El diario plural del Zulia

Monstruo de Santa Rosa merodea el lugar del crimen

Cuando el sol se oculta sale de su escondite en algún recóndito lugar de Maracaibo. “El Monstruo de Santa Rosa” merodea las adyacencias de la casa construida con bloques, sin frisar y una sola habitación; en ella solo hay una cama matrimonial, una mesa, una pequeña cocina y un closet improvisado. En ese lugar se cometió el crimen más atroz de los últimos tiempos en el Zulia.

Manuel Alejandro Espinoza Roa (28 años) violó y estranguló a su pareja Greilis Carolina Ortega (25), conocida como “La Greña”; y a sus hijos Miguel José Hernández Ortega (6); Yusbely Hernández Ortega (6); y Miguel Efrén Ortega (9) hace exactamente un año, en el sector El Cerro de Altos del Milagro.

La habitación que compartía “La Greña” con Manuel y sus cuatro hijos se siente pesada, las paredes con varios gratis con mensajes de amor por los fallecidos intensifica el drama.

“Te amamos mi hermana bella, acá tus hermanas, te extraño mucho, los amamos príncipes”, son partes de los mensajes que están escritos en el cuarto.

Familiares y allegados a las víctimas aseguran que lo han visto en Maracaibo.

“Él está como si nada, lo hemos visto en la ruta de El Brillante (que conduce a Las Tuberías). A ese asesino lo está pisando el diablo para que no lo encuentre la policía. Está más gordo, se alimenta mejor, será para cometer otros crímenes”, comentó la abuela de Miguel Efrén, quien pre rió no identificarse por temor a represalias.

Toda la familia al unísono exige justicia.

Yendry López, tía de Miguel, manifestó: “Crees que es justo que después de una muerte tan fea donde hay niños involucrados todo haya quedado impune; me vas a decir que las leyes no van a actuar para buscarlo. Una vez nos dijeron que lo habían agarrado, pero cuando la mamá de Greilis fue resultó ser mentira”. 

Profundizando el dolor

La sobreviviente y única testigo del crimen, una pequeña que actualmente tiene un año y cuatro meses, es el reflejo de su madre. Su mirada perdida, marcada por la desgracia, recuerda a grandes y chicos lo sucedido en El Cerro.

“Yo no tengo vida, ella era la mayor de mis cuatro hijos; esto es muy fuerte. Le pido a Dios que se haga justicia. Porque él no tenía que acabar con la vida de mi hija y sus pequeños. Así como lo hizo con ellos, lo puede hacer con otros. La bebé está sometida a constantes terapias, porque él la amarró y cuando la encontraron estaba guindadita y se le desvió la columna. Nos bandeamos con lo que ganamos revendiendo productos”, relató Deisy Ortega, quien no pudo contener el llanto al momento de recordar lo ocurrido con sus “angelitos”.

“No entendemos qué pasó. Por lo visto el diablo tiene muchas formas de mostrarse, porque se comportaba bien con ella y los niños. Solo Miguel no lo quería”, agregó Deisy.

“Si lo vemos, lo matamos”

La señora Lusmila, abuela y bisabuela de los fallecidos, recordó aquel terrible 7 de septiembre de 2015.

“Nosotros no escuchamos nada, ellos estaban en una fiesta y discutieron la noche anterior, se acostó temprano y a la 1:00 a. m., escuchamos un vallenato a todo volumen, suponemos que a esa hora actuó. Dos sobrinitos hicieron el hallazgo cuando buscaban a los niños para jugar”, destacó la mujer, quien reiteró que la única manera que deje de sufrir es cuando muera.

“Yo de verdad espero que no lo encontremos nosotros, porque si eso llega a suceder no va a dar tiempo de que lo entierren, porque nos lo comemos vivo”, recalcó la mujer.

El Cicpc tiene otro cangrejo. Aún no dan con el paradero de “El Monstruo de Santa Rosa, el segundo más buscado en el Zulia.

 

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