El diario plural del Zulia

Julio Portillo: "El docente es un estudiante permanente"

Vivir, aprender, enseñar: tres verbos que en la vida de Julio Portillo son equivalentes. Es abogado, politólogo, internacionalista e historiador. Pero la profesión en la que se siente más realizado es en la de educador. Esta vocación, dice, seguramente la heredó de su madre, Olga Fuenmayor de Portillo, quien fue directora de varios colegios de Maracaibo.

“La carrera de docente me ha permitido dejar huellas, huellas que no solamente están en Maracaibo, sino en Brasil y República Dominicana, donde he dado clases hasta de postgrado. Y la docencia te da la satisfacción de que te encuentras constantemente en la calle con gente que te abraza, te besa, y te dice: ‘usted fue mi profesor’”.

¿Cuántos alumnos han pasado por las clases de profesor Portillo en 50 años? Alrededor de 15 mil, según sus cálculos. La formación y el salario de los profesores necesitan de especial atención, como en Corea del Sur, donde sus colegas y los policías son los trabajadores mejor pagados.

“Pero el docente también tiene que justificar el sueldo, porque el docente a la vez es un estudiante permanente. El educador que no se actualiza, se queda atrás y nosotros necesitamos controlar esa parte”.

Lo que se ha perdido

Venezuela ha perdido muchos valores, pero la disciplina y la puntualidad son los que Portillo extraña más: los aviones salen tarde, también los autobuses, y también los profesores. “Cuando yo estudiaba bachillerato la puerta se cerraba a las 7:30, y luego no entraba nadie”.

La crisis económica, lamenta, extinguió el beneficio del año sabático, un tiempo que los docentes universitarios aprovechaban para actualizarse, para investigar y hacer aportes al conocimiento de sus  sociedades.

“No era un año de vacaciones, sino que tú tenías que regresar al alma máter con un trabajo de investigación. El profesor universitario está muy mal pagado, está desestimulado. Necesitamos componer esa situación para darle calidad a la enseñanza universitaria”.

Pero es el hogar el primer centro de enseñanza. El hogar bien constituido, subraya el académico. Aunque es tanto el tiempo que los ciudadanos pasan en las aulas de clase, desde el comienzo de su vida, que por ello hay que invertir tanto espiritual y moralmente en las escuelas y universidades.

“Esas etapas fabrican al hombre de la vida. Un muchacho que no tenga disciplina, cariño, en primaria, ya va creciendo torcido. Y eso luego repercute en la vida. Tenemos que darle mucha importancia a la psicología, para que el profesor pueda ser casi un psicólogo automático porque se le está poniendo en las manos un tesoro: las futuras generaciones”.

 

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