El diario plural del Zulia

Electrosmog: Una amenaza silente para la biohabitabilidad

Entre todos los agentes contaminantes a considerar en un hogar, el electrosmog ha pasado desapercibido y apenas está siendo parcialmente tomado en cuenta por algunos especialistas

En la creciente ola de tendencias que han surgido con el propósito de cuidar el ambiente y la salud, la biohabitabilidad tiene un lugar cada vez más especial

El entorno en el que vivimos afecta directamente la salud y nuestra calidad de vida, gracias al electrosmog y así lo afirman miles de estudios realizados a lo largo de las últimas cuatro décadas. Según un sondeo de YouGov, pasamos cerca del 90% de nuestro tiempo en espacios interiores, ya sea en casa, en el trabajo, o en algún medio de transporte.

Precisamente enfocada en atender este importante aspecto, nace la Biohabitabilidad, una ciencia que estudia la influencia del ambiente interior en la salud y en el bienestar de las personas, y examina los factores de riesgo que hay en nuestras viviendas y sus afectaciones relacionadas.

Joaquín Machado, investigador especialista en contaminación electromagnética y CEO de NOXTAK®, empresa de tecnologías verdes de Miami señala:

“Hay muchos elementos de nuestro día a día que afectan nuestra salud y la calidad de vida. Convivimos con estas cosas sin conocer cómo nos pueden afectar o sin notar que existen. Estos contaminantes son toxinas ambientales que pasan inadvertidas y generan hábitats no saludables, que pueden causar de problemas de salud como sensibilidad, alergias múltiples, alteraciones del sueño, dolores de cabeza sin razón aparente, cansancio permanente; y, a largo plazo, algunas incluso pueden aumentar el riesgo de varios tipos de cáncer”.

Sin embargo, entre todos los agentes contaminantes a considerar en un hogar, el electrosmog ha pasado desapercibido y apenas está siendo parcialmente tomado en cuenta por algunos especialistas.

El electrosmog en la biohabitabilidad

Hoy vivimos en espacios cada vez más tecnificados, las instalaciones eléctricas recorren paredes, techos y suelos a nuestro alrededor y tenemos infinidad de tomas eléctricas, sin un aterramiento apropiado. Además, nuestras viviendas y oficinas están hiperconectadas con señales de telecomunicaciones y Wifi de alta velocidad.

“Las nuevas tecnologías han cambiado por completo nuestra vida y el ambiente electromagnético en el que estamos inmersos. En las últimas tres décadas, las ciudades han aumentado los niveles de fondo de radiación de microondas en, aproximadamente un 1.000.000%; hemos experimentado avances sin precedentes en materia tecnológica y de conectividad, los hemos incorporado gradualmente en nuestros hogares y en cada aspecto de nuestra existencia”, mencionó Machado.

Si bien, hemos disfrutado de todas estas bondades, también enfrentamos un escenario con consecuencias potencialmente negativas. Nuestros espacios están plagados de campos electromagnéticos de fuentes artificiales, y estos (a diferencia de los campos electromagnéticos naturales) están desbalanceados; contienen interferencias que no solamente no son compatibles con nuestra salud y al medio ambiente, afectan también a las tecnologías, generando un consumo ineficiente de energía, estática en las comunicaciones, y afecciones en la propagación de señales inalámbricas.

El abordaje correcto del electrosmog para la biohabitabilidad

“La biohabitabilidad debe estudiar al hogar como un médico a un paciente: analizar el panorama completo, entender los síntomas y todas las conexiones aparentemente invisibles que generan problemas en más de un aspecto. En el panorama que analiza esta disciplina, el electrosmog debe ser un factor ambiental infaltable y tan importante como cualquier otro tipo de contaminación ambiental que afecta nuestro bienestar”, resaltó Machado.

Entendiendo el verdadero problema, la biohabitabilidad puede brindar soluciones realistas, y proponer la reducción o eliminación de las tecnologías no es una de ellas. Ésta es necesaria y es parte de nuestras perspectivas de futuro, ninguna “solución” que implique dejar de usarlas o que las limite es viable.

Es por ellos, que la biohabitabilidad también debe considerar que las respuestas anti-radiación no son la indicadas, ya que se ha comprobado que privan a los usuarios de interactuar con los campos electromagnéticos naturales que fomentan su bienestar, limitan y entorpecen las señales; provocan que los equipos se esfuercen más para funcionar, y generan más radiación en las adyacencias.

Machado indica que, existen dos abordajes viables y efectivos para los especialistas en biohabitabilidad:

-       Cambios en el hogar: Es posible mitigar las emisiones de esta amenaza, empezando por verificar el estado de las instalaciones eléctricas, los aterramientos, y haciendo cambios en el sistema de iluminación para reducir la electricidad sucia.

-       Tecnologías de filtrado: El electrosmog puede controlarse al 100% bajo un enfoque de filtración. “Como las que utilizo en mi empresa, llamada SPIRO® (Spin-Radiation Organizer Technology) son ideales para esto, pues eliminan los efectos adversos del electrosmog mientras permite a los usuarios continuar disfrutando de las bondades de la tecnología”, afirma Machado.

Finalmente, Machado resalta que hay mucho que hacer para concientizar al público sobre este tema y cómo controlarlo. “No solo disciplinas como la biohabitabilidad deben conocer esta problemática, sino más personas comunes y especialmente gobiernos e industrias que puedan impulsar estándares más saludables en la manufactura de tecnologías y, en la urbanidad de ciudades inteligentes; así como regulaciones que protejan al medio ambiente y al consumidor de esta inadvertida toxina ambiental”.

 

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