El diario plural del Zulia

Roba celular en bus y su víctima le da golpiza

A las 10:44 de la mañana, íbamos a pauta. Tomamos un desvío en plena avenida 5 de Julio, de Maracaibo, y pasando frente al Banco de Venezuela presenciamos el disturbio.

La gente corría. Los hombres gritaban, “déjalo aquí, nosotros le damos”. En ese momento entendimos que la algarabía no era porque había llegado un producto de la cesta básica en alguno de los mercados que rodean esta avenida. Un hombre estaba siendo linchado por una mujer, o mejor dicho, el atracador fue golpeado ferozmente por su víctima.

Corrimos con la gente, seguimos la masa liderada por hombres, que como lobos sedientos querían devorar a la presa. “Señor, ¿Qué pasó? ¿por qué? lo golpea así?”, preguntó a uno de los testigos, que pre rió seguir su rumbo. “Un tipo la atracó, parece, y ella se defendió, vos sabéis, las mujeres de este siglo”, expresó mientras señalaba la riña.

“¿Qué te creéis?”

A la distancia se escuchaba a la mujer: “Devolvéme mi teléfono, el mío, pero ya”. Su piel oscura sudaba a cántaros, temblaba mientras le gritaba al hombre. En su mano derecha sostenía un tubo de plástico que se consiguió en el camino de la travesía, pues ella, se lanzó del bus de 5 de Julio, donde el hombre la atracó. “Me sacaste el teléfono, mi Samsung S3, porque te creéis malandro, pero estáis equivocado, me han robado varias y a los dos los agarré, y me hacen pagar, porque yo trabajo mucho para que venga un ‘sin oficio’ como vos a quitarme mis cosas”, le reclamó insistentemente la mujer, que no pude identificar en la discordia.

El hombre, delgado, de estatura baja, respiraba su propia sangre. Ella lo acorraló frente al edificio Aboroy, en la avenida 5 de Julio, donde el malhechor aseguraba había arrojado el equipo telefónico. “No me peguéis más, yo lo tiré ahí, y el pana lo agarró. Chamo, (refiriéndose al vigilante) dale el teléfono pa’ que me deje ir”, insistía en llantos, pero no funcionaba. La mujer le hacía presión, lanzaba tubazos y lo amenazaba con la muerte. “Soy madre de tres hijos, soy sola, chamo, y venís a atracarme a mí, estáis loco, no sabéis con quién te metiste”, apuntaba.

Llegada de familiares

Una mujer, que tampoco quiso darme su nombre, le pidió a la fémina, que desde su amor materno llamara a algún familiar del malhechor, para que intercediera por él. La mujer lo hizo, y habló con la progenitora del hombre, pero no dudó expresarle a la madre que su hijo, “por ladrón”, estaba golpeado, y que si no le resolvía no lo soltaría.

En menos de 10 minutos, la madre llegó junto a dos hombres que aparentemente son hermanos, en tono amenazador pidieron que lo soltaran, la mujer se negó, hasta no tener su teléfono. Inmediatamente, la madre pidió compasión, y hasta ofreció su teléfono a cambio de la vida de su hijo, abrazó a la mujer y en llantos pidió que no llamara a la policía, ella cedió, y se fueron en el carro “a un lugar donde pudieran arreglar”. La familia se llevó a la mujer, quien no pudo obtener su teléfono pese a la insistencia.

Antes de arrancar, un joven, vendedor de pastelitos, se acercó al carro. Tuvimos miedo, pero fue él quién le dejó la moraleja al hombre y a todos. Desde su humildad le pidió que se alejara de ese mundo “estáis a tiempo, chamo, mirá yo vendo pastelitos pero no me da pena, salíte de eso”.

 

 

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