El diario plural del Zulia

“Boleros” de río Limón son la caja chica de los militares

Ante los ojos de los pocos turistas que aún visitan las playas de Caimare Chico, en la Guajira venezolana, aparenta un típico vendedor de café que se gana la vida ofreciendo sus “negritos” en el peaje del puente sobre el río Limón. El termo, los vasitos plásticos y un bolso de tejido wayuu terciado en el pecho, le dan validez a su papel.

Sin embargo, los cientos de bachaqueros de gasolina que a diario transitan por la vía que comunica a Maracaibo y El Moján con Paraguaipoa, Guarero y Paraguachón, poblados fronterizos con Colombia, conocen realmente al personaje: “El Bolero”.

La función de este falso “cafecero” es recibir el pago que los vendedores ilegales de combustible le hacen a efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), para que le permitan ingresar el carburante a la Guajira y luego revenderlo en Colombia.

Choferes de tráfi co, comerciantes, trabajadores y residentes de la zona, hicieron eco sobre los “cobros” en la alcabala de Puerto Guerrero. Un equipo reporteril de este diario viajó hasta la Guajira con “Eusebio”, conductor de un Caprice y residente de Santa Cruz de Mara que contrabandea gasolina, para constatar la denuncia.

En dos horas y 50 minutos en una cola de 10 kilómetros y unos 300 carros, dividida en dos tramos: El Moján- La Técnica, donde una alcabala del Ejército revisó los maleteros de los autos; y La Técnica-Río Limón, en el que los guardias chequean corporalmente a pasajeros de por puestos y microbuses, se llegó al último peaje fronterizo del municipio Mara.

Allí, al menos dos centinelas, de los ocho dispuestos para controlar el tráfico, le indican a los choferes cuál carril tomar. A la derecha, ordenan estacionar al transporte público para confirmar que sus ocupantes no lleven artículos de primera necesidad. Y a la izquierda, a los conductores particulares y contrabandistas como “Eusebio”, a quienes instan a pagarles.

El funcionario reconoce a la distancia al que injustificadamente “desangra” al país con su contrabando. Su cara familiar o la capacidad del tanque de gasolina del vehículo que maneja, que va de 80 a 120 litros, lo delatan.gnb

Un breve diálogo amistoso, donde participan uniformado, “Bolero” y bachaquero, antecede el trato:

—“¿Hacía dónde van por ahí?”, preguntó el militar a “Eusebio”.
—“Hasta Los Filúos”, respondió.
—“Pasá, pero déjanos algo pa’l agüita”, contestó el funcionario, mientras señalaba con su mirada al “Bolero”, quien disimuladamente se acercó a la ventana del Caprice y estrechó la mano de “Eusebio”. En ese apretón iban 300 bolívares, que el falso cafecero introdujo con naturalidad en su bolsito cruzado.

Con ese monto realizó su aporte a la caja chica militar. “Le pagamos cada vez que atravesamos el puente, si no, nos devuelven porque no vivimos en La Guajira ni tenemos carta de residencia. Aquí pasan a diario más de 1.500 carros, la mayoría bachaquea. Por carrito, los guardias cobran entre 300 y 500 bolívares,
por camionetas mil y por los camiones 350 hasta tres y cuatro mil bolívares”, detalló “Eusebio”.

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