Mariano de Alba: “Instalación militar rusa en Venezuela es solo un rumor”

Mariano de Alba no cree en la posibilidad de una intervención militar en Venezuela por parte de los Estados Unidos (EE. UU.). Tampoco en una hipotética participación de países como China y Rusia en defensa del Gobierno de Venezuela.

Alba, director asociado del Atlantic Council de Washington, estima que nuestra es una prioridad en materia geopolítica para el gobierno de Donald Trump y ofrece sus argumentos sobre el conflicto binacional en el Repiqueteo.

—¿Es viable una intervención militar en Venezuela con Rusia y China como escuderos de Venezuela?

—Viable sí, pero es poco probable, por ahora. Rusia y China la protestarían fuertemente, pero no actuarían para defender al régimen. Esa alternativa es vista como indeseable en la mayoría de los países latinoamericanos y miembros del Congreso estadounidense. Estados Unidos no va a arriesgar su relación con los demás países latinoamericanos por Venezuela. Si llegamos a ese escenario, será por solicitud expresa de un buen número de países latinoamericanos a Estados Unidos.

—Ahora mismo, Rusia planificaría la instalación de una base militar en Venezuela, ¿qué implica esto?

—Hasta ahora han sido rumores, usualmente falsos. Lo que Rusia está buscando en Venezuela es hacer negocios, aprovechar para explotar en condiciones excesivamente favorables nuestras riquezas naturales. Con o sin base, la presencia militar que puede desplegar Rusia en Venezuela será muy limitada. Dudo mucho que Rusia vaya a inmiscuirse en un enfrentamiento militar en un país tan lejos de su territorio. Al menos hasta que la economía rusa no dependa significativamente de Venezuela, lo que también dudo que ocurra.

—¿Qué importancia tiene Venezuela para EE. UU., tomando en cuenta otros intereses que actualmente pulsa la Casa Blanca con otros países?

—Venezuela está entre las primeras cuatro prioridades en materia de política exterior del gobierno de Donald Trump. Esa es una posición significativamente alta, dado el poco interés que ha tenido durante las últimas décadas Latinoamérica para Estados Unidos. Pero el nivel de la crisis venezolana ha llegado a cifras sin precedentes, impactando de manera muy concreta a otros países como Colombia y Brasil, y además generando una migración importante que se ha tornado relevante en distintas partes del mundo y en el caso estadounidense, en el caso del estado de la Florida. Todos esos elementos, aunados a la proximidad geográfica con Venezuela, hacen que la importancia sea alta.

—¿La creciente amenaza de que EE. UU. deje de comprar petróleo venezolano es real?

—Sí. El Gobierno estadounidense ya tiene medidas de esa naturaleza estudiadas y conforme la crisis se agrave, solo es cuestión de tiempo para que sean adoptadas. Lo que lo ha frenado hasta ahora es que por la propia culpa del régimen, Pdvsa ya está muy destruida y también hay temor de adoptar medidas que pudiesen también afectar más la vida de los venezolanos.

—¿Cuáles serían los pro y contra de esta medida?

—La ventaja podría ser el aumento sustancial de la presión sobre el régimen, cerrándole una importantísima fuente de ingresos y probablemente ocasionando mayores fracturas en la coalición de Gobierno. La desventaja podría ser una afectación directa a la vida diaria de millones de venezolanos, el cierre del mercado petrolero estadounidense para Venezuela y la posibilidad que una medida de ese tipo refuerce la cohesión del régimen y la mala imagen de Estados Unidos.

—¿Qué tanto le importa Venezuela a Rusia, China e Irán?

—La importancia es limitada. Venezuela es principalmente atractiva por su riqueza económica, y en el caso de Rusia, para también incomodar aún más a Estados Unidos en otro terreno. Más que la batalla geopolítica, estos son países que se acercan a Venezuela para tratar de determinar cómo pueden hacer acuerdos ampliamente beneficiosos y aprovechar las coincidencias ideológicas. Sin embargo, países como China ya se han dado cuenta que invertir en Venezuela o prestar dinero es simplemente un pésimo negocio, por lo que han limitado sustancialmente su presencia en el país.

—¿Qué cosas se juegan en las negociaciones de estos países con EE. UU.?

—Todos estos países lo que buscan es imponer sus intereses o los de su gobierno. En términos generales, hay una lucha por relevancia mundial, poderío económico y militar y capacidad de influencia sobre otras naciones. También están presentes distintas maneras de concebir al mundo, por lo que, inicialmente, también hay una lucha constante de modelos: democracia versus autoritarismo, economía de mercado versus regulación y controles.

—¿Las sanciones financieras benefician a algún tercero?

—Las sanciones no. Lo que de alguna manera ha terminado beneficiando a otros países ha sido el colapso económico ocasionado por el Gobierno. Eso le abre oportunidades a otros países de captar el mercado petrolero que podría ser venezolano, así como otros mercados donde hace muchos años las exportaciones venezolanas eran muy relevantes. En el caso del embargo petrolero es donde se ve de forma más clara: si Estados Unidos deja de comprar petróleo venezolano, tendrá que obtener ese petróleo de sus reservas o de otros mercados.

—¿Cuál es el impacto real que genera en quienes gobiernan Venezuela?

—Las sanciones personales impiden a altos funcionarios del Gobierno viajar y movilizar cuentas bancarias y propiedades en aquellos países donde hayan sido sancionados. El impacto real es difícil de medir, pero podría decirse que son una piedra en el zapato para los sancionados y sus familiares, ya que restringen sus actividades fuera de Venezuela.

—¿Ve a algún alto funcionario de Venezuela preso en los Estados Unidos en el marco de la crisis actual?

—Es posible, aunque también poco probable. Los altos funcionarios del régimen saben los riesgos que corren viajando a Estados Unidos, por lo que es de suponer que evitan realizar ese tipo de viajes.