El diario plural del Zulia

Reyber Parra Contreras | Apuntes del Cronista | Calles, callejones y avenidas de la Maracaibo de ayer

La publicación de estos apuntes coincide con el término de mi primer año como Cronista de la ciudad de Maracaibo, oficio que ejerzo desde el 30 de diciembre de 2022. El tema que hoy compartimos con nuestros lectores nos ubica en uno de los ámbitos esenciales  de nuestra historia, pues trata sobre la configuración urbana de Maracaibo en el tiempo, y su expresión en la nomenclatura de las calles que la conforman.

El 11 de noviembre del presente año asistimos a la presentación del libro: Calles, Callejones y Avenidas de la Maracaibo de Ayer, del Licenciado Iván Salazar Said, que se llevó a cabo en la Biblioteca Pública del Estado Zulia María Calcaño. El libro fue editado por Sultana del Lago, reconocida empresa editorial de la capital zuliana; y el prólogo estuvo a cargo del Dr. Pedro Romero, connotado especialista en temas de patrimonio arquitectónico.

Por medio de esta publicación, el Licenciado Salazar Said ofrece información sobre la historia de las calles de Maracaibo, el origen de los nombres de estas  y la evolución de la nomenclatura. Ahora bien, cabe preguntarse ¿Para qué conocer la historia de las calles de una ciudad? El autor responde: “La importancia del estudio de la historia y evolución de las calles radica en que ellas son prácticamente el espejo de las ciudades, la parte visible de la realidad urbana, ellas expresan el nivel cultural y el buen gusto de sus habitantes”.

El autor sostiene que en la época colonial, desde Maracaibo salían varios caminos reales, que conducían hacia La Cañada,  Perijá y la Punta de Don Francisco (el actual municipio San Francisco).

Refiere Salazar Said que, según el testimonio de  Rodrigo de Arguelles y Gaspar de Parra, a finales del siglo XVI Maracaibo poseía siete calles ubicadas de este a oeste, y cinco de sur a norte. El crecimiento de la ciudad exigiría el surgimiento de más calles, en un proceso gradual. A inicios del siglo XIX serían catorce calles principales, para una población de aproximadamente 17.000 habitantes; es la época en la cual se construyen los primeros enlosados, donde prevalecían las calles de arena. A finales del referido siglo, había en la ciudad  26 calles de sur a norte, y 29 de este a oeste. Para entonces, durante  el gobierno del general Ramón Ayala, fueron adoquinadas algunas calles y se les cambiaron los ladrillos de las aceras por cemento.

Entre las calles más emblemáticas podemos mencionar algunas, cuyos nombres son de origen popular:

Calle Derecha, conocida como la calle más recta de la ciudad. Uno de sus tramos se denomina Ciencias porque colinda con el Convento de San Francisco, sede del Colegio Nacional, que luego en 1891 se constituiría en Universidad del Zulia.

Calle El Jabón.  Tramo entre la calle Bolívar y la Calle Comercio, donde las lluvias formaban un barro resbaladizo que hacía tropezar a los transeúntes.

Calle El Tapón.  Paso de la calle  Zamora, ubicado cerca del templo San Felipe, donde se encontraba una casa que se interponía en el paso como una especie de tapón.

Calle La Perdición. También conocida como Calle Arismendi, en las afueras del otrora Saladillo; lugar apartado, que progresivamente se fue poblando, y donde se practicaba la prostitución.

Calle del Diablo. La calle El Cristo (calle 94) inicialmente se denominó Calle El Diablo, debido a que un esclavo de Doña Inés del Basto, a medianoche fue confundido con el maligno. No obstante,  Salazar Said afirma que “con el pasar del tiempo esta misma calle pasó a llamarse calle El Cristo, debido a que en ella residía la familia Figueroa, que en el frente de su casa instalaron una hermosa imagen de Cristo, que fue traída desde España y se convirtió en objeto de veneración durante muchos años por todo el pueblo maracaibero de antaño”.

De esta manera, las calles y demás espacios públicos de Maracaibo fueron adquiriendo su particular fisonomía en el curso de la propia historia de la ciudad, donde el pueblo en la cotidianidad fue signando su propia memoria, mediante la transmisión oral de generación en generación de aquellos acontecimientos y vivencias, cuyo escenario fueron las calles, y que serían preservados del olvido mediante la asociación de los mismos con los nombres asignados a las calles de la ciudad.

En este sentido, el libro de Iván Salazar Said nos invita a valorar el patrimonio urbano de Maracaibo, del cual forman parte las calles con sus nombres y tradiciones. El crecimiento de la ciudad y las necesarias innovaciones urbanas no deben hacer desaparecer los nombres históricos y tradicionales de nuestros espacios, pues estos nos remiten a un pasado del que no debemos desentendernos, sino más bien crecer sobre estos cimientos sólidos de los cuales se erige nuestra identidad maracaibera.

Lea también
Comentarios
Cargando...