El diario plural del Zulia

Unidad del pueblo, por Ramón Guillermo Aveledo

La grave crisis de nuestra vida ciudadana, derivada de que la política no está ofreciendo soluciones económicas y sociales, reclama a gritos encontrar zonas comunes de venezolanidad. Sostengo, desde hace mucho, que la Constitución es el más importante y probablemente el único de esos espacios. No por perfecta, ninguna obra humana lo es, sino porque puede normar razonablemente nuestra convivencia. Si la cumplimos, claro. En ese carácter, preservar la Constitución, fortalecerla, ampliarla, es prioridad nacional.

Si la Constitución es un espacio común a todos los venezolanos, el rechazo a una Constituyente por parcial e impuesta, radicalmente contraria a ese espíritu, puede convertirse en otro es espacio de encuentro de todos los venezolanos. Los chavistas, sean disidentes o no, y quienes, en razón de nuestras visiones, nos definimos de otras maneras. Cada uno tiene derecho a su modo de querer a Venezuela.

La Constituyente que quiere imponernos el Presidente, porque a diferencia de Chávez no nos ha consultado, no solo se salta la Constitución y la lógica, porque el artículo 347 viene antes del 348 y dice claro que el pueblo es el depositario del poder constituyente, sino que carece de utilidad ante los problemas reales que sufrimos los venezolanos: precios altos, escasez, falta de oportunidades, malos servicios. Además, no es democrática y ni siquiera socialista, sino fascista. Fascista en el modo de plantearse y fascista en su contenido.

Propia del fascismo es la división interesada del pueblo, señalando a una parte de él como enemiga, igual puede decirse de la exaltación de la guerra y la asimilación del debate político con la confrontación cuyo desenlace no es convivir sino vencer o morir. A diferencia del método político democrático, dice Crick, “El método de regir del tirano y el oligarca es bastante simple: golpear, coaccionar, o intimidar a todos o a la mayoría”.

Propio del fascismo es el corporativismo, expresado en la representación “sectorial” que se quiere imponer. No es el pueblo representado, sino la reunión de las partes del pueblo en función de la solidaridad social orgánica, basada en distinción funcional de los individuos. Se propone sustituir la asamblea popular, representativa de todo el pueblo, por una sectorial, corporativa. Es la hora de la unidad de todo el pueblo en defensa de la Constitución, que nos permite convivir y resolver nuestros problemas y también nuestras diferencias, en paz.

 

 

 

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