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Matanza de Santa Bárbara: Un final que cumple 40 años

Cuarenta años transcurrieron de la matanza entre la familia Semprún Cedeño y los Meleán, a quienes algunos investigadores los vinculan más con un clan que se hizo tristemente célebre por encabezar la aniquilación de la organización criminal que conmocionó con su metralla el Sur del Lago.

Las dos familias combatieron por años, a punta de balas, por las ricas tierras del municipio Colón. El último en ser aniquilado de los Semprún Cedeño fue Ezequiel, mejor conocido como “Ezequielito”, quien desde sus 16 años, entró en el mundo delincuencial. Su asesinato selló la historia sangrienta.

Un 30 de abril de 1977, hace ya cuatro décadas, acorralaron al joven creador de “El Sindicato del Crimen”, nombre con el que consiguió el dominio en Santa Bárbara de Zulia, El Vigía, La Rita, La Cañada, Cabimas, Ciudad Ojeda, Maracaibo, Punto Fijo y Caracas.

Luego de varios atentados fallidos, los Meleán, con el apoyo de unos sicarios, dieron con “Ezequielito”. Una persecución lo llevó hasta el callejón Andrés Eloy Blanco, del barrio 23 de Enero, Haticos por Arriba. Allí se enfrentó a tiros con Wilmer Sánchez, de 17, hijo de Adelis Sánchez Cordero, quien para ese entonces era uno de los “matones” más fuertes de la región y uno de los brazos ejecutores de los Meleán. 

Periodistas de la época cuentan que Sánchez Cordero se convirtió en un “gran” sicario cuando falló el disparo en la cabeza a Dimas Sempún dentro del supermercado Arci de Santa Bárbara del Zulia y luego atinó con un FAL a Olímpico D’Armas, exdirector de Digepol (policía política sustituida por la Disip), cuando salía de un centro comercial, en la avenida Delicias de Maracaibo.

El 20 de octubre de 1981, una comisión dirigida por el comisario Víctor Rivera Azuaje liquidó en un careo a Sánchez Cordero y a dos de sus hijos, quienes batallaron por seis horas, a plomo limpio, dentro de un hotel, en el estado Mérida.

Tren de asesinatos

El periodista Oscar Silva escribió el libro “Santa Bárbara”, publicado en 1992. Allí ofrece detalles sobre la pugna entre estas dos familias. Explica en sus textos que todo comenzó con la muerte del ganadero Rodolfo Meleán, hermano predilecto de Jesús “Chucho” Hernández Meleán, dueño de la hacienda Bolívar, la más rica de Santa Bárbara y del país para ese entonces, que tuvo moneda propia y que hace 10 años atrás fue expropiada y arruinada por el extinto presidente Hugo Chávez.

A Rodolfo lo mató a puñaladas el vendedor de parrillas que a diario se paraba frente al bar “El 5 y Medio”, que está en la salida de Santa Bárbara. “Él estaba ebrio, se alteró y le disparó al parrillero en sus piernas por haberle entregado mal el pedido y este en venganza lo acuchilló al instante”.

Para “Chucho”, el asesinato de su hermano fue un golpe muy duro y por ello envió a Temístocles “El Tungo” Semprún a ejecutar a Cirilo Bohórquez Meleán, propietario del bar, por no evitar la muerte de su hermano preferido. Lo tirotearon en la estación de servicio de La Panamericana.

Días más tarde consiguieron a “El Tungo” y lo aniquilaron, junto con su hermanastro Ángel Ciro Rincón, “Caballo Blanco”, en la vía Santa BárbaraEncontrados; muertes que provocaron la inolvidable e incansable “Matanza de Santa Bárbara”, como se hizo conocer en Venezuela esta ofensiva.

Tras la punta voraz del cañón siguieron Dimas, Euribíades y Norberto. A los tres los acribillaron una madrugada, en un oscuro camellón, situado entre Santa Bárbara y El Vigía. Tiempo después mataron con tiros de escopeta a Eladio, alias “El Chino”, en el sector La Churuata, de la carretera Falcón-Zulia y le siguió Carlos Luis, a quien tirotearon en una calle ciega, también en El Vigía. A este ultimo sus homicidas lo llamaban “La Casa Grande”, porque lo consideraban el más audaz de la familia. A sus primos Israel y Nelson Enrique Semprún tampoco les perdonaron la vida. Cuando llegaban a su residencia en el municipio San Francisco, los fulminaron a balazos. El último en la lista fue “Ezequielito”.

Crimen organizado

Estos múltiples sucesos le abrieron las puertas al crimen organizado y al sicariato en Venezuela, entre los años 60 y principio de los 80, según comisarios del Cicpc, entidad policial que para la época y aún “protege a los Meleán por su poderío económico”.

La lucha era tan grande que las muertes por encargo siguieron. El objetivo era acabar con todos los allegados a los Semprún. Por ello ultimaron a Jesús Núñez, abogado penalista y hermano de crianza de los Semprún, cuando se desplazaba en su vehículo por las adyacencias del Nuevo Circo de Caracas.

Al abogado José Obando Sardi lo mataron a plena luz del día y frente a sus escoltas, cerca de la casa del Gobernador de Zulia, por haber fi rmado las cartas abiertas que publicaron los medios de comunicación en esa época, dirigidas al presidente Rafael Caldera, al Gobernador de Zulia, Hilarión Cardozo y al presidente entrante Carlos Andrés Pérez (CAP). En la misiva, el ganadero “Chucho Meleán”, expresaba su lucha por las tierras. Se quejaba de la corrupción de la justicia y acusaba a los entes policiales del estado de estar involucrados en los crímenes perpetrados.

Todo era un escándalo. El conflicto por mucho tiempo acabó con la vida de ganaderos, campesinos, policías, guardias nacionales e incluso personas inocentes, ajenas a toda esta reyerta. Así como estos muertos, hubo cantidades de empresarios y comerciantes, quienes se vieron obligados a salir del país luego de haber sido despojados de sus propiedades. La matanza involucró a políticos, ministros y jueces.

Dos días antes del homicidio contra Dimas Semprún y su esposa Hilda Cedeño, el comisario Jesús Jiménez Pantoja, “El Chino Pantoja”, de la Policía Técnica Judicial (PTJ) y de origen caraqueño, se instaló junto con su comisión en Santa Bárbara de Zulia, para iniciar las averiguaciones e inspecciones relacionadas con las víctimas que dejó la guerra familiar.

Jiménez, años antes de la masacre, fungió como jefe de la delegación del cuerpo detectivesco, en Santa Bárbara. En esa época arrestó varias veces a los hermanos Semprún, investigó los múltiples crímenes y persiguió a los sicarios. Las pesquisas despertaron la furia que terminó con el asesinato de dos detectives, en el sector Caño Blanco, de El Vigía, Mérida. Fueron los primeros efectivos activos ultimados en la historia criminal de Venezuela.

El suceso provocó el traslado de “El Chino Pantoja” a Caracas, por orden de la directiva nacional de la PTJ. El jefe policial regresó comandando el “Escuadrón Volante”, un grupo policial creado por CAP para combatir la pugna entre los Semprún Cedeño y los Meleán, que pretendían adueñarse del Zulia.

 

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