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Por qué el exceso de empatía puede ser malo para tu salud mental

Demasiada empatía hacia los demás, especialmente cuando priorizamos las emociones de otras personas sobre las nuestras, puede derivar en experiencias de ansiedad y depresión

¿Te has encontrado irritable, triste o al borde de las lágrimas al ver las noticias últimamente? Si es así, no estás solo.

Experimentar la empatía tiene sus beneficios, pero también muchos inconvenientes, por lo que debemos aprender a practicar una empatía saludable.

La empatía es la capacidad de sincronizarse emocional y cognitivamente con otra persona; es una capacidad de percibir el mundo desde su perspectiva o compartir sus experiencias emocionales.

Es esencial para construir y mantener relaciones, ya que nos ayuda a conectarnos con los demás a un nivel más profundo. También se asocia con una mayor autoestima y propósito de vida, reseñó BBC Mundo.

En términos generales, hay dos tipos de empatía: la empatía cognitiva y la empatía emocional.

La empatía emocional tiene que ver con compartir sentimientos con los demás, hasta el punto en que uno puede llegar a experimentar dolor al ver a otra persona sufriendo, o experimentar angustia al ver a alguien en apuros.

Esto es lo que le sucede a muchas personas cuando ven noticias inquietantes en la televisión, especialmente cuando se relacionan con personas específicas y sus vidas.

Pero la empatía emocional no se reduce solamente a experimentar emociones negativas. Las personas empáticas pueden experimentar una gran cantidad de positividad.

El efecto en el cuerpo

Si bien este contagio emocional es propicio para estados positivos, tener demasiada empatía cuando vemos sufrir a otras personas puede ser muy angustiante e incluso conducir a problemas de salud mental.

Demasiada empatía hacia los demás, especialmente cuando priorizamos las emociones de otras personas sobre las nuestras, puede derivar en experiencias de ansiedad y depresión, lo que explica por qué muchos de nosotros nos sentimos mal cuando vemos las noticias sobre la guerra en Ucrania.

El otro tipo de empatía, la empatía cognitiva, se refiere a ver el mundo a través de los ojos de otras personas, verlo desde su perspectiva, ponernos en su lugar sin experimentar necesariamente las emociones asociadas y, por ejemplo, ver las noticias y comprender a nivel cognitivo por qué las personas sienten desesperación, angustia o ira.

Este proceso puede conducir a la empatía emocional o incluso a la empatía somática, que tiene un efecto fisiológico (somático, de la antigua palabra griega "soma", que significa cuerpo).

El efecto de la empatía en el cuerpo ha sido bien documentado. Por ejemplo, los padres que experimentan altos niveles de empatía hacia sus hijos tienden a tener una inflamación crónica de bajo grado, lo que lleva a una inmunidad más baja.

Además, nuestro corazón late al mismo ritmo cuando nos identificamos con los demás. Entonces, el impacto de la empatía al ver las noticias es tanto psicológico como fisiológico. En algunas circunstancias, puede resultar en lo que algunos denominan "fatiga por compasión".

Un nombre poco apropiado

El agotamiento experimentado por la empatía excesiva se ha denominado tradicionalmente fatiga por compasión.

Pero más recientemente, utilizando estudios de resonancia magnética, los neurocientíficos han argumentado que este es un nombre inapropiado y que la compasión no causa fatiga.

La distinción es importante porque resulta que la compasión es el antídoto contra la angustia que sentimos cuando nos identificamos con las personas que sufren. Necesitamos menos empatía y más compasión.

Emociones negativas vs positivas

La empatía y la compasión son eventos distintos en el cerebro.

La empatía por el dolor de otra persona activa áreas del cerebro asociadas con emociones negativas. Debido a que sentimos el dolor de la otra persona, el límite entre uno mismo y los demás puede desdibujarse si no tenemos buenos límites o habilidades de autorregulación y experimentamos un "contagio emocional".

Nos enredamos en la angustia y nos resulta difícil calmar nuestras emociones.

Queremos despersonalizarnos, adormecernos y mirar hacia otro lado. Por el contrario, la compasión está asociada con la actividad en áreas del cerebro asociadas con emociones y acciones positivas.

La compasión se puede definir simplemente como empatía más acción para aliviar el dolor de otra persona.

La parte de acción de la compasión nos ayuda a desacoplar nuestro sistema emocional de los demás y ver que somos individuos separados.

No tenemos que sentir su dolor cuando lo presenciamos. En cambio, tenemos la sensación de querer ayudar. Y tenemos una experiencia emocional positiva y gratificante cuando sentimos compasión por otra persona.

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