Un músculo para hacer presión en la calle
La movilización del 1º de septiembre no será una marcha más; tampoco la batalla final contra el chavismo. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) habla más bien de un envión que se transformará en activismo continuo para recoger el 20 por ciento de las firmas necesarias para activar el referendo revocatorio contra Nicolás Maduro. Esa es la única épica que se permite.
En las bocas de los túneles de Caracas hay tanquetas, tiendas de campaña y sacos de arena. El lunes 22 de agosto se divulgaron vía Twitter las primeras fotografías en las que la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) parecía a la espera de un ejército invasor: la respuesta del Gobierno llegó antes que la incógnita: ¿cómo se conducirá la oposición, estratégicamente, a partir del 2 de septiembre?
“Esta manifestación de fuerzas de mañana creo que es un elemento importante para aumentar nuestra capacidad de negociación y de presión sobre el chavismo y las Fuerzas Armadas”, opina Carlos Raúl Hernández, doctor en Sociología y magíster en Ciencias Políticas por la Universidad Central de Venezuela (UCV).
La “Toma de Caracas”, añade, es parte de un proceso de largo aliento y que obtuvo un triunfo concreto —además de contundente— en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2015. La movilización, en suma, no es un punto culminante o de partida.
“Esto implica que la oposición tiene que jugar como ha venido haciéndolo: buscar una salida de Maduro por cualquiera de los medios constitucionales que están planteados”. Hernández es uno de los analistas que, incluso, considera viable todavía la renuncia de Nicolás Maduro. “Pero eso, para mí, tiene un significado: tiene que haber una negociación con el chavismo y con las Fuerzas Armadas”.
Hay muchos interesados en que la marcha degenere de pací ca a violenta. Para el académico está claro. “Si uno ve las declaraciones de Diosdado Cabello, se da cuenta de que para el Gobierno es casi una necesidad que la marcha degenere en una expresión violenta, para tener discurso que dar, para tener manera de perseguir a la oposición”.
¿Habrá infiltrados en la marcha? Hernández está seguro de que los habrá, antes los hubo. Su objetivo será propiciar disturbios y es entonces cuando la oposición tiene que cuidarse de los “tontos” en sus las que puedan caer en esas provocaciones.
Sincerarse
La MUD tiene que ser sincera con sus seguidores en cuanto al propósito de la marcha. Siempre, afirma María Chiquinquirá Parra, politóloga y docente de la Universidad Rafael Urdaneta (URU). “En este caso, es hacer una demostración de la voluntad del pueblo y su deseo que se de na la vía al revocatorio, que den una fecha, que dejen de dilatar los lapsos establecidos por la ley”.
El impacto visual de una multitud exigiendo su derecho al voto para resolver la crisis económica y política es medular. La suspensión de vuelos privados y del uso de drones durante una semana se lo confirman. “Es una treta del Gobierno para aminorar el efecto visual de una concentración de tal magnitud”. Una concentración que es también un mensaje de convicción democrática de la MUD a la comunidad internacional.
“No se está proponiendo un golpe de Estado, ni una toma violenta de Caracas. Las soluciones no se van a dar de la noche a la mañana, pero el Gobierno se reconoce nervioso, asustado, hay búnkeres en la capital porque temen el estallido que está anunciando el propio oficialismo, que lo que se pretende es una invasión. Esa no es la lectura que debe vender la MUD. Los que estén apostando a la violencia, están equivocando el rumbo”.
La oposición, en su activismo, tiene que ser muy inteligente y creativa, a juicio de Parra. Desde hace años el chavismo juega al cansancio y la frustración de sus adversarios. “No podemos jugar a una movilización constante, continua y permanente, porque eso es jugar al desgaste. El hecho de presionar al CNE lo suficiente como para obligarlo a dar la fecha de recolección de firmas, es un paso importante. Hacia allá se debe insistir”.
