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Funerarias instalan alcabalas por temor a represalias

Un disparo les arrebata la vida. Por una venganza, por resistirse al robo o a las autoridades. Los familiares padecen su muerte y a su vez el protocolo que deben recorrer para velarlos y sepultarlos. Las funerarias venezolanas no aceptan estos casos de violencia en sus infraestructuras, según sus dueños, por temor a represalias.

Siete capillas velatorias recorrió este rotativo entre los municipios Maracaibo y San Francisco. Se consultó en otros estados como Mérida, Lara, el Distrito Capital y también manejan la misma política.

Este año los homicidios por arma de fuego se han incrementado en un 20 por ciento, según fuentes del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc). Por ello los velorios en las salas de las casas hoy día se ven con más frecuencia, aunado a que son rechazados en las funerarias, por haber sido ultimados a balazos.

La funeraria La Chinita, en la calle 18 del sector Sierra Maestra, del municipio San Francisco, ha hecho sus excepciones con personas que han sido tiroteadas en asaltos o accidentalmente. Su encargado, un hombre de 60 años, aproximadamente, cuenta que las víctimas de sicariatos o enfrentamientos en ocasiones han ingresado a sus capillas a punta de engaños por parte de los familiares.

“A pesar de que uno entrevista a los parientes de las víctimas, algunos mienten y nos damos cuenta de lo que realmente ocurrió cuando revisamos las ultimas páginas de los periódicos regionales”, explicó el sexagenario de tez morena y cabello blanco, con rasgos indígenas.

El dueño de la capilla velatoria indicó que cuando las personas firman el contrato de compra de sus servicios les dejan claras las reglas que deben acatar mientras estén dentro de la infraestructura.

“Cuando se trata de personas baleadas, casi siempre son delincuentes y estos acostumbran hacer mucha bulla cuando les matan a un familiar. Música a todo volumen, presencia de armas de fuego y docenas de motorizados a las afueras, es por lo que prohibimos estos casos en nuestras instalaciones, y no solo esta capilla sino todas”, explicó el joven propietario de La Chinita.

Estas condiciones por parte de las funerarias han hecho eco en la ciudad y actualmente estos casos de muertos por arma de fuego ya no llegan con frecuencia. Si la víctima es delincuente menos se acercan a pedir servicios por temor.

datosversionfinal“Ellos prefieren velar a su familiar en casa porque están en su zona  de confort. Allí mandan ellos y nosotros, la policía, no podemos actuar. Si actuamos les avisan, ya que colocan anillos de seguridad en el sector”, manifestó un funcionario del Cuerpo de Policía del Estado Zulia (Cpbez). “Respetamos su espacio”, apuntó.

El delegado de la funeraria San José, en el sector 5 de Julio, diagonal a la Facultad de Medicina de LUZ, expresó que los casos de baleados solo se acercan a pedir servicios de traslados de féretro, desde la morgue de Maracaibo hasta la vivienda donde realizaran las exequias.

Estos servicios, según el funerario, cuestan alrededor de 220 mil bolívares, dependiendo del féretro que agarren y al lugar de la ciudad a donde vayan. “Si el barrio es muy peligroso el precio puede variar”.

En la sede La Modelo, en la avenida 25, diagonal al colegio La Epifanía, el año pasado se permitió “veloriar” a un hombre ultimado a tiros. A la capilla llegaron varios efectivos policiales y tras una requisa se llevaron a cinco jóvenes que despedían a su amigo. “Según las autoridades, estos tenían antecedentes y por ello se los llevaron detenidos. Los delincuentes más bien le temen a las funerarias. Los que son ladrones fuertes ni se acercan aquí”, manifestó el procurador del lugar.

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Cuesta arriba

Los familiares de las víctimas heridas por arma de fuego, además de ser excluidas, sufren el proceso de entierro. María Mercedes recuerda que tuvo que organizar un potazo en el barrio Rey de Reyes, de la parroquia Francisco Eugenio Bustamante. Le mataron a un sobrino de 17 años, de tres disparos, en junio de este año. “Era azote de la zona. Se desvió del camino y no se pudo encarrilar”.

Para la urna tuvieron que reunir 225 mil bolívares y para sepultarlo en el cementerio El Edén, buscaron 380 mil bolívares más. “Eso cuesta la parcela”, recordó. “Enterrar a un pariente ahorita en Venezuela es casi imposible, es un calvario”.

 

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