El diario plural del Zulia

De Modelo a calvario

En 1955, día de Santa Bárbara, patrona de los prisioneros, Felipe Urbaneja, ministro de Justicia, inauguró al final de la avenida Sabaneta, la Cárcel Nacional de Maracaibo, conocida como la Modelo. Desde entonces esta comenzó a ser rodeada por viviendas improvisadas que luego se consolidaron y convirtieron en barrios. La penitenciaría con el tiempo se transformó en símbolo de violencia y muerte. Sus reos se apoderaron de la estructura y mandaban adentro y afuera.

Desde entonces los habitantes de las barriadas aledañas sufrieron la presencia del penal, con capacidad para 800 reclusos. En 2013 la clausuraron, tras una mortal reyerta. Había 4.168 reos, que convirtieron la estructura en paraíso para algunos y tortura para otros.

Las múltiples balaceras, en estas o guerras entre líderes negativos, mantenían en jaque a los residentes de los barrios San Pedro, Bolívar, Libertad, Zulia, El Calvario, Altos de la Venega, Kennedy, José Gregorio Hernández y Lago Azul. Muchos hombres, mujeres e incluso niños murieron a causa de balas perdidas. Poco a poco la situación arreciaba e impulsaba a los vecinos a desalojar sus casas. “Los barrios de cierta manera estaban protegidos por los ‘prames’ de la cárcel. El que robara o matara en sus alrededores, también estaba muerto”, recordó Maritza Sánchez, comerciante de la zona.

Con el cierre de Sabaneta hace tres años los índices delictivos disminuyeron en un 85 por ciento en el estado Zulia. Las extorsiones, los crímenes por encargo y los robos y hurtos de vehículos eran comandados desde su interior. Era un alivio para los ciudadanos pero se convirtió en un calvario para los comandos policiales y el Centro de Arrestos Preventivos El Marite, que con el tiempo se convirtió en la secuela de la Cárcel Modelo.

Hacinamiento

“Prames”, armas y mafias abundaban en el retén de Maracaibo, que llegó a albergar condenados por años. El 6 de abril, El Marite quedó clausurado por Iris Varela, ministra de Servicios Penitenciarios. El recinto colapsó al igual que los calabozos de las comandancias, pues sin cárcel el hacinamiento se hizo inminente. Para Humberto Prado, director del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP), en el estado Zulia “se requieren al menos tres cárceles para cubrir la demanda”. Daniela Guerra, abogada y directora general de la Comisión para Derechos Humanos del Estado Zulia (Codhez), indica que la carencia de retén y cárcel en el estado “es un gran problema, pues los privados de libertad deberían ser trasladados a una cárcel para que cumplan su condena. No deberían seguir en los comandos, arrumados”.

El hecho de que el sistema penitenciario sea tan ineficiente en este momento no es excusa para que una persona sea asesinada porque no cabe en una prisión”, refirió la jurista ante los enfrentamientos policiales. Guerra expresó que el OVP habla de un 130 por ciento de hacinamiento, pues en las cárceles del país hay una capacidad para 19 mil condenados y en la actualidad estas tienen una población aproximada de 56 mil reos en el país. “Los privados de libertad en Zulia, en algunos comandos, duermen solo dos horas al día. De resto tienen que permanecer de pie, mientras que los demás se turnan para acostarse en el suelo porque no caben”, denuncia la defensora de los derechos humanos.

Falsas promesas

El Ministerio comandado por Iris Varela, tras el cierre de Sabaneta prometió una escuela para custodios que nunca llegó. También una nueva cárcel en la Isla de Providencia y con el tiempo, por el alto presupuesto para su construcción, se hizo inviable. Se inició un Internado Judicial, en la vía a La Cañada de Urdaneta, y la obra tiene años parada por falta de presupuesto. El gobernador Arias Cárdenas ofreció trasladar a los familiares de los reos hacia donde habían sido recluidos y eso tampoco se ha concretado.

El 29 de julio, Varela llegó a Maracaibo e inauguró en la extinta Cárcel un Museo Penitenciario, que para Yaneth, vecina y profesora de Historia, es un desacierto. “Los museos son para mostrar objetos antiguos y arqueológicos que guarden una historia. No sé qué podría mostrarse allí adentro como para que sea un museo. Tal vez puras armas y los lujos que sus líderes tenían, cosa que no es nada educativa para los adolescentes y niños”.

Por otra parte, la educadora agradeció el desalojo absoluto de la penitenciaría, al igual que Alberto Olivera, residente del barrio San Pedro. “Ahora vivimos más tranquilos, desahogados de disparos. Su cierre significó paz para mí y muchos de los que vivimos alrededor de la cárcel”, expresó la moradora, quien recordó que hace tres años se vio obligada a vender su casa, por su seguridad y la de su familia, pero nadie la adquirió. “Volví al barrio Libertad tras el cierre de La Modelo”.

 

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