El diario plural del Zulia

El hambre que se oculta en el debate político

—Aquí se habla de personas que dejan de comer para que coman sus hijos; de personas que han reducido sus comidas a dos al día, y otros incluso a una al día: ¿ustedes admiten eso? —le pregunta a su entrevistado el periodista Vladimir Villegas en Globovisión.

—No, yo no admito eso. Yo lo que hablo es de que hay un problema para el acceso a los productos básicos y que hay un problema de deterioro muy importante en lo económico, producto de la crisis —responde Jesús Faría, ministro de Comercio Exterior e Inversiones Extranjeras.

Andrés sí lo admite, con mucho pesar. Desde hace tres meses él y su esposa comen dos veces al día para que a sus tres hijos no les falten alimentos a ninguna hora. “Empecé a desayunar a las 10.30, 11.00 de la mañana. Una arepa. Y me llevaba el almuerzo al trabajo cuando tenía el turno de la tarde-noche, pero trataba de comer lo más tarde posible para que se me convirtiera en cena”.

Andrés es diseñador gráfico y su esposa trabaja en un banco. Ambos ganan alrededor de 18 mil bolívares mensuales más el bono alimentario de 18 mil —que el Gobierno nacional aumentó este mes a 42 mil bolívares.

“Mi esposa a veces me decía: ‘no hay nada que comer, solamente unas caraotas’. ‘Bueno, prepáralas y se las das a los niños, yo veo cómo resuelvo’, le contestaba yo. A veces pasaba el día en blanco. Hacía solamente el desayuno. Y cuando llegaba a la casa no pedía cena, porque esa comida les podía servir a mis hijos de desayuno para el día siguiente”.

El martes desayunó una arepa con mortadela. También su mujer. Era todo lo que tenían. En lo que más gastan es en queso, pan y harina de maíz para desayunos y cenas. Al menos la mitad de la quincena.

“Mis hijos ahorita sí están comiendo porque están en un plan vacacional. Allá les dan desayuno y almuerzo. Ahora nada más tenemos que pensar en la cena. Pero a ellos les ha tocado almorzar arroz con mantequilla, y hemos llegado al punto de arle dos plátanos al platanero para hacerles una tajaditas”.

Importado & criollo

Werner Gutiérrez, exdecano de la Facultad de Agronomía de LUZ, calcula que cada venezolano ingiere en promedio un kilo de comida al día. Para una población que ronda los 30 millones, se necesitan 30 millones de kilos de alimento al día, y según sus cuentas el Gobierno está importando alrededor del 60 por ciento de lo que se consume.

“Evidentemente, esa cantidad de alimentos no está llegando. Si revisamos las cifras de llegada de barcos al puerto principal de La Guaira, vemos que ha caído por encima del 50 por ciento. La producción interna también ha caído. En azúcar estamos importando 82% de lo que consumismos; de café 82%; de leche, 75%; de maíz blanco para la arepa, 50%. Cuando sumas esas cantidades, deberían estar llegando a puertos venezolanos como 20 buques diarios y no es así”.

La demanda sobrepasó la oferta, añade Gutiérrez, y además la inflación anualizada de alimentos hasta el mes de julio superaba el 720%, de acuerdo con el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas). “Hay dos fenómenos: escasez de alimentos e inflación, y especulación de alimentos”.

“La encuesta de Venebarómetro de junio arrojó que el 53,3% de los venezolanos está haciendo dos comidas diarias o menos, y que el 14% está haciendo solo una. Es más, los encuestadores dicen que generalmente a la gente le cuesta responder a esas preguntas porque les da pena reconocer que en su casa no se come”.

Con el aumento del cestaticket a 42 mil bolívares habrá más liquidez para que el consumidor demande más alimentos, pero la oferta interna y por importaciones está contraída. Por eso no sería extraño, advierte el académico, que el mercado negro se dispare.

“Cuidado si un kilo de hortalizas no llega a cuatro mil bolívares a finales de año. Nosotros solamente vamos a lograr satisfacer este año con la producción interna entre el 30 y el 40% de la demanda de tomate, cebolla, papa y pimentón. Va a haber un déficit sin cubrir de 60%, eso va a disparar los precios”.

La versión oficial

El ministro Faría, que estudió Política Económica en la República Democrática Alemana (RDA), controlada por los soviéticos desde poco después del fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la caída del comunismo, sostiene que el aumento de salario no es la fuente de la inflación, sino la especulación. “Si no hay aumento salarial, ese es el peor de los escenarios”.

“Yo lo interpreto de esta manera: la guerra económica es una guerra de las oligarquías nacionales y extranjeras para derrocar a un gobierno. Y esa guerra ha ocasionado una espiral inflacionaria muy importante, alimentada por la especulación. Esa es la in inflación”.

Oswaldo Vera, su colega del Ministerio del Trabajo, dice que el impacto del aumento salarial sobre el índice inflacionario es mínimo. “Es un falso dilema ya comprobado en otras ocasiones. Con los estudios que nosotros hemos realizado en el país, reconocemos que hay un alto nivel de inflación, pero está relacionada en más de un 70% con la especulación”. Este incremento, dijo, beneficiará a 11 millones de trabajadores.

Otro convencido es José Marón Rivero, viceministro de Inspecciones del Ministerio del Trabajo: “la escalada de precios no ha tenido que ver con los aumentos de salarios, sino con la especulación”. Argumenta que la ganancia a escala mundial oscila entre cinco y 10%, pero que en el sector comercial venezolano existe una especulación “especulativa” que busca lucros de entre 100 y 200%.

La fuente

La clave está en la fuente de financiamiento del Ejecutivo para pagar el incremento salarial. “En la historia reciente se ha utilizado al Banco Central de Venezuela como fuente de financiamiento del gasto público. Eso ha generado un incremento de la cantidad de dinero en la economía que, al no ser acompañado por un aumento en la producción, se ha traducido en inflación”.

Gustavo Machado, economista y docente de LUZ, le recomienda al Gobierno nacional concentrarse en un plan de estabilización con dos objetivos claros: la defensa del presupuesto familiar y el estímulo a la producción interna, que en esta oportunidad, no se mencionó.

“En el artículo 37 de la Ley del Banco Central de Venezuela, reformada vía Habilitante en 2015, se establece que en circunstancias de emergencia el Gobierno nacional podría utilizar financiamiento del BCV, y tomando en cuenta que la emergencia económica está vigente, la expectativa es que, al menos en parte, este aumento se financie a través del BCV”.

Andrés se dice que los efectos positivos de este incremento serán breves, pero piensa aprovecharlos porque los últimos tres meses han sido duros: “una vez resolví con un arroz chino que me dieron en el trabajo y me lo llevé a la casa para el almuerzo del día siguiente. Lo repartí entre los tres niños y compramos un plátano para completar. Mi esposa y yo no almorzamos”.

 

 

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