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Endeudarse en Venezuela tiene más sentido que nunca

“Tengo las tarjetas hasta el tope”. Esa es una de las frases más trilladas y escuchadas en la Venezuela de la crisis. Pero lo que parece como una imprudencia –endeudarse-, hoy tiene más sentido que nunca, según los especialistas.

Venezuela cerró en 2015 con una cifra récord de inflación ubicada en 181 % a nivel general, según el Banco Central de Venezuela (BCV), y 315 % en el sector alimenticio, tal como lo aseguró el Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea).

Después del último aumento, el sueldo mínimo de los venezolanos más los cesta tickets llegó a un total de Bs. 33.636, mientras que el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cendas) publicó en su último informe que la Canasta Básica de Alimentos, Bienes y Servicios, para una familia de cinco miembros, cerró en el mes de abril en Bs. 256.146,79.

Con calculadora en mano, y tomando como referencia un hogar en el que ingresan al menos tres salarios mínimos integrales, se observa un vacío de Bs. 155.238,79 para adquirir la canasta alimentaria completa, pagar los servicios públicos básicos y cubrir otras necesidades primarias como la higiene y la salud. ¿Con qué se paga todo esto, cómo hacen las familias para cumplir sus otros gastos y además cómo manejan los altos índices inflacionarios que alteran a diario los precios de los bienes? La respuesta parece estar, perjudicialmente según expertos, en las tarjetas de crédito (TDC).

El economista y profesor Alberto Castellano explica que, debido a la crisis que se vive actualmente, los venezolanos usan las TDC necesariamente para cubrir aquella parte de su presupuesto que no pueden pagar con su sueldo, pues “la alta in flación afecta más a los bancarizados y a las personas que viven de un sueldo fijo”.

Sin embargo, múltiples expertos aseveran que éste no debería ser el destino de los créditos, porque si se usan para rellenar un hueco fiscal, “se vive artificialmente”, afirma Luis Vicente León.

“Lo recomendable es utilizar las tarjetas de crédito para comprar activos productivos o que en un futuro puedan valer más. Lamentablemente, la gente las usa para cubrir su gasto planeado y su déficit de ingreso. En este momento, sin duda, están gastando más de lo que ganan y no hay otra salida porque no podemos dejar de comer. Y aun con tanta escasez y desabastecimiento, no alcanza el dinero”, indica Castellano.

Plan rentable

El especialista en materia económica, Carlos Montero, apunta que la gente se está endeudando para alimentarse y no para lo que antes se destinaban esos recursos crediticios que los bancos colocan a disposición de sus clientes. No obstante, estos aún pueden tener la capacidad de cancelar sus pagos mínimos al día porque la tasa de interés está más baja que la inflacionaria.

“Es rentable utilizar las TDC y pagarlas. Eso es lo que está haciendo la gente, porque mientras el bien aumenta en un 181 % tú lo pagas con una tasa del 29 %, y aun cuando no compras en el momento lo que pretendes adquirir, ese producto va a aumentar más rápido de lo que la banca te va a cobrar a ti”, señala Montero.

En los países cuyas economías funcionan de manera normal, el índice de inflación está por debajo de los intereses o cerca, pero en Venezuela el escenario es todo lo contrario. El BCV oficializó en Gaceta desde marzo de 2016 que la tasa de interés activa máxima anual a ser aplicada por las instituciones bancarias será de 29 %, la mínima de 17 % y la máxima a cobrarse por las obligaciones morosas de sus tarjetahabiente estará en 3 % adicional a la tasa pactada, convirtiéndose así en la más elevada frente a los créditos destinados obligatoriamente a los sectores turístico, manufacturero, agrícola, microempresarial e hipotecario.

Los especialistas afirman que a pesar de ser esta una tasa negativa, los bancos siguen aumentando el límite de créditos al consumo que dan a sus clientes porque estos son los que traen más beneficios, siguen siendo rentables y les generan más intereses. Es decir, que aunque macroeconómicamente la situación sea complicada, la banca sigue estable y funcional, la morosidad y los litigios no han aumentado de manera relevante, y los clientes siguen solicitando tarjetas.

Según Carlos Calderón, presidente de la Asociación de Usuarios del Sector Financiero (Ausfin), para el 2015 había aproximadamente cinco millones de plásticos en el mercado y casi tres millones de titulares. “Hay un importante número de bancarizados que tienen tarjeta de crédito; la mayoría lo busca porque hay muchas operaciones cambiarias que se hacen con ellas, aunque hoy solo se pueda por la banca publica”, dice Castellano, para quien “tiene total sentido endeudarse en Venezuela” frente a este contexto.

Es negocio

Montero cree que los bancos nunca dejarán de prestar dinero en Venezuela. “Para eso nacieron”. Estas razones justifican que el reporte anual de la cartera de crédito por destino de la banca venezolana elaborador por SOFTline Ratings (empresa venezolana calificadora de riesgos), señale que los créditos comerciales y al consumo representan el 65,84 % de la cartera neta, mientras que la agrupación de la cartera dirigida de la banca concentra el 34,16 % restante.

No obstante, el problema radica en que se está generando una bola de nieve, según el economista Castellano, porque la inflación se ha podido “soportar” hasta ahora bajo estas dinámicas, pero en algún momento tendrá que hacerse un ajuste en la economía y las tasas de interés tendrán que aumentar.

“Si esto ocurre, muchos créditos entrarán en un mismo momentos en mora y no solo se verán afectados los tarjetahabientes que se estarían imposibilitados a pagar las cotizaciones, sino la banca, porque se puede generar una crisis financiera nacional”, asegura.

 

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