El diario plural del Zulia

“El Monstruo de Santa Rosa”

Su audacia parece no tener límites. Manuel Espinoza Roa, el trujillano de 28 años bautizado como “El Monstruo de Santa Rosa”, por ser el principal sospecho de matar a su mujer y a sus tres hijastros, en un rancho de ese sector al norte de Maracaibo, habría salido del país por un aeropuerto y disfrazado de anciano para despistar a las autoridades.

Luego de su último contacto vía mensaje de texto con reporteros este rotativo, el pasado 25 de noviembre, en el que reveló públicamente la dirección dónde se había escondido en Caracas, por estar cansado de su vida de prófugo de la justicia, una fuente cercana al caso aseguró que Espinoza Roa cambió de opinión y decidió huir.

El hombre, según el informante, salió presuntamente a finales del mes de noviembre por el aeropuerto internacional Simón Bolívar, en Maiquetía, utilizando la identidad de su padre, quien tiene su mismo nombre y apellido: Manuel Ramón Díaz, y con un maquillaje especial e indumentaria que lo hacía aparentar de mucha mayor edad.

Según la fuente que pidió su anonimato, un tío materno de “El Monstruo de Santa Rosa” fue quién con documentación falsificada y el apoyo de algunos “contactos” en la terminal aérea de Vargas, lo ayudó a burlar los controles de seguridad y marcharse, aparentemente, a Colombia.

Este tío materno sería quién ayudó a Espinoza a moverse por los diferentes puntos donde se ha “enconchado” desde la madrugada del pasado 7 de septiembre, cuando salió de Maracaibo señalado de estrangular y golpear a su pareja, Greilys Ortega (25) y a sus tres hijos: Miguel (9), Yusbelys (7) y Manuel (6).

Búsqueda infructuosa

Ya han transcurrido casi cuatro meses de aquel abominable crimen que consternó a los marabinos y aún las autoridades no han dado con el paradero de “El Monstruo de Santa Rosa”, pese a las diversas investigaciones y allanamientos realizados por el Eje de Homicidios del Cicpc-Zulia.

Horas después del sonado crimen, los voceros de las policía científica informaban a los medios de comunicación sobre presunta pesquisas tras la pista de Espinoza en las islas de Zapara, Toas y San Carlos del municipio Almirante Padilla.

Sin embargo, los resultados fueron infructuosos, incluso hasta en la parroquia Mercedes Díaz, en Valera, donde viven los padres de “El Monstruo”, y en el que los peritos del Cicpc también llegaron en búsqueda del múltiple asesino. Los operativos se extendieron a Falcón, Lara y Mérida.

Y es que Espinoza, cuyo prontuario policial estrenó en el 2009 en su natal Valera, por porte ilícito de armas y que luego fortaleció en Maracaibo, cuando en el 2010 cayó preso por robar un televisor de 42 pulgadas en la discoteca de ambiente Picasso, detrás del Parque La Marina; no se la iba poner fácil a los cuerpos de seguridad.

Los audios

La policía no estaba ni cerca de sus movimientos. Tres días después del horrendo crimen, el jueves 10 de septiembre, Espinoza se citó con una de sus tías en Puerto Carayaca, en el estado Vargas, y cara a cara relató su supuesta verdad sobre la sucedido.

La mujer, sorprendida ante aquella confesión, decidió grabar a su sobrino en dos archivos de voz, uno que duraba cuatro minutos y el otro 1:55, y ahí “El Monstruo de Santa Rosa” sin ningún descaro ni escrúpulo responsabilizó a Greily por lo sucedido.

“Greily debía 220 millones en droga (en el retén El Marite)...¿porqué no los pagó? Lo que hizo fue insultar a esa gente, ellos la amenazaron y le dijeron que la iban a matar a ella y a la familia si no pagaba, ella nunca pagó, esperó hasta una semana”, describió el presunto homicida.

La noticia corrió como pólvora tras ser publicada por Versión Final una semana después, el miércoles 16 de septiembre, fecha en la que la tía de Manuel Espinoza decidió contactar al equipo reporteril de este rotativo y entregarle los audios por temor a que la policía matara a su familiar, tras la intensa cacería que le tenían montada.

A los días siguientes, jueves 17 y viernes 18, sucedió lo impensable. El propio “Monstruo de Santa Rosa”, sin intermediarios, no sólo envió a la redacción de Versión Final un audio en el que aseguraba su interés de entregarse a la policía y negaba ser el autor material de la matanza. También se tomó una fotografía con la edición del día del periódico, para demostrarle a todos que estaba vivo y oculto en algún rincón de Venezuela.

“Yo me quiero entregar pero con un fiscal y un abogado, si ustedes me aseguran a mí la vida, porque yo no maté a esos niños, yo me entrego si me aseguran la vida con un fiscal y un abogado, más nada”, advirtió con firmeza en aquella oportunidad Espinoza.

Al gato y al ratón

Desde ese entonces Espinoza desapareció. La policía perdió su rastro, hasta que el 26 de noviembre volvió a la palestra pública al enviar un nuevo mensaje de texto al equipo de periodistas de Versión Final, en el que aseguraba: “Ya me cansé de esta vida de fugitivo que tengo, esta será mi entrega, que pase lo que tenga que pasar, para qué fiscales si igual me van a matar”.

En el escrito reveló la ubicación de sus dos guaridas en casa de sus tíos maternos: “En La Candelaria, al lado del depósito de Unicasa”; y en: “Las Minas de Baruta, más abajo del Colegio Americano, al final de la calle Victoria”. “Ya envié la dirección, ahora quedará en sus manos que me agarren”, sentenció.

Tal parece que la astucia de aquel “muchacho tranquilo y alegre”, quien según su madre Benilde Roa solo estudió hasta primer año y luego trabajó con su papá en impermeabilización, ha sido más que suficiente para evadir a la justicia.

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