El diario plural del Zulia

Trago amargo, por Leonardo Atencio Finol

El martes 5 no ocurrió la catástrofe que algunos pronosticaban y otros impulsaban. Al parecer fue solo una bravata del Gobierno nacional para infundir miedo o hubo un recule, por alguna razón; aunque “colectivos de paz” agredieron a dos periodistas y causaron otros incidentes.

Lo cierto es que como dicen algunos fue un día histórico. Los grupos que se agolparon en las afueras del Palacio Federal se dijeron consignas e insultos pero no llegaron a las manos; mientras al interior se notaba un aire de distensión que se transformó en crispación, cuando se inició el acto solemne.

Al interior de la AN se dieron los previsibles discursos, cruzados por denuncias y acusaciones temerarias, empujones y el maniqueísmo oficialista: ustedes son los malos y nosotros los buenos; además del escandaloso espectáculo del diputado Agüero, y una fracción oficialista que trató, infructuosamente, de sabotear el acto.

Se habló de justicia social sin entrar a detallar la justicia de las relaciones, de la exclusión de un sector mayoritario de la sociedad a la que se le niega “el acceso que tiene todo el mundo a participar del sistema económico, (y sometido a) los privilegios, las barreras reglamentarias o cualquier injusticia en las reglas de juego” (José Benegas, 2015). La obsesión gubernamental de dar grandes números, pero ocultando la escaza efectividad y transparencia en su accionar, producto de corruptelas, incompetencias e intereses político-ideológicos.

En tal situación, mirar los resultados carece de interés y utilidad, pues son cifras maquilladas. La confrontación es inevitable y se exacerbarán los ánimos por la imprudente aseveración del presidente de la AN respecto a salir
del gobierno, dándose un plazo de seis meses para definir un método. No obstante, el magnífico discurso reafirma el compromiso con las promesas electorales, en particular “el rescatar la autonomía del Parlamento”, la solicitud de
rendición de cuentas de todos los poderes y la Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional.

Creo que, dadas las circunstancias que vive el país y pensando en él, debe extremarse el cuidado de los discursos para que demos una chance a los encuentros y al diálogo. La emergencia económica que solicita el presidente de la República, es un buen punto para la discusión de las ideas. Será un camino lleno de “minas personales”, pero es necesario para posibilitar acuerdos.

En el maremágnum, rescato unas declaraciones del gobernador Capriles Radonski: “Esta no es la Asamblea de la oposición, sino la Asamblea de la solución, la solución ante los problemas que enfrentan los venezolanos”.

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