El diario plural del Zulia

¿Votar o no votar?; por Ramón Guillermo Aveledo

Con tenacidad y sagacidad dignas de mejor causa, desde el poder se ha trabajado para devaluar instrumentos que son esenciales en la lucha política lícita, civilizada, la que permite limpiamente tomar decisiones y lograr soluciones. Me refiero sobre todo al voto y también al diálogo y la negociación política. Este último recurso mencionado se puso a prueba en Santo Domingo hace apenas unos días, en medio de gran escepticismo inoculado en la sociedad y ojalá, por el bien de los venezolanos, que produzca los resultados que antes no dio.

La intención es obviamente anti política, propia de las nociones bélicas del conflicto que solo conciben victorias y derrotas absolutas, cuando la sociedad humana no es así. Nunca. Y caro pagan los pueblos este tipo de errores radicales en quienes tienen la responsabilidad de conducirlos.

Al voto se le ha golpeado con palabras, actos y omisiones, generando desconfianza en su pulcritud y su eficacia. En la primera en cuanto a su secreto y a la confiabilidad del sistema que lo organiza, empezando por las dudas que suscita una autoridad electoral que tras guardar las formas ya presume de parcializada. Y en la segunda como capacidad real, como verdadero poder del ciudadano elector para decidir. Al presentar al voto como instrumento de sumisión y no de libertad, este doble ataque es venenoso para la democracia.

La discusión acerca de las consecuencias de esto impactó seriamente a la Unidad, cuyos dirigentes han hecho indiscutiblemente un esfuerzo por superar la divergencia y seguir adelante como deben. Cierto es que varios importantes partidos opositores decidieron no concurrir a las elecciones municipales, hasta que no se dieran garantías mínimas para el voto libre y limpio. Otros optaron por asumir el riesgo y postular candidatos. Respetando ambas decisiones, he compartido aquella por razones coyunturales muy distintas al abstencionismo que me es ajeno.

Pero queda entonces la decisión personal e intransferible del ciudadano, vecino que necesita autoridades locales que le respondan en esa más cercana y esencial instancia del Poder Público. Y se acerca el día. Muchos no quieren quedarse al margen, porque saben que su gobierno municipal afectará su cotidianidad. Algunos están decididos a decidir y ya participan en las campañas, otros dudan entre votar y no votar. Creo que quien vota no traiciona a nada ni a nadie. Votar es lo natural en una democracia que si bien no tenemos, sí queremos tener.

 

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