El diario plural del Zulia

Como con la carpeta de Cadivi

El día de un empleado promedio cuyo salario es el mínimo, 40.638,15 bolívares al mes, vale 1.354 con 60. “Chicho” entra dentro de ese grueso de la población que abarca el 75 por ciento. Y también se configura en el grueso de maracaiberos que ya no ve el “negocio redondo” en los dólares oficiales sino con los pesos de Italcambio. “Chicho” es un chamo con ambición. Su trabajo en la panadería de su cuadra le deja menos de 40.000 bolívares al cierre del mes. No tiene hijos, tampoco está casado, pero sale con Sofía, la muchacha de la esquina, y ya quiere formalizar. El asunto es ¿cómo?, si ella estudia Medicina y él es aprendiz de panadero. Un compañero de trabajo le escucha las quejas desde diciembre. Que ya no aguanta más, que su bolsillo es un hueco (…).

Hermano, venga y siéntese aquí y escuche— le exclama en tono de confesión dominical. —Buscate 399 mil bolívares, comparáis pesos y te ganáis 600 mil murmura su amigo. Grafi quémoslo así: cualquier persona que tenga disponible esa cantidad de dinero puede registrarse en Italcambio.com, pedir una cita en cualquiera de las cinco sedes en Maracaibo, pagar con su tarjeta de débito y asegurarse 750 mil pesos que, luego de canjeados en casas de cambio en Maicao o Barranquilla, se transforman en las morocotas enterradas en los patios de las casas de El Saladillo. El negocio es como el de la carpeta de Cadivi. El Estado venezolano cerró, en enero pasado, 17 operadoras cambiarias en la frontera. También anunció la instrumentación de un nuevo sistema cambiario, cuyo funcionamiento se restringiría a solo ocho casas oficiales en estados fronterizos, tres en Táchira y cinco en Zulia, en las que un ciudadano puede ir con un bolívar y comprar cuatro pesos. En Paraguachón se compra a 0.90 centavos cada bolívar. Ni un peso.

sin-tituloEn territorio nacional, dan cuatro pesos por cada bolívar. Por tanto, “Chicho” y sus pares hacen el siguiente razonamiento: “Gano más pesos comprándolos aquí y cambiándolos a dólares o bolívares en Colombia y eso me permite dar el ‘giro’ y ganarme unos reales extras”. Principio básico del comercio: comprar barato y vender caro. Para Édgar Cárdenas, economista de profesión, más allá del tema moral o del daño económico a la nación, esta conducta corresponde a la de un ser racional financieramente. Usted cuando sale a comprar en el supermercado trata de hallar los mejores precios. Bajo esa lógica actúan quienes viajan con estos propósitos, opina el experto. Llegó la hora del viaje de “Chicho”. Despertó a la 1.00 de la mañana porque a las 2.00 partía a Maicao. Ya había pasado por el proceso de pedir y esperar la cita, ahora solo restaba embolsillarse el recibo de pago de Italcambio y cien mil bolívares para pasaje y comida. Un procedimiento normal con las casas de cambio se daría en términos de rapidez, puesto que las citas solicitadas se procesarían en 20 días. En Italcambio Delicias Norte, doña Blanca, enfermera jubilada, dijo que más viable era hacer cita en la sede de Cima. Y justo cuando un joven ingeniero que esperaba a su lado iba a tomar el consejo, saltó Pedro, otro de los solicitantes, a exclamar que no, que mejor era en Lago Mall.

Un vigilante de ese centro comercial informó a unos interesados en hacer la transacción que fueran los días de semana durante la mañana, porque en la tarde las actividades prácticamente eran nulas. Ahora, la espera para las citas se extiende por mes y medio y se acumularon 210 mil personas con solicitudes en todo el país porque solo Italcambio en Táchira y Zulia— está autorizada por el Estado para estas transacciones. Aquí, la lista sobrepasa las 40 mil solicitudes. En Cima se encontraba Betania, una morena veinteañera a la que por encima se le ve lo oportunista. Chicle en la boca, mandibuleo, uñas largas y decoradas, pelo planchado y movimientos sugerentes de cadera cada vez que se dirige al gerente. Su número de planilla es el 62 mil 811. Pidió su cita el 28 de enero y le salió el 7 de marzo. Se fue pronto: planeó su viaje a Barranquilla en grupo. Únicamente en Maicao y en Barranquilla hay casas de cambio que establecieron convenios con Italcambio.

Más factible es Barranquilla porque va menos gente, por ser lejos. En Maicao hay hasta policías venezolanos de civiles en la caza de criollos con ilícitos en la frente. Además, hay más riesgos de atracos. Ya todo mundo sabe que el venezolano va hasta allá a cambiar. Todo eso pasó después de los dos viajes de “Chicho”. Fue y vino en dos días. Pasó trabajo duro. Reunió 1.200 millones de bolívares en un mes. Lo demás es historia: Quien lo ve y le pregunta cómo está el negocio escucha estas palabras: —Un viaje más, y me compro un carro. Tipo Cadivi El “giro” no es más que el costo del cambio. Los 299 mil bolívares que el solicitante paga en Italcambio. La aclaratoria es de Alejandro, empleado de una heladería en el norte de Maracaibo. Hace 27 días viajó a Barranquilla con “La Guajira”, una wayuu nacida en La Guajira colombiana y que vive en la ciudad. —Ya yo viajé mami —exclama orgulloso— Me quedaron 600 mil. Se fue en grupo. Conocidos y amigos. “Trocharon” después de llegar a Paraguachón. —Eso sí, por el camino íbamos “arreglando a la gente”.

23Con “arreglar a la gente” Alejandro se refiere a las cuotas indeterminadas de dinero que es necesario pagar a policías, militares y a quienes obstaculizan el paso fronterizo con cuerdas tensadas de árbol a árbol. Que si 300, 400, a él, en un momentico, se le fueron 5 mil bolívares. —Hay que soltar más cuando es de madrugada (…) Se ponen exigentes —advierte el muchacho— Y si hay matones y paracos, peor. Hasta Maicao llegó en la buseta de “La Guajira”. Ya luego se embarcó en un expreso que lo llevó hasta Barraquilla. Seis horas de viaje más. Durante el camino, se topó con un enfermero que llevó aminoácidos para vender. Dividió los productos en cinco o siete bolsas que dio a conocidos en el autobús y de esa manera pasaron la mercancía al otro lado. Alejandro invirtió 400 mil bolívares. Le dieron 700 mil pesos. Se ganó 500 mil bolívares. Ernesto piensa más en grande, pero aún no ejecuta. Espera cita. Tiene a 210 mil personas por delante y a 20 personas a las que prometió pagar por el “giro”. Dentro del convenio del nuevo sistema estatal cambiario, es viable el cambio de 2 mil pesos al año.

Eso lo aprovechará Ernesto, y le dará a cada una de esas 20 personas 100 mil bolívares por viaje. Gastará 120 mil bolívares per cápita y cada “cabeza»” le representa de 300 a 400 mil bolí- vares. Las opciones en Colombia son dos: o una transferencia Banesco —se hace efectiva en 72 horas o comprar dólares y atravesar las mismas trochas de las que habla Alejandro con puros billetes verdes. Por día es posible comprar 200 dólares en efectivo y 300 dólares por transferencia, en su equivalente en pesos. Siguiendo instrucciones del Banco de Colombia, cada dólar vale 2.937 pesos, lo que indica que si se venden 200 dólares, son 587 mil 400 pesos. Es decir: cada dólar estaría por encima de 700 bolívares.

Esta operación únicamente pueden hacerla personas naturales, como “Chicho”, Alejandro y Ernesto. Son los lunes, los días de mayor desespero, sobre todo si durante el fin de semana no se vendió ni un peso o ni un bolívar. Si alguien llega, enseguida le tienden la mano con una tarjeta de presentación. La “Beba” trabaja con prudencia. A ella no se le ve por los pasillos ofreciendo sus servicios. Actúa después de que su tía le marca al celular. Entonces sí, aparece ella, con calculadora, hoja de papel y lápiz en mano. —¿Cuánto tenéis? ¿Queréis pesos o bolívares?

. Mario trabaja para ella. Un día normal para él transcurre en el pasillo de entrada del terminal, por donde se pasea de extremo a extremo esperando concretar compras. En un día, puede concretar tres. Pocas. Aunque la demanda es alta, hay mucha competencia. El canje establecido por el Banco Central de Venezuela (BCV) es de 4 bolívares por un peso, y la orden de la “Beba” es que por cada peso se pague 9.50 bolivares.

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