promovida por la Comisión LUZ para la Igualdad y Equiparación de Oportunidades de las Personas con Discapacidad, permiten promover dentro y fuera de la universidad la integración de las personas con discapacidad en la sociedad.

 


El  presente reportaje pertenece a la vigesimosexta edición de la revista cultural Tinta Libre, publicada el 4 de agosto de 2017.

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