El diario plural del Zulia

Un año más del Lago, por Judith Aular de Durán

El 24 de agosto de 1499, el navegante español Alonso de Ojeda, acompañado de Juan de la Cosa y Américo Vespucio, descubrió el Lago de Maracaibo.

Los indígenas Añú que habitaban en su alrededor, lo llamaban “Coquivacoa” que signi caba “lugar donde llueve con frecuencia”. Ellos, que también habitaban en casas construidas sobre el agua fueron la razón por la que Américo Vespucio llamara al territorio Venezuela o mejor dicho “pequeña Venecia”.

Muchas han sido las glorias que le ha dado este imponente escenario natural a Venezuela. Han transcurrido más de cinco siglos de aquel encuentro y la naturaleza generosa del Lago de Maracaibo sigue derramándose, entregando riquezas y recibiendo a cambio la indiferencia ante su deterioro.

No debemos olvidar que nuestro Lago es la subcuenca petrolífera más importante de Venezuela. Con 67.000 km2, en esta región del país inició en 1914 la producción de petróleo nacional con la perforación del Zumaque I, en Mene Grande y además, fue en esta misma subcuenca donde se ratificó el potencial petrolífero nacional, con el reventón del pozo El Barroso II en Cabimas, el 14 de diciembre de 1922.

Rodando un poco la historia, el 24 de agosto de 1962, fue inaugurado el Puente General Rafael Urdaneta, un coloso de concreto con un poco más de 8 kilómetros, que une las riberas lacustres, multiplicando el progreso y los vínculos con el resto del país.

La descontaminación del Lago es tarea pendiente, así como la construcción de la vía alterna al Puente Sobre el Lago, prometida y anhelada por décadas. Son 300 mil millones de metros cúbicos de agua expuestos a la contaminación y al crecimiento urbano desmedido, generando descargas fecales y tóxicas sin control.

La Universidad del Zulia (LUZ) siempre ha estado dispuesta a colaborar en el proceso de saneamiento del estuario marabino. Todavía estamos a tiempo de rescatar nuestro Lago.

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