El diario plural del Zulia

Ramón Guillermo Aveledo // Por la gente

Venezuela es nuestro país. Aquí nacimos. Aquí crecimos, nos formamos e hicimos nuestras relaciones y  amistades. Nuestros afectos.  Aquí está la familia de dónde venimos y la que viene de nosotros. Nuestra identidad es ese tejido y sus vínculos con el paisaje, las costumbres y todo lo compartido.

Venezuela es también el país de muchos otros que se vinieron a él invitados por la noticia de un país lejano, rico en recursos y oportunidades, pacífico, bueno para vivir, trabajar y crecer. Unos lo supieron de oídas, otros por los periódicos y otros más por lo que contaban las cartas de sus parientes y amigos que se habían venido primero. Aquí se hicieron parte de nosotros y nos hicimos parte de ellos.

Ahora, las cosas han cambiado y son muchos los que se van. Criollos o musiues. Hijos y nietos de los que llegaron una vez, pero también gente con raíces profundas y antiguas en nuestro país. Se van por el presente que no aguantan o a buscar el futuro que aquí no ven. Son millones. A todos nos toca de cerca.

La mayoría sigue aquí y no quiere irse, como no querían irse muchos de los que tuvieron que hacerlo. ¿Por qué?

Conozco la historia de una familia de un pueblo del Sur de Italia. El hombre, la mujer y una de sus hijas, chiquita, se vinieron a Caracas. En barco, poco equipaje y muchas esperanzas. No sería fácil. Llegaron a un barrio. La pareja trabajó duro haciendo perros calientes. La señora picaba los aliños y preparaba todo mientras atendía la casa. Él pasaba la jornada entera en la calle con su carrito de vender uncido a una motoneta. Trabajo y más trabajo. Transmitieron lo único que tenían, el ejemplo. Así pudieron comprarse una casita y salir del barrio. Vinieron dos hijos más. Todos estudiaron en la escuela y la universidad pública. Son profesionales. Hicieron amistades, se casaron. Los viejos se fueron. Ella para siempre y él a su pueblo. Dos de los hijos y la nieta, como tantos otros venezolanos, se marcharon en busca de oportunidades. La mayor sigue aquí. Es una mujer de clase media que se faja desde el amanecer, como lo hicieron sus padres. Responsabilidad y esfuerzo son su medio natural. No está de acuerdo con este gobierno y sus consecuencias en la vida de todos. Por ideas y experiencia lo rechaza con fuerza. Además, no se engaña. Conoce muy bien nuestras características y defectos. Aparentemente, nada la ata a esta geografía. Pero no se va. Le pregunté ¿por qué?

Por la gente, me responde. Como los venezolanos, nadie. Son muy buena gente.

Lea también
Comentarios
Cargando...