El diario plural del Zulia

Sebastiana Barráez: En el Zulia se evidencia "el fracaso" de la Fuerza Armada

Un reportaje de la periodista Sebastiana Barráez cuenta historias de cómo se ha visto "alterada" la vida de los zulianos en el municipio Catatumbo por la presencia de guerrilla colombiana

El Zulia es un estado peculiar. Es fronterizo, tiene petróleo, el lago de Maracaibo, amplias extensiones de tierra productivas, importantes sembradíos y ganado. Es una combinación de maravilloso y agreste.

Lamentablemente también es refugio de guerrilla, paramilitares y narcotraficantes que han alterado la vida de los habitantes a lo largo y ancho de la franja fronteriza con Colombia. En un territorio como ese es donde se evidencia el fracaso de la Fuerza Armada en lo que al cumplimiento de la Constitución de la República Bolivariana se refiere, indicó Sebastiana Barráez.

Cuando Álvaro Cabrera transportaba, la mañana del 16 de febrero 2021, en un camión grúa el tractor marca Jhon Ferre, modelo 310 E, color amarillo, año 2007, con toda la documentación en regla, fue detenido en el Punto de Control Puente Venezuela, sede de la 2a. Compañía del Comando de Zona de la Guardia Nacional No. 11, Destacamento 116. Su comandante, el Capitán Machado, está ubicado en la parroquia Udón Pérez, municipio Catatumbo, relata un reportaje hecho por la periodista publicado por Infobae.

Cuando esa máquina llega al mencionado Punto de Control, el militar de guardia detuvo la gandola y le informó al conductor y a Cabrera que no podía continuar con el tractor porque está prohibido llevar maquinarias para la frontera”, pero eso no consta en ninguna orden, ley o reglamento.

“Solo es un abuso, un atropello, una extralimitación. Casi a final de la tarde le entregaron el tractor después de cancelar veinte millones pesos, de lo que por supuesto no le dan factura o comprobante alguno. Se supone que el dinero que ese señor les dio al capitán Machado y al Sargento Briceño, no va a las arcas de la República”.

No vuelvo más

Un habitante de la frontera, que pide guardar su nombre, denuncia ante Infobae lo que sucedió cuando envía a su esposa de pasajero para Puerto Santander (Colombia) desde Santa Barbara de Zulia. “Mi esposa llegó asustada contando lo sucedido con los militares, quienes usan sus chapas contra quienes transitan por la zona”.

Los militares los detuvieron de Venezuela hacia Colombia, en todas las alcabalas; la de aquí, que está saliendo a cuatro kilómetros, luego la Redoma El Cónico y posteriormente Puente Zulia o Puente Venezuela: en esas tres se bajaba el chófer y pagaba la cuota”.

“Después de la de Puente Zulia, vía hacia Orope cuando entras al Táchira, inmediatamente hay una alcabala de la Guardia Nacional y los hacen bajar, obligándolos a dejarse revisar la cartera y contar cuánto dinero llevan en efectivo, dólares y pesos. Luego, en la de Orope hacia Boca de Grita se baja el chófer y paga la multa. Saliendo de Orope la Policía te multa también”.

“Luego viene la del Ejército cuya nueva modalidad es que de ida, hacia Colombia, piden alimentos, bajo esta petición: ‘nosotros no los vamos a molestar, pero por favor al regreso nos traen algo de comida, ya sea arroz, chorizos, y otras cosas’. Después viene, antes de llegar a Boca de Grita, una alcabala de la Policía donde también es el conductor del colectivo quien paga la extorsión el chófer”.

“A mi esposa no le quedaron más ganas de ir, al mal trato y vejaciones de todo tipo por parte de los militares y grupos irregulares que controlan el río”.

Desplazados

Santiago Ojeda es hijo de familia zuliana. “Mi abuelo fue de los primeros que se dedicó a la tierra con equipo mecanizado, porque su papá, mi bisabuelo, amaba El Catatumbo y él creció oyendo las historias de grandeza y misterio del lugar. Hace unos años los más jóvenes tuvimos que emprender otro camino. Los hombres colombianos, armados y con botas de caucho, se apropiaron de nuestra tierra”, narra a Infobae.

Cuenta cómo han sido desplazados de la zona, cómo perdieron “los animales”, las cercas fueron derrumbadas, parte de las casas quemadas o destruidas. “Yo decidí dedicarme a otra cosa. Me niego a estar bajo la tutela de los guerrillos o los paracos. Además, eso no es garantía de que respeten lo que tanto cuesta producir”.

Ante la pregunta de si no han insistido con el Ejército o la Guardia Nacional para que los apoyen o protejan, responde sin vacilar, “no, no, eso es inútil, al contrario, es más peligroso caer en manos de los militares nuestros que en la de paracos y guerrilla”.

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