El diario plural del Zulia

Venezuela necesita exorcismo, por Julio Portillo

La perversidad con que se ha destruido a Venezuela es obra de una dirigencia con un pacto diabólico. La persistencia en el poder de los que han acabado con el país solo puede explicarse como una alianza con el demonio. El rito para sacudirse esta maldición es el exorcismo.

Hay necesidad de expulsar el espíritu maligno que se adueñó de la patria. Algunos desconocen que el exorcismo se practica a personas endemoniadas e igualmente a un lugar poseído por el mal. Es tal el tamaño del mal que se le ha hecho a un país bendecido por Dios con inmensas riquezas que debe ser un exorcismo mayor practicado en varias partes del territorio. Por eso, qué interesante sería que la población solicitara a las arquidiócesis y diócesis del país, la práctica de un exorcismo un mismo día y en todas las plazas Bolívar del país.

La Iglesia católica lo mismo que en los días de la dictadura perejimenista, en estos del chavismo, tiene el mérito de haber acompañado la resistencia contra el despotismo. El arzobispo de Barquisimeto, monseñor López Castillo y monseñor Víctor Hugo Basabe, obispo de San Felipe, han pedido que termine el hambre y que si alguien tiene que irse de Venezuela no son sus jóvenes, sino quienes han convertido a los venezolanos en mendigos y pordioseros, que se impone terminar con la peste que nos azota.

Mediante la corrupción y el robo, los gobiernos de Chávez y Maduro se apropiaron y malgastaron más de un billardo de dólares. Destruyeron a Pdvsa, convirtieron a Venezuela en un Estado vasallo de Cuba, arruinaron la industria nacional, protagonizaron los escándalos más vergonzosos en el mundo vinculados al narcotráfico, mancillaron a las fuerzas armadas, acabaron con las instituciones constitucionales, mataron y metieron en la cárcel a cientos de venezolanos.

Venezuela se encuentra prácticamente con una economía de guerra, el aparato productivo está destruido. El país con la mayor crisis de energía eléctrica, las ciudades con un servicio de transporte urbano disminuido, acueductos contaminados, aparición de enfermedades que se habían erradicado, sin efectivo monetario, bancos, universidades y hospitales sin recursos.

Por eso es que no pueden Zapatero y Julio Borges seguir armando esos falsos diálogos con el Gobierno que desea seguir ganando tiempo. A ellos y a los incautos hay que recordarles lo de Isaías: “Con el mal no se dialoga. No puede nacer ningún bien de un diálogo con la serpiente, está maldita por Dios. ¡Ay de aquellos que llaman bien al mal y mal al bien, que cambian las tinieblas en luz y la luz en tinieblas, que dan lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!”.

El dictador de la forma más descarada en su mensaje anual ha dicho que ha reducido la pobreza en un 18 % y ha pedido enjuiciar a los obispos que estén al lado del pueblo. El padre José Palmar tuvo que emigrar a México porque su vida corría peligro. Uno de los sacerdotes que más ha denunciado la injusticia. Estamos al borde del colapso.

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