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¿Cuales son los factores que alteran el sueño en los niños?

El doctor Gonzalo Pin Arboleda de la Asociación Española de Pediatría señala que el déficit de sueño condiciona la capacidad de aprendizaje tanto durante el día como durante la noche

Un 20% de los niños tiene dificultades con el sueño a lo largo de su desarrollo, es decir, problemas para iniciarlo o para mantenerlo durante la noche.

Según la Sociedad Española del Sueño y la Asociación Española de Pediatría, el establecimiento de unos hábitos de sueño y rutinas es un aspecto significativo para lograr una mejor conciliación del sueño, menos despertares nocturnos y un incremento de la duración del sueño.

Esta rutina del sueño previa a irse a la cama, es lo que se conoce como “higiene del sueño” y abarca las 24 horas del día.

Esta se compone de “una serie de hábitos saludables que se deben seguir durante toda la jornada”, como explica el doctor Gonzalo Pin Arboledas, coordinador del Grupo del Sueño y Cronobiología de la Asociación Española de Pediatría (AEP) durante el 68 congreso de esta sociedad médica.

Según el experto, “no tenemos que fijarnos únicamente en lo que debemos hacer por la noche” porque “la higiene del sueño es una serie de hábitos saludables durante todo el día”.

“Es importante aumentar el contraste entre lo que es día y lo que es noche: luz y actividad frente a oscuridad y desactivación. Cuanto más contraste hay entre uno y otro, mejor dormimos; no solo los niños, los adultos también”, señala.

El pediatra propone algunas pautas para mejorar la calidad del sueño de los niños como:

  • Exponer a los niños a la luz natural a primeras horas de la mañana
  • Ir al colegio andando o en bicicleta para activarse
  • Reducir la actividad física tres horas antes de irse a dormir
  • No utilizar pantallas dos horas antes de acostarse
  • Seguir unos horarios regulares de comida y hacerlo un rato antes de irse a la cama (crono nutrición)

El sueño es de vital importancia para el desarrollo de los seres humanos, aunque las necesidades van variando a lo largo de la vida. Un recién nacido suele dormir de media 17 horas, mientras que en un anciano de 70 años pasan a ser de cinco o seis.

De esta manera, un niño con 24 meses debería haber pasado 13 durmiendo y en la adolescencia, el 50% de su vida.

El doctor Pin apunta que “cuanta mayor es la velocidad del desarrollo neurocognitivo y físico, mayor necesidad de sueño. Es un tratamiento reparador”.

Por ello, durante los primeros seis meses de vida no deberíamos, en general, hablar de niños con insomnio o dificultades para dormir.

“En esta etapa tienen momentos de actividad y de descanso cada 2-4 horas durante el día y la noche (ritmo ultradiano). Las familias no deben preocuparse porque los bebés no duerman de forma continuada. No debemos crear un problema médico de algo que es un proceso evolutivo”, señala Pin.

De la misma manera, no se pueden pasar por alto los problemas que impiden a los niños dormir menos tiempo del necesario de forma sistemática.

El experto recuerda que “el insomnio crónico puede producir alteraciones en el desarrollo neurocognitivo y acabar derivando en problemas de síndrome metabólico”.

En el desarrollo de la persona, el sueño es un factor primordial. Los niños menores de 5 años pasan la mayor parte del tiempo durmiendo, aunque las horas requeridas varían en cada etapa.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que los lactantes menores de un año deben dormir de 14 a 17 horas hasta los 3 meses y entre 12 y 16 horas hasta los 11 meses de edad.

En cuanto a los niños de hasta de 2 años, sus horas de sueño deben ser entre 11 a 14 horas, con horarios regulares para dormir y despertarse.

Por último, los niños de hasta 4 años tienen que dormir entre 10 y 13 horas de sueño de calidad en un horario regular para despertarse y dormir.

En la infancia, los principales trastornos del sueño son el ronquido, que afecta a un 10% de los menores (y que en un 2% de los casos es síntoma del síndrome de apnea obstructiva del sueño) y el síndrome de piernas inquietas, que dificulta el inicio del sueño a un 2% de la población infantil.

No obstante, los trastornos del ritmo circadiano es uno de los problemas más habituales en las consultas actualmente.

Estos se derivan de la incompatibilidad de los ritmos sociales de hoy en día con los ritmos biológicos de los menores.

Para el doctor Gonzalo Pin, “cada vez vemos a más niños que tienen un retraso del inicio de la secreción nocturna de melatonina o, por el contrario, un inicio precoz de esta secreción”.

El sueño, junto al ejercicio físico y la nutrición, es uno de los pilares de la vida saludable, ya que es fundamental para el desarrollo neurocognitivo del niño.

Según un estudio realizado en la Comunidad Valenciana, se estima que casi uno de cada cuatro niños y niñas en edad escolar van a clase habiendo dormido menos horas de las recomendadas para su edad.

A este respecto, el experto apunta que el déficit crónico del ritmo circadiano “deja huella” en la salud de los menores de cara al futuro.

“Sabemos que muchos de los problemas de origen metabólico (diabetes, hipertensión, etc.) que se diagnostican en la edad adulta empiezan a gestarse en la infancia”, explica Pin.

Además, la falta de sueño también tiene un impacto directo sobre el rendimiento escolar, ya que están “íntimamente ligados”, según el doctor.

Con menos horas de sueño el porcentaje de sueño REM también es menor, y esta es la fase del sueño en la que el niño va a fijar la memoria. Además, durante la vigilia, un déficit crónico de sueño dificulta que el niño mantenga la atención de forma continuada”, concluye el pediatra.

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