El diario plural del Zulia

Simón García | Ni liebres ni tortugas

Ideas como la imposibilidad del cambio o que la democracia es tarea para un venidero régimen político sirven de coartada para el conformismo o para  suspender reglas democráticas en fuerzas que no sólo deben oponerse al autoritarismo sino constituirse como alternativa en un ciclo político no democrático.

En el proceso reciente se ha contenido la colonización del autoritarismo oficialista sobre las fuerzas democráticas. Es un avance opositor el desplazamiento de la línea de insurgencia y abstención por la de participación electoral. Pero pequeñas señales indican la propensión a volver a la nada con planteamientos tipo que se vayan todos o solo yo soy bueno. Hay un  minoritario amago de llamar a la abstención.

Por eso no podemos quedarnos en la contención.

Hay que seleccionar ámbitos para invertir el objetivo y la dirección de la colonización autoritaria, en línea con la aspiración de sustituir autocracia por democracia. No un autoritarismo del oficialismo por otro de la oposición.

El primer paso alternativo hacia la reconstrucción del país debe comenzar por debatir y aprobar la centralidad de la democracia como objetivo de cambio. Asumir esta centralidad como un compromiso inflexible, un principio que hay que amarrar al mástil, como hizo Aquiles, para no dejarse tentar por ninguna ilusión o desilusión.

El autoritarismo gubernamental llegó a su nivel de incompetencia. El retorno a la democracia es la vía óptima para recuperar el déficit de libertades, derechos humanos, condiciones de vida y superación de las crisis que nos inhabilitan como nación del siglo XXI.

Una lucha que la oposición debe tomar para sí sin la pretensión de reducirla a causa exclusivamente suya.

Es uno de los sentidos de la  propuesta de ser más alternativa que oposición. El otro es que sobre la dimensión social de la democracia hay enfoques distintos, en el oficialismo y en la oposición, que pueden  acoplarse en función de servir a la gente y darle prioridad a los más débiles. Y en tercer lugar, la condición opositora no debe manejarse como una barrera refractaria a la incorporación de las bases populares del oficialismo que ya protestan decisiones de Maduro como no aumentar el salario o no homologar activos y jubilados en el Cesta Ticket, derecho que la Corte Suprema de Justicia ordenó cumplir.

El segundo paso alternativo es disposición para estimular la aparición de dirigentes y sectores que en el oficialismo defienden la conveniencia de pasar de fuerza autoritaria a fuerza democrática de cambio. Dada la relación de fuerzas no hay recuperación de la democracia sin que sea también una conquista del chavismo.

A la línea gubernamental de retardo de la negociación hay que responder con más planteamientos sobre la necesidad de una fase de transición y un gobierno para aplicar un acuerdo programático entre las que hoy son fuerzas opuestas.

El tercer paso alternativo es cambiar de problema en la oposición y pasar de una confrontación derivada de una derrota a una cooperación para pensar en cómo contribuir a un triunfo electoral el 2024 que  inicie  una transición el 2025.

El cuarto paso alternativo es tratar las diferencias en la oposición como desacuerdos y pasar de las peleas por una hegemonía excluyente a una línea de cooperación en las diferencias.

Para que la primaria sea exitosa, el consenso sea posible y disputar una victoria electoral es indispensable reconocer que la condición de triunfo exige la unión de todos.

Y quinto, se puede recuperar confianza y esperanza si se hace política desde la verdad.

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