El diario plural del Zulia

Simón García | Acercar el cambio posible

Hay que trabajar por acercar, todo lo que se pueda, el cambio posible al cambio deseable. Pero si la realidad ordena ajustes no hay que responder con la prepotente instrucción de objetivo mayor o nada.

No hay que crear falsas expectativas. Ya el ciclo de mantener la candidatura de María Corina y de su candidatura sustituta, concepto que ocasionó trifulcas que sacaron de foco a la oposición, se cerró.

Lo deseable es que María Corina asuma a plenitud sus deberes como líder principal del país descontento, una posición que le otorga la condición de primera, aunque no única, voz de una alternativa que debe ser democrática en sus decisiones.

Esta fase del proceso electoral exige resolver incertidumbres y orientar a los venezolanos sobre cómo formar su opinión para escoger a quien apoyar. No se puede seguir tocando teclas mudas, ni obstaculizar respaldos porque no se desea revivir a dirigentes históricos.

Es lo que ha ocurrido con Manuel Rosales quien responsablemente decidió inscribir su nombre, porque debía salvar la tarjeta de UNT para los electores del cambio.

Inmediatamente, con el acuerdo de María Corina, la Plataforma Unitaria obtuvo una prórroga para salvar la tarjeta de la MUD. Las dos negociaciones apuntaban al mismo propósito y no resulta válido justificar una y descalificar la otra.

La guerra desatada contra Rosales debilita a la oposición porque convierte en blanco principal de ataque a un demócrata con una gestión positiva como gobernador del Zulia, partidario de una transición negociada para gobernar con estabilidad.

Esa guerra interna antepone la lucha por una supuesta "verdadera" oposición, sobre la lucha por salir del gobierno.

La pugna dentro de la oposición no interesa hoy a nadie y es más bien un contratiempo que le añadimos a los obstáculos que el gobierno interpone contra la vía electoral.

Hay que ayudar a que la gente se forme un juicio democrático sobre los candidatos que están inscritos porque el 28 hay que elegir entre el continuismo autoritario y el inicio de una transición hacia la democracia Junto a Manuel Rosales, están los nombres de Enrique Márquez, Antonio Ecarri, el conde del Guácharo y algunos estiran la cuerda hasta Luis Eduardo Martínez.

No perdamos tiempo en excluir y distribuir rechazos, vamos a ocuparnos de alentar preferencias a partir de las propuestas y las capacidades, de cada uno, para resolver pacíficamente el conflicto de poder.

Es muy probable que en un mes se tengan números de encuestas que proporcionen a los electores información necesaria para apoyar a quien se perfile como un candidato capaz de ganar a Maduro. Sin olvidar los 3 verbos de Eduardo Fernández.

Todos lo sabemos. No habrá elecciones competitivas.

Para suavizar las restricciones electorales hay que restablecer Barbados.

No habrá entrega voluntaria de la presidencia sin una montaña de votos y una montaña de garantías al régimen sobre sus derechos políticos en la transición.

Hay que revisar la suposición que el poder va a inhabilitar a cualquier candidato que pueda ganarle a Maduro porque tendría que inhabilitar a todos. Esa revisión no debe ocultar la importancia de una oferta creíble para el chavismo de convivencia y coexistencia en otros poderes públicos e instituciones del Estado.

Ya no se puede seguir el espejismo que tienta a proferir amenazas extremistas contra el chavismo porque da popularidad.

Es un momento para calificar a los dirigentes de la oposición desde María Corina a Felipe Mujica. No para decretar la guerra a muerte a las castas, como lo hizo Milei en Argentina, ignorando que aquí hay un poder que va jugársela todas para mantenerse en Miraflores.

Hay razones para el optimismo sin soberbias. Hay que tener confianza en la gente. En su disposición a votar por quien reúna las mejores posibilidades de triunfo. La gente va a escoger al candidato para ganarle a Maduro.

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