El diario plural del Zulia

Ramón Guillermo Aveledo // Pandemia y Vida

Ochenta y seis millones de niños en el mundo irían a la pobreza a consecuencia del Covid-19, de acuerdo a estudios internacionales. En realidad, ha dicho el Premio Nobel de Economía Robert Schiller que “no existe una pandemia sino dos” y habla de una “economía pandémica” por cómo sus secuelas económicas impactarán nuestras vidas. Y no se trata de poner el dinero antes que la gente, sino que la economía, aunque en ella converjan procesos múltiples y cada uno de suyo complejo, trata finalmente de la satisfacción de las necesidades humanas y la virtual paralización de actividades  en muchos países dejará un rastro económico y social. 

Por lo anterior, las políticas de muchos países, sobre todo los más avanzados, incluyen paquetes de medidas socio-económicas. Subsidios al trabajo y la empresa, apoyo a la producción, incentivos fiscales, treguas tributarias o crediticias. Salvar puesto de trabajo y producción de cualquier insumo fundamental para la vida no puede ser marginal. La atención ha de ser integral, como exige la vida. Porque es un falso dilema el de salud o economía. Hay que cuidar la salud para poder trabajar y producir, y cuidar la economía para tener cómo y con qué proteger nuestra salud.

La pandemia debió ser un estímulo para la cooperación y sin embargo no lo ha sido, al menos en los niveles deseables. Con excepciones notables, abunda quien ha optado por la rivalidad y la propaganda. En BBC leo que en América Latina la competencia “suena a sálvese quien pueda”. Nuestra región según AFP, va convirtiéndose en el nuevo epicentro de la pandemia. 

En políticas públicas hay diferentes estrategias para enfrentar el virus. Se han reconocido el éxito en países como Nueva Zelanda y Alemania, o los de Japón y Singapur al frenar contagios. A diferencia de otros países escandinavos como Noruega con políticas más restrictivas, Suecia viene ensayando una muy liberal con apuesta arriesgada. Por supuesto que esas políticas cuentan con sistemas de salud robustos en capacidad de responder. Similar a la política sueca ha sido la uruguaya, considerada muy exitosa. Ahí la base ha sido una notable disciplina social libre y consciente y claro, un sistema de salud fuerte. 

Aquí nos sentimos mejor pero, la verdad, no sabemos. Es el resultado de estos años. Nos ayudan nuestro relativo aislamiento internacional, la escasez de combustible y el acatamiento a las estrictas medidas. Se duda por la opacidad. Sin Boletín Epidemiológico hace años, tampoco se cumplen protocolos de vacunación y a la empobrecida atención primaria sume niveles secundario y terciario cada vez más limitados. No confiarse es clave. Se trata de la vida. 

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